lagarde powell

Los mercados mundiales se hallan en un proceso de aceptación a marchas forzadas de que el tema de la divergencia de políticas de los bancos centrales, fundamentalmente entre el Banco Central Europeo (BCE) y la Reserva Federal de EEUU (Fed), vuelve con fuerza y marcará la velocidad de retirada de los estímulos contra la pandemia. La tolerancia a la inflación más alta ha sido mucho más rápida y clara por parte del banco central de EEUU, anticipando una subida más temprana de los tipos de interés -en 2022, según algunos analistas, en lugar de 2024, como prevé la propia Fed-. De la misma manera, la capacidad para hacer la vista gorda a la subida de los rendimientos de los bonos ha vuelto a dar la razón a estas predicciones, según BofA o MUFG.

"Los bancos centrales siguen teniendo opiniones divergentes sobre las señales enviadas por la reciente subida de los rendimientos de la renta fija. La Reserva Federal de EEUU lo toma como una señal positiva", indican los expertos del National Australian Bank . En cambio, el BCE usará los instrumentos a su alcance para mitigar la presión al alza de las rentabilidades de la deuda, lo que tendrá la triple consecuencia de que devolverá el diferencial entre el Bund alemán y el Tesoro de EEUU a niveles prepandémicos -alrededor de 200 puntos-, respaldará al dólar y certificará “el crecimiento de EEUU como motor mundial de recuperación tras la pandemia”, indican los analistas de Bank of America. "Consideramos que el retorno de los rendimientos de los bonos desde los niveles ultrabajos hasta los aún bajos es una consecuencia, y no un obstáculo, de la fuerte recuperación económica y de las sólidas alzas de las ganancias empresariales en la mayor parte del mundo", indican los economistas de Berenberg, por su parte.

La manera en que los miembros de uno y otro bancos centrales han encajado este asunto da la razón a los analistas. El presidente de la Reserva Federal de Richmond, Thomas Barkin, dijo el lunes que el repunte de los bonos a largo plazo hasta ahora parece sugerir un ajuste a unas perspectivas de crecimiento e inflación más fuertes. El presidente de la Fed de Atlanta, Raphael Bostic, dijo la semana pasada que los rendimientos de los bonos siguen siendo comparativamente bajos, mientras que el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, no ha parecido excesivamente preocupado por este asunto.

En cambio, el baquero central François Villeroy de Galhau evidenció la alarma del supervisor monetario europeo al afirmar que algunas de las recientes subidas de los rendimientos de los bonos eran injustificadas y que el BCE debía hacer frente a ellas haciendo uso de la flexibilidad de su programa de compra de bonos. El vicepresidente de la institución, Luis de Guindos, ha declarado que la evolución de los rendimientos de la deuda soberana de los países de la eurozona será un factor clave durante las próximas semanas y meses para la política monetaria. Por último, la presidenta de la entidad, Christine Lagarde, y el economista jefe, Philip Lane apuntaron a que podrían utilizar la flexibilidad del programa de compras de emergencia para la pandemia (PEPP) para para amortiguar la presión al alza de los rendimientos.

En el fondo, lo que está haciendo el BCE es una intervención verbal mediante la que advierte a los inversores que no suban demasiado los rendimientos, a menos que quieran luchar contra su arsenal de 1 billón de euros, avisan los expertos. Debido a los retrasos en la liquidación, las últimas cifras de compras de activos del BCE sólo cubren el periodo hasta el miércoles pasado inclusive, y no recogen las fuertes ventas en el mercado de bonos del jueves o los días siguientes. “El próximo informe proporcionará pruebas más claras de si el BCE ha aumentado las compras del PEPP”, señalan desde MUFG.

Así que lo más probable es que los bancos centrales aumenten el estímulo, especialmente en la zona euro, manteniendo los costos de los préstamos bajos e ignorando a los agoreros de la inflación, al menos hasta que el crecimiento vuelva a ser como antes de la pandemia por un buen tiempo.

El endurecimiento de la política también podría ahogar el crecimiento, un error costoso cuando decenas de millones de personas siguen sin trabajo tras la mayor crisis económica en tiempos de paz en un siglo. En el peor de los casos, el aumento de los costos de los préstamos podría incluso suscitar problemas de sostenibilidad de la deuda, especialmente en el sur de Europa, muy endeudado, y en los mercados emergentes.

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