Hoy empieza un Foro Económico de Davos que será, lo quieran o no sus organizadores, descafeinado. No van ni Donald Trump, ni Emmanuel Macron ni Theresa May y la razón oficial es que la complicada situación que atraviesan sus respectivos países les impide acudir al evento.

Trump tiene la administración cerrada, Macron tiene a los chalecos amarillos más que revolucionados y May, ya se sabe. Cierto es que, con tantos problemas, las cosas no están como para que se ausenten de sus países, pero probablemente hay otro motivo para no ir a Davos.

Y es que, un año tras otro, asistimos a la particular puesta en escena de Davos, con sus páramos nevados en Suiza, sus hoteles de lujo, su ambiente vip o sus francotiradores apostados en los tejados. Todo esto hace que el elitismo, al estilo del club Bilderberg, rezume por cada poro y eso, las cosas como son, no gusta a muchos.

Siendo así, es fácil imaginar lo que dirían de Macron, al que muchos tachan de pijo y estirado, si se marcha a Davos en plena crisis de su país, o de May o Trump, por mucho que éste último parezca que pase de las críticas. Lo cierto es que los asesores han acertado en esta ocasión: los tres están mejor en casa, arreglando sus problemas, que en Davos, intentando arreglar el mundo.

Esta semana, en Mercado Amigo: Davos, ¿reunión de líderes o club elitista?

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