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"El mundo está en un punto de inflexión en más de un sentido" por la guerra de Ucrania. Es la reflexión que lanzan los analistas de Danske Bank en uno de sus últimos informes, en el que pronostican que sea cual sea el resultado de este conflicto armado, hay cinco tendencias que podrían impulsar la economía mundial en los próximos 5-10 años.

Estos estrategas reconocen que "es demasiado pronto para juzgar cuál será el resultado a largo plazo de la guerra en Ucrania", pero identifican las tendencias que, a su juicio, actuarán como impulsoras en los próximos años "independientemente de los resultados geopolíticos". Son las siguientes:

1. Un mundo más fragmentado, Occidente más unificado y la UE más integrada

"Consideramos que existe un mayor riesgo de una nueva guerra fría (riesgo menor pero no despreciable de una guerra caliente más amplia), que dividiría el mundo en estrictas zonas de interés, una democrática occidental y otra oriental autocrática, acabando con la globalización en su forma actual", apuntan estos expertos.

Se trata de un "escenario extremo" que no es la línea de base de Danske Bank, sino una versión más suave de los bloques geopolíticos y económicos, en el que seguiría habiendo comercio internacional por encima de las fronteras de los bloques, pero "la integración no continuaría, sino más bien lo contrario". El abastecimiento cercano iría a más en los próximos 10 años y las cadenas de suministro se traería de vuelta a casa, lo que ejercería una "presión a la baja sobre el crecimiento" y que los efectos positivos de la especialización que ha hecho posible la globalización "se reviertan".

Además, las presiones inflacionistas "serían mayores en este escenario" que en las últimas décadas debido a un mundo menos integrado globalmente, una menor especialización y más presiones al alza de los precios dado que una cantidad cada vez mayor de tareas se realizarían en zonas con una mano de obra que envejece rápidamente y con costes laborales más elevados. "La digitalización y la automatización podrían aliviar esta presión, pero estos efectos también vienen con un retraso considerable", destaca Danske Bank.

Cree que en este tipo de mundo dividido geopolíticamente "el papel de la UE podría ser aún más importante con su gran mercado interior". "El aumento de las tensiones geopolíticas también exige una UE más fuerte y estable. Una mayor integración fiscal lo permitiría, pero a costa de una menor soberanía de los Estados miembros", afirman los expertos de esta firma, que recuerdan que, históricamente, la UE "ha dado sus mayores saltos en tiempos de crisis y es lo que esperamos que ocurra también esta vez".

2. Aumento del gasto público en defensa y transición ecológica en Europa

Tras la invasión rusa de Ucrania, varios países de la UE han anunciado que aumentarán el gasto en defensa, España entre ellos. De momento solo tres países, Francia, Noruega y Finlandia, gastan el 2% del PIB en defensa (en línea con la recomendación de la OTAN). En otros países, el gasto en defensa se mueve en torno al 1,5% del PIB y, por ejemplo, en España, el gasto en defensa solo alcanza el 1% del PIB.

"El aumento previsto del gasto en defensa tendrá repercusiones tanto económicas como políticas", dicen los analistas de Danske Bank, que creen que las empresas privadas que operan en el sector de la defensa "probablemente se beneficiarán", sobre todo si vamos a un nuevo periodo de 'guerra fría'. En cualquier caso, la industria de defensa se verá beneficiada, y es probable que "Europa alcance a EEUU en cuanto a su gasto en defensa y capacidad militar, lo que, con el tiempo, debería mejorar el equilibrio de poder entre los países miembros de la OTAN".

También mencionan estos expertos el hecho de que la guerra "está llevando a Europa a reducir su dependencia de las importaciones energéticas rusas", y señalan que con el tiempo esto "requerirá inversiones masivas en la transición ecológica". Es un tema que suele llevar mucho tiempo ya que suele haber un "desfase de varios años" entre una decisión de inversión y la inversión real en infraestructuras, pero pronostican que "un fuerte apoyo político debería garantizar un entorno favorable para las inversiones verdes en el futuro".

Asimismo, el banco danés cree que aunque es probable que las energías renovables "sean más baratas que las fósiles a largo plazo", el aumento de la volatilidad de los precios de otras materias primas como consecuencia de desajustes temporales o más permanentes entre la oferta y la demanda "podría contribuir a las presiones inflacionistas al alza". Y en un escenario de menor crecimiento económico, lo más seguro es que las inversiones en defensa y transición verde se financien con deuda, "lo que añadirá más presión a las finanzas públicas".

3. Envejecimiento de la población activa

Tal y como explican estos analistas, en las últimas décadas "la abundancia de mano de obra cualificada ha desempeñado un papel importante parte de la evolución de la economía mundial". Ha proliferado la subcontratación a regiones con mano de obra más barata entre muchas empresas para aumentar los beneficios, hecho que ha "desempeñado un papel importante para sacar a cientos de millones de personas de la pobreza extrema, especialmente en China, pero también en otros países de Asia".

