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Mientras en China y otros países asiáticos el avance de los nuevos contagios de Covid-19, a causa de la variante Delta, hace estragos y fuerza a sus gobiernos a imponer nuevas restricciones a desplazamientos y viajes, en la mayoría de países de Europa continental, con excepción de España, esta cepa aún no se ha impuesto en grandes proporciones. De hecho, los analistas de Schroeders destacan que “la eurozona está saliendo de su segunda recesión desde el inicio de la pandemia, mientras las empresas reabren poco a poco”. Y atribuyen al buen ritmo de la vacunación y al éxito de las medidas adoptadas que se dibuje un panorama halagüeño en lo que queda de verano y de cara a la segunda mitad del año.

Los cuatro grandes Estados miembros de la eurozona superaron al Reino Unido y a Estados Unidos en cuanto al número de vacunaciones diarias a finales de mayo y desde entonces han conseguido acortar la distancia con respecto a la proporción de la población que se ha vacunado total o parcialmente. España, Italia y Alemania tienen ahora más de la mitad de su población totalmente vacunada, mientras que Francia se queda un poco atrás, con cerca del 45%. En cuanto a las restricciones, “siguen existiendo en los servicios de contacto que limitan o prohíben ciertas actividades, pero la lenta vuelta a cierta normalidad es bienvenida por todos”, indican los expertos.

Se muestran prudentes al afirmar que “todavía es demasiado pronto para cantar victoria contra el virus”, sobre todo porque el Reino Unido, donde la cepa Delta sí ha dejado un número ingente de nuevos casos, acaba de levantar todas las restricciones legales. “Pueden pasar una o dos semanas antes de que veamos un nuevo aumento de los casos. Sin embargo, los datos obtenidos hasta ahora son alentadores y deberían animar a los países con altas tasas de vacunación a seguir retirando restricciones”, afirman. “Puede que incluso se permita viajar más de lo que se pensaba, lo que sería increíblemente útil para la industria del turismo y los países del sur de Europa que más se benefician de los turistas”.

Dada la precipitada caída de la actividad el año pasado, esperan los expertos de la gestora que “se experimentara un fuerte repunte una vez levantadas las restricciones. A pesar de que el desbloqueo ha sido sólo parcial, los indicadores de actividad, como los macroíndices compuestos de gestores de compras (PMI), se han disparado”. De hecho, el PMI agregado de la zona euro está en su nivel más alto desde febrero de 2000.

“La indecisión y la preocupación por el virus harán que la demanda tarde en volver a los niveles normales, pero cabe mencionar que, a diferencia de la demanda de bienes, la contención en demanda de servicios probablemente durará poco”, afirman. “Sí, es probable que ese primer corte de pelo después de varios meses dé la sensación de ser un lujo, pero la demanda posterior seguirá un patrón regular”, comentan los analistas.

¿QUÉ PASARÁ CON EL AHORRO DE LOS HOGARES? ¿Y LA INFLACIÓN?

En este sentido, arguyen los economistas de la multinacional británica de gestión de activos que una de las novedades más interesantes de la pandemia para la economía es el aumento de las tasas de ahorro de los hogares y lo que ello significa para las perspectivas del consumo. El consumo de los hogares es el mayor componente del PIB de la mayoría de las economías desarrolladas, por lo que las perspectivas de gasto son fundamentales.

Sin embargo, los datos de las encuestas empresariales apuntan a que la escasez de oferta y los cuellos de botella en la producción han obligado a las empresas a subir sus precios últimamente. Si a estas condiciones se suma un repentino estallido de la demanda gracias a la caída de las tasas de ahorro, las empresas podrían responder con nuevas subidas de precios. Este sería el caso, sobre todo, si creen que el nivel de demanda es temporal y/o insostenible.

“Los precios más altos disuadirán de gastar”, comentan desde Schroders, pero también implica que “una mayor parte del crecimiento del gasto se perderá en la inflación, por lo que no se traducirá en un mayor crecimiento económico en términos reales”. Y apuntan a que esto aumenta el riesgo de que los trabajadores exijan un salario más alto para compensar, lo que a su vez eleva los costes para las empresas, y potencialmente desencadena lo que suele denominarse “un efecto de segunda ronda”.

Finalmente, concluyen que es probable que el Banco Central Europeo (BCE) no responda ante una inflación mucho más elevada a corto plazo. En el marco de su revisión de la estrategia a largo plazo, el BCE acaba de modificar su objetivo de inflación, pasando a un objetivo simétrico del 2%, sin especificar ninguna banda (como la del Banco de Inglaterra, de un punto porcentual).

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