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Banderas comisión europea en BruselasAMIO CAJANDER/FLICKR - Archivo

Las maltrechas costuras de la Unión Europea (UE), remendadas a base de años austeridad y pantagruélicos rescates durante la crisis de la deuda de 2008, vuelven a ceder. La pandemia del coronavirus se ha cobrado miles de vidas y ha desatado una recesión global. Sus consecuencias económicas son incalculables y, además, someten nuevamente a una durísima prueba el proyecto europeo, mientras se abren las viejas heridas entre naciones del norte y del sur y se fracasa a la hora de dar una respuesta conjunta. En países como España o Italia, donde el virus hace estragos, el euroescepticismo crece a pasos agigantados mientras se reclaman soluciones y hace mella la pregunta: ¿dónde está la solidaridad europea?

El Tratado de Lisboa cuenta con numerosos artículos que apelan a la cooperación mutua y la coordinación de los Veintisiete en caso de necesidad. Otros reglamentos son más precisos y reflejan la obligatoriedad de dar una respuesta concertada si uno de sus países sufre. Por ejemplo, el artículo 222 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea reza: “La Unión y sus estados miembros actuarán conjuntamente con espíritu de solidaridad si un Estado miembro es objeto de un ataque terrorista o víctima de una catástrofe natural o de origen humano”. Por el momento, se ha tratado de cubrir el expediente con el Fondo de Solidaridad, que ha ampliado su cobertura a catástrofes naturales y está movilizando sus fondos para ayudar a los países más perjudicados.

Asimismo, la Comisión Europea ha puesto en marcha un grupo de trabajo y para amortiguar el impacto en los medios de vida de las personas y en la economía, el organismo ha adoptado una respuesta económica global al brote, ha flexibilizado al máximo las normas presupuestarias de la UE, ha revisado sus normas en materia de ayudas estatales y ha establecido una iniciativa de inversión en respuesta al coronavirus, dotada con 37.000 millones de euros, para proporcionar liquidez a las pequeñas empresas y al sector de la asistencia sanitaria.

Pero todas estas medidas serán insuficientes en la fase de recuperación de la pandemia, cuando existen riesgos de un cataclismo geopolítico sin precedentes, según algunas previsiones. Economistas y analistas financieros exigen una “iniciativa a nivel europeo” que contemple ayudas para las regiones más perjudicadas. “Los estímulos locales como los implementados en Alemania son importantísimos en este momento”, escriben los expertos de Bank of America, “pero la zona euro necesita un golpe de confianza y un movimiento global en toda Europa que ayude a su cohesión”, indican, en un momento en que ha sido cuestionada por políticos de países como Francia.

La cumbre de la UE de la semana pasada acabó sin consenso sobre cómo proceder, se descartó la opción de los eurobonos, ya desechada en la crisis de hace 12 años, y los Veintisiete se dieron dos semanas de plazo para hallar nuevas soluciones. Desde entonces, las divisiones en el bloque se han hecho cada vez más evidentes, con los países del sur enfurecidos por la resistencia del norte a ofrecer más apoyo y el empecinamiento alemán y holandés a que Italia y España acudan al Mecanismo de Estabilidad Europeo (MEDE), para obtener un rescate ante una causa de fuerza mayor. En contraste, el banco de inversión estadounidense insiste en que “una respuesta común como emisiones de deuda conjunta podría ser muy útil tanto en términos económicos como simbólicos para garantizar que todos los socios del euro superan esta crisis con el menor daño posible a largo plazo”.

CRISIS DE CREDIBILIDAD

Las voces críticas en las instituciones europeas y en países como Francia no han dejado de llamar a la rectificación, en medio de agoreros mensajes sobre que esta será la crisis definitiva que romperá el proyecto comunitario. La forma en que la UE responda al brote de coronavirus determinará su credibilidad futura, declaró un ministro francés este domingo. "Si Europa sólo es un mercado único cuando los tiempos son buenos, no tiene sentido", subrayó la ministra de Asuntos Europeos gala, Amelie de Montchalin. "Si Europa puede morir, es de inacción", agregó el presidente francés Emmanuel Macron el mismo día. “Algunos actúan como si España e Italia fuesen responsables del virus”, lamentó para rematar que ”Francia luchará por una Europa solidaria”.

El canciller austríaco Sebastian Kurz también denunció el doble rasero dentro del club europeo a la hora de suministrar material sanitario, a la vez que avisó que cuando acabe la crisis “deberá haber un debate serio en el seno de la UE”. Y desde París se ha advertido a Alemania y Países Bajos de que no habrá un repunte económico si el resto de Europa sigue enfermo, lo que afectará a las exportaciones de la locomotora germana, entre otras cosas.

David Sassoli, el presidente del Parlamento Europeo, se hizo eco de sus palabras y recurrió a Twitter para instar a una unidad más fuerte frente a la pandemia. “Aquellos países que aún dudan: ¿a quién le venderán su tecnología o sus tulipanes si el mercado europeo no está protegido?" escribió Sassoli en referencia clara a los países que se oponen a los "coronabonos" para relanzar la economía de la UE.

Sin embargo, los expertos de Pantheon Macroeconomics señalan que el debate de las emisión de deuda conjunta es una mera distracción. Y desconfían de la capacidad de que el bloque “aporte salidas a la crisis que no se puedan aplicar de manera más eficiente desde los gobiernos nacionales”. “El desafío clave ahora es conseguir que todas estas ayudas se transmitan correctamente en las economías individuales”, añaden, porque “la UE tiene poca influencia sobre la salud de los estados miembros”. Sin embargo, creen que seguirán las discusiones sobre este asunto que no harán otra cosa que dañar la confianza, especialmente la económica, mientras crece el euroescepticismo y los populismos sacan tajada.

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