Sin embargo, las tensiones geopolíticas, junto con el envejecimiento, no solo de la mano de obra en Occidente, sino también en China, hacen que esta situación cambie. "La mano de obra barata solo es relevante si tiene las aptitudes adecuadas y vive en zonas lo suficientemente estables desde el punto de vista político y económico como para tener instalaciones de producción", remarcan estos analistas. Es decir, que la externalización "solo es relevante si el país al que se subcontrata es un compañero de confianza y estable".

El problema es que el envejecimiento de la población "puede desempeñar durante las próximas décadas un papel importante en el aumento de las presiones inflacionistas debido a la escasez de mano de obra". En palabras de los estrategas de Danske, "si la presión resulta ser de naturaleza más permanente, esto debería conducir a un cambio hacia una mayor atención al capital en relación con la mano de obra en el proceso de producción, ya que el capital se considera relativamente más barato en comparación con la mano de obra".

Creen que el aumento de las inversiones, la automatización y la robotización, junto con la deslocalización, podrían impulsar el crecimiento de la productividad, que ha sido lento durante décadas, pero este tipo de resultado positivo ahora mismo "está muy lejos y hay muchos choques y fenómenos que podrían cambiar el rumbo".

4. Las cuestiones ESG son cada vez más complejas

La comunidad empresarial se ha entregado a la 'moda' de la integración de los aspectos medioambientales, sociales y de gobernanza en toda la gama de sus actividades. Hoy en día las empresas responsables construyen sus modelos de negocio en torno a la sostenibilidad, no sólo garantizando que los riesgos ESG se gestionen adecuadamente en sus cadenas de producción, sino que además ofrecen productos o servicios que contribuyen a resolver algunos de los grandes retos de nuestro tiempo, como el cambio climático.

"Creemos que el interés de las empresas por la sostenibilidad se reforzará en el futuro, ya que el tema sigue siendo prioritario en la agenda de las empresas", afirman los analistas de Danske Bank. Sin embargo, también esperan "un cambio de enfoque en los aspectos sociales y de gobernanza, como resultado de las consecuencias de la crisis económica y del efecto para las empresas de las sanciones contra Rusia, pero también por la mayor concienciación sobre los derechos humanos y las cuestiones de gobernanza en China".

En este sentido, consideran que "como resultado de la guerra en Ucrania, la atención a la buena gobernanza también va en aumento", y aunque las sanciones no prohíban a una empresa operar en Rusia, "lo más probable es que los riesgos para la reputación sí lo hagan". Danske cree que los directivos de las empresas "prestarán más atención a los riesgos políticos y de país a la hora de evaluar los mercados a los que dirigirse y cómo organizar su producción".

Al mismo tiempo, el abandono de las operaciones en cualquier mercado también tendrá repercusiones sociales. "Las empresas responsables se verán obligadas a tener en cuenta que la retirada provocará, por ejemplo, la pérdida de puestos de trabajo". "Las crecientes exigencias no dejarán a las empresas otra opción que integrar la sostenibilidad en sus estrategias y modelos de negocio", concluyen.

5. La desglobalización provoca precios más persistentes

Todo lo anterior limita la globalización. "Vemos que todas las tendencias dominantes en este momento nos empujan a una ralentización de la globalización, posiblemente incluso a un retroceso", afirman estos expertos, que apuntan que el proceso "será gradual y será mucho más visible en algunas áreas, como la producción de energía". En el mejor de los casos, destacan, muchas de estas tendencias pueden "estimular la innovación y las inversiones a largo plazo, pero antes de que esto se ponga en marcha, si es que lo hace, creará un entorno más inflacionista".

Y esto, a su vez, "obligará a los bancos centrales a prestar mucha más atención a sus mandatos de estabilidad de precios". Por eso en Danske Bank creen que el próximo año los bancos centrales "harán 'lo que sea necesario' para garantizar que las expectativas de inflación, una medida clave de su credibilidad, se mantengan ancladas". ¿Esto qué significa? Pues que "los tipos de interés podrían subir pronto a niveles que no se veían desde hace una década o más". Y el tiempo que los tipos se mantengan altos dependerá de la persistencia de las presiones inflacionistas.

"En el mejor de los casos, el repunte de las innovaciones y la productividad dominan a largo plazo, impulsando el crecimiento económico y haciendo que el endurecimiento de la política monetaria sea menos problemático. Pero en el peor de los casos, la economía mundial acaba en una trampa de estanflación, perjudicial no sólo para desarrollo económico, sino también para la cohesión social en general", dicen estos expertos que podría pasar.

En cualquier caso, mientras la pandemia se termina de desvanecer y la guerra en Ucrania deja de provocar turbulencias en los mercados, seguirá habiendo "mucha incertidumbre" y solo una cosa es segura: "las repercusiones de estos dos 'cisnes negros' tendrán implicaciones duraderas en el entorno operativo de las empresas mundiales".

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