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El pago del polémico bonus de Andrea Orcel por su salida de UBS condenó su entrada en Santander como consejero delegado, pero en la marcha atrás del nombramiento hubo más factores. El más importante tiene que ver con que el exbanquero de inversión pidió a Ana Botín tener poder real en la entidad, dentro de lo que se enmarca que Orcel propuso a la presidenta de Santander deshacerse del negocio que tiene el banco en Estados Unidos, algo ante lo que Botín se plantó, según informan fuentes cercanas a los asesores del italiano. Este elemento terminó de desequilibrar la balanza para que la presidenta diera marcha atrás en el fichaje.

Las mismas fuentes apuntan que Orcel quería tener más poder del que a priori le ofrecía el puesto de consejero delegado en el Santander, algo que quedó patente con la publicación de los mensajes intercambiados por él y Botín a través de la aplicación de mensajería encriptada Signal que dio a conocer Financial Times la pasada semana. Lo quería porque el italiano tenía planes para el banco, entre los que se encontraba vender el negocio estadounidense, según estas fuentes.

Hay que recordar que la carrera de Orcel ha transcurrido siempre en banca de inversión, tanto en Merrill Lynch como en UBS, y por tanto es un experto en operaciones corporativas; de hecho, diseñó las principales realizadas por Santander en la época de Emilio Botín, así como la compra del Popular. Las ventas de filiales eran una de las palancas que pretendía activar para lograr la recuperación del valor en Santander en bolsa, y la que consideraba más interesante para ello era la norteamericana.

Si bien es cierto que en la demanda no se menciona a la filial de Estados Unidos, sí aparece el negocio de financiación al consumo de la entidad, Scusa (Santander Consumer USA). Preguntado por esta información, el banco no hizo comentarios al respecto.

De hecho, los mensajes incluidos en la demanda que Orcel presentó contra Santander y por la que se celebrará en las próximas semanas una vista oral revelan que, en los días previos al fin de la relación entre ambos, el exbanquero pidió a Botín “empoderarle” como consejero delegado, pues quería instalar un sistema de "cascada" mediante el cual él respondería ante ella, pero todos los demás ejecutivos le reportarían a él. “Mi ejecución, pero tus decisiones”, le decía Orcel a Botín en esos mensajes.

GUERRA POR EL COSTE Y POR EL PODER

Y es que los días previos a la marcha atrás del nombramiento fueron decisivos para que Botín cambiara de actitud. La historia feliz de la designación de Orcel como su número dos se fue tornando con el paso de los meses en un asunto tenso que derivó en un portazo por parte del banco al exbanquero de inversión. La propuesta de vender EEUU fue una de las gotas que colmaron el vaso.

Al inicio de las negociaciones, en el verano del año pasado, el italiano informó a Santander del problema económico que la situación generaría con UBS por el derecho a cobrar su millonario bonus. Sin embargo, según la versión del banco, Orcel se comprometió a convencer a la entidad suiza de que asumiera una parte del coste.

No lo hizo. Orcel no solamente no consiguió que UBS rebajara el coste de su bonus para Santander, sino que lo aumentó con la reclamación a la entidad que iba a ser su nueva casa de otros 3 millones de euros por los dividendos e intereses que dejaría de cobrar de UBS por la parte diferida de su retribución.

Lejos de tener en cuenta la variable del poder, el banco achaca la marcha atrás del nombramiento en que tenía la confianza de que el italiano conseguiría reducir el coste de su entrada en el banco, pero no lo hizo. El italiano defiende que, aunque la carta con la oferta es un contrato vinculante (cosa que niega el banco), en ella no se le impone la obligación de rebajar este coste, sino que simplemente se le pide que ponga sus mejores esfuerzos para ello.

"El banco tenía la esperanza, generada y mantenida por el señor Orcel, de que UBS asumiría una parte importante de sus incentivos a largo plazo y que, por tanto, los costes de compensación a cargo del banco serían menores", explicaba Santander una vez se hizo público que Orcel había grabado sus conversaciones con Botín, en las que esta le prometía compensarle por el fallido fichaje.

Tengo empresas en España donde te puedo poner de CEO mañana o de presidente, que son empresas cotizadas inmobiliarias”, le ofreció la presidenta de Santander a Orcel, según publicó El Confidencial. Sin embargo, estas fuentes insisten en que el conflicto entre Botín y Orcel surgió por el deseo del exbanquero de inversión de tener más poder en el banco.

TRECE AÑOS EN EEUU

De haber respondido afirmativamente a la propuesta del exbanquero de inversión, Santander habría puesto fin a una relación de trece años con Estados Unidos, donde aterrizó el grupo que entonces lideraba el expresidente fallecido Emilio Botín a través de la operación de compra de una participación en Sovereign Bank. Desde entonces, el camino de Santander en Estados Unidos está lejos de haber sido idílico.

El aterrizaje tuvo lugar en 2006 y poco después de esta adquisición, cuando ya controlaba casi el 25% del capital, el grupo que ahora preside Ana Botín tuvo que afrontar pérdidas por la depreciación de la inversión que Sovereign Bank tenía en las rescatadas Fannie Mae y Freddie Mac, como también le ocurrió a gigantes como JP Morgan o Wells Fargo. Poco después, Santander se hizo con todo el capital de la entidad y no fue hasta 2013 cuando renombró a la filial como Santander Bank.

Años más tarde, la filial estadounidense de Santander encadenó cuatro años consecutivos suspendiendo los test de estrés de la Reserva Federal al presentar deficiencias en su gobierno corporativo, sus controles internos y la identificación y gestión de riesgos. Eso le obligó a una importante reestructuración de la filial con un fuerte coste, y, de esta forma, en 2017 la entidad superó las pruebas por primera vez, con lo que pasó a tener vía libre para el reparto de dividendos.

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