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Inflación.

Es, sin ninguna duda, el gran tema del momento: el repunte de la inflación en 2021 y las consecuencias que esto podría tener en las decisiones de los bancos centrales. Si la inflación sube como se espera este año, entonces el mercado podría asistir a un endurecimiento de las políticas monetarias, incluso a alzas de tipos, que acabarían penalizando a las bolsas. La mayoría de los analistas creen que esto no ocurrirá, que no se repetirá lo vivido en los años 70 y que los bancos centrales no cometerán errores del pasado. Sin embargo, ese riesgo está ahí y es demasiado evidente como para obviarlo.

Las últimas declaraciones de los banqueros centrales apoyan la idea del consenso de que no endurecerán sus posturas. El presidente de la Reserva Federal (Fed), Jerome Powell, en su reciente comparecencia en el Club Económico de Nueva York, destacó la importancia de una política monetaria "pacientemente acomodaticia" y añadió que cualquier subida de precios sería transitoria. El Banco de Inglaterra también ha afirmado que no tiene prisa por empezar a retirar sus estímulos. Reino Unido anunció este miércoles un repunte de la inflación del 0,7% en enero, por encima del 0,6% esperado y en máximos de tres meses.

"Hasta que el saneamiento de los mercados laborales no haya progresado lo suficiente, las decisiones de los bancos centrales seguirán inclinándose hacia el lado 'dovish'"

Un retorno gradual de la inflación a los objetivos de los bancos centrales de alrededor del 2% puede ser "neutral o incluso ligeramente positivo" para las economías y los activos como la renta variable, en opinión de la firma alemana Berenberg. "Los bancos centrales podrían entonces reducir lentamente sus estímulos sin poner en peligro la recuperación económica", afirman. "Sin embargo, un aumento sostenido de la inflación más allá de los niveles que los bancos centrales están dispuestos a tolerar les obligaría a pisar el freno con firmeza. Los elevados costes de financiación y el consiguiente desplome del crecimiento económico serían la receta para una importante venta en los mercados de renta variable", advierte.

En general, los expertos creen que los bancos centrales tendrán margen y que este año, y probablemente el que viene, mantendrán estables sus políticas monetarias. Berenberg está convencido de que "al menos para 2021 y 2022 prevalecerá el escenario benigno". En su opinión, ni siquiera la Reserva Federal, que se enfrenta al mayor desafío debido a sus estímulos fiscales "desmesurados" en Estados Unidos, estrangulará el crecimiento.

"Hasta que el saneamiento de los mercados laborales no haya progresado lo suficiente, las decisiones de los bancos centrales seguirán inclinándose hacia el lado 'dovish' (acomodaticio)", augura.

Después de la pandemia, el mundo volverá a la antigua normalidad gradualmente: una inflación menos contenida, aumentos más rápidos del PIB per cápita y de la productividad, así como tipos de interés de los bancos centrales y rendimientos de los bonos más altos. Los expertos asumen que este ajuste de vuelta a la antigua normalidad no será suave, pero esperan que los bancos centrales traten de minimizar el riesgo de un 'taper tamtrum' (el episodio que comenzó cuando la Reserva Federal anunció en mayo de 2013, con Ben Bernanke a la cabeza, una posible reducción anticipada de sus compras de bonos) proporcionando una orientación anticipada más clara sobre sus intenciones de la que la Fed dio entonces.

LA DERIVADA DE LOS BONOS

El mercado de bonos está reflejando estas últimas semanas el temor por esa subida de la inflación, con los rendimientos de los bonos a largo plazo moviéndose al alza (especialmente el bono a 10 años estadounidense) y, por tanto, con la caída de los precios de los mismos (rendimiento y precio se mueven de forma inversa en los bonos).

"De repente todo el mundo habla de la inflación", reconoce Neil Wilson, director de análisis de Markets.com, quien avisa de que las altas rentabilidades que se están viendo en los los bonos provocadas por el riesgo inflacionario podrían generar problemas en otra clase de activos, como las acciones, las divisas e incluso las criptomonedas.

"El riesgo es que, si la rentabilidad de los bonos sube mucho, éstos vuelven a ser atractivos y la renta variable podría sufrir"

Juan José Fernández-Figares, director de análisis de Link Securities, explica que este incremento en el rendimiento de los bonos se debe a que, ante una subida del coste de la vida, los inversores buscan una mayor rentabilidad para sus inversiones, por lo que deshacen sus posiciones en los bonos, que pueden llegar a tener una rentabilidad real mucho más negativa en el caso de que la inflación se dispare. En estas circunstancias aumenta el apetito por el riesgo y sube la renta variable.

"El riesgo es que, si la rentabilidad de los bonos sube mucho, éstos vuelven a ser atractivos y la renta variable podría sufrir. Además, las empresas y los particulares verán incrementar sus costes financieros y accederán menos al crédito, lo que puede tener un impacto negativo en el crecimiento económico", advierte. "Una posibilidad para impedir que ello sea así es que los bancos centrales concentren sus comprar en los bonos a más largo plazo, intentando de este modo evitar que sigan subiendo sus rentabilidades e, incluso, intentar reducirlas", añade.

Los rendimientos de los bonos del Tesoro a 10 años de EEUU subieron bruscamente este martes, hasta el 1,3%, su nivel más alto en un año. "Los rendimientos más altos están actuando como una excusa para reducir la tenencia de acciones", apunta David Madden, de CMC Markets, aunque es verdad que las bolsas, de momento, aguantan.

"En la medida en que el repunte de TIRes (tasas internas de rentabilidad) sea moderado, algo de lo que consideramos se encargará la Fed, (...) debería seguir sirviendo de apoyo a los mercados de renta variable a medio plazo, intensificando el progresivo giro de valores defensivos a cíclicos, aun cuando en el más corto plazo no se puedan descartar ciertas tomas de beneficios", concluye Renta 4.

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