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Casi tan tradicional como brindar por Navidades con cava es hablar del boicot al espumoso, que afecta a las bodegas catalanas. Después del descalabro en ventas del año pasado, la polémica de la frase "ho tornaren a fer" del spot de Codorníu ha avivado la llama del veto de una parte de consumidores españoles, que han querido leer entre líneas una alusión a la frase de Jordi Cuixart, uno de los presos del 'procés', durante al juicio por el 1-O. Además, este año la Denominación de Origen Protegida (DOP) Cava tiene otras preocupaciones que tienen que ver con Donald Trump y Boris Johnson y que pueden comerle mercado internacional.

El Consejo Regulador hace años que prefiere pasar de puntillas sobre el asunto del bloqueo a los productos catalanes. Las alternativas son espumosos de Valencia, Extremadura, Aragón o Huelva, donde los bodegueros agotan existencias desde 2017 y esperan volver a batir récords en 2019. Sin embargo, aunque prevén superar el auge del 90% en sus ventas de los dos últimos años, según cuentan productores locales a Bolsamanía, siguen contribuyendo al total de botellas expedidas con apenas un 4%.

El momento dulce de Requena, Almendralejo, Ainzón, Cariñena y Calatayud no logró amortiguar los estragos del boicot que se esquivó el 2017, pero que arremetió hace un año. Las cifras totales de 2018 hablan por sí mismas y fueron las peores desde 2014. Los números en España se desplomaron un 12,1% y no llegaron a los 80 millones de botellas, un nivel no visto desde 1980 y que no se había abandonado ni en los peores momentos de la crisis. Teniendo en cuenta que los territorios catalanes de Sant Sadurní d'Anoia y alrededores sacan al mercado más del 95% del total, sólo hay que saber sumar dos más dos.

La realidad es que la DOP Cava hace tiempo que tiró la toalla con el mercado nacional y empezó a concentrarse en las exportaciones, donde se ha crecido al 2% en los dos últimos años. El ejercicio pasado, el 67,5% de los 244,5 millones de botellas expedidas se repartieron por el mundo, frente al 32,5% que se quedó en casa. El récord de una tendencia que ha ido 'in crescendo' desde 2009. Es más, marcas como Codorníu, Freixenet o Juvé & Camps pasaron a manos de inversores de EEUU, Alemania y Holanda, respectivamente, que se convirtieron en accionistas mayoritarios, lo que confirma que los mercados foráneos se vuelcan con el espumoso catalán.

Esta estrategia ha dado algo de aire a unas ventas en España en constante declive (siete años en negativo en la última década), pero sin acabar de compensar lo que se pierde en casa. Y se ve ahora amenazada por la guerra comercial del presidente estadounidense, Donald Trump, y por la posibilidad de que no haya un tratado comercial entre el Gobierno del primer ministro Boris Johnson y la Unión Europea (UE) a finales de 2020, cuando acabará la transición del Brexit, lo que supondrá encarecer el producto a golpe de arancel.

EEUU y Reino Unido ocupan el tercer y cuarto lugares, respectivamente, en el ranking de exportaciones del cava y entre ambos países se destinan más de 43 millones de botellas, divididos casi al 50%, una cuarta parte de todo lo que se exporta a más de 50 naciones. El país dirigido por Trump es el principal destino del espumoso fuera de la UE, seguido por Japón, donde van a parar ocho millones de botellas y Washington ha puesto el vino espumoso en su lista de productos de la UE bajo vigilancia, con la intención de evaluar gravámenes que podrían alcanzar el 100%. Un duro golpe después de los impuestos del 25% a los vinos españoles que se aplican desde octubre.

En cuanto a Reino Unido, el nuevo Ejecutivo tiene como objetivo abandonar el bloque comunitario el año próximo. El primer ministro ha dejado claras sus intenciones al declarar ilegal extender la prórroga más allá de 12 meses, lo que, según todos los expertos, ha vuelto a suscitar los temores de un divorcio sin acuerdo que dejaría las exportaciones a merced de la política proteccionista que quiera aplicar Johnson.

EL MUNDO DEL CAVA, A LA EXPECTATIVA

Desde el Consejo Regulador del Cava explican que se están preparando para estas eventualidades con planes de contingencia que se elaboran en base a "escenarios". La aproximación es muy "conservadora" porque se considera que todos estos supuestos están "en fase embrionaria". "Preferimos estar a la expectativa y ver qué pasa", reconocen.

En cuanto a previsiones de 2019, subrayan el optimismo de las bodegas por la progresión de las ventas, pero al estar en plena campaña navideña, los números no llegarán hasta enero. El organismo explica también que actualmente se halla centrado en acabar la nueva normativa que regirá el sector y que se presentará en 2020. El conjunto de reglas cambiará el estatus nacional e internacional del espumoso y sentará las bases para prepararse ante una hipotética guerra comercial con dos de sus principales mercados mundiales.

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