• La mayoría de las cajas de ahorros tenían 'pesebres' parecidos para blindar a sus presidentes
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Rodrigo Rato, Presidente De Bankia BANKIA

El Tribunal Supremo confirmó ayer las condenas de Rodrigo Rato y 63 exdirectivos y exconsejeros de Caja Madrid y Bankia por las tarjetas 'black' y consideró probado que se trataba de un sistema organizado desde la presidencia para que dispusieran a su antojo del dinero de la entidad. Más allá del triste final de quien lo fue casi todo en la política española, esta condena evidencia el desmadre de las cajas que acabó en el rescate de España en 2012.

Mucha gente se queda en la anécdota de cómo gastaban alegremente estos personajes el dinero de la entidad en clubes, fiestas, lencería, viajes de lujo... y hasta en la frutería y el bonobús. Pero eso es casi lo de menos. Lo realmente importante es que el Supremo ha condenado una de las prácticas habituales -en casi todas las cajas había una- en unas entidades que suponían más del 50% del sistema financiero español. Unas entidades que estaban en manos de los diferentes Gobiernos autonómicos o incluso provinciales y municipales (y hasta de la Iglesia), que en la práctica las utilizaban como sus brazos financieros.

Porque, ¿para qué se concedían las tarjetas 'black'? ¿Para premiar el trabajo de consejeros y directivos que cobraban sueldos inferiores a los de los bancos por hacer el mismo trabajo? Eso argumentan algunos condenados y también los acusados de la CAM por otro sistema parecido (sorprendentemente absueltos por la Audiencia Nacional). Pero en realidad eran la vía para que el presidente (ejecutivo, por supuesto) se asegurara el apoyo de los consejeros, que representaban a todos los partidos y sindicatos, no solo al suyo.

Las 'black' eran un 'pesebre' con el que el presidente se aseguraba que los consejeros no cuestionaban su cuestionable gestión

La inmensa mayoría de estos consejeros no tenía los mínimos conocimientos financieros no ya para estar en el máximo órgano de gobierno de una entidad, sino para entender lo que esta hacía. Por tanto, no se trataba de retribuir su labor como se merecía. ¿Y los directivos? Blesa extendió la práctica a sus ejecutivos también para fidelizarlos. Aunque es cierto que en algunos casos eran grandes profesionales, en la inmensa mayoría no era el caso, puesto que el nepotismo, el enchufismo y las 'castas' dominaban los organigramas. En Bankia, esa casta eran los 'sangre verde', los de Caja Madrid de toda la vida.

Es decir, eran lo que se suele llamar un 'pesebre' en el que pastaban alegremente altos cargos de PP, PSOE, IU, UGT, CCOO y Cepyme, aparte de otros independientes, a cambio de no cuestionar la muy cuestionable gestión, primero, del difunto Miguel Blesa y, después, de Rodrigo Rato. Todos contentos, pues. Menos la entidad, claro, que acabó costándonos a todos los españoles 22.424 millones de inyección de capital en Bankia (sin incluir la ayuda del traspaso de su ladrillo a Sareb).

¿DÓNDE ESTABA EL BANCO DE ESPAÑA?

El rescate de España en 2012 -ya hasta Guindos lo llamó "rescate" en el Congreso- fue la consecuencia de todo esto, que se tradujo en una gestión desastrosa de las cajas, guiada por criterios políticos y de amiguismo en vez de por criterios económicos. Las 'black' también evidencian que el supervisor, el Banco de España, estaba a la luna de Valencia o, más bien, prefirió ignorar lo que estaba pasando en las cajas. Los inspectores aseguran que ellos lo denunciaban, pero la cúpula, con Miguel Ángel Fernández Ordóñez al frente, no les hacía caso.

No es de extrañar, después de esto, que el BCE decidiera quitar al Banco de España las competencias de supervisión -se las tuvo que quitar a todos los países- para tomar él las riendas y evitar una repetición del desastre. No debemos olvidar que el rescate no fue suficiente para evitar que España saliera del euro, algo que solo consiguió Mario Draghi con su "whatever it takes". Tan grave era la situación que provocaron los que tiraban de 'black' para pegarse la gran vida.

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