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La alta inflación y el entorno incierto han provocado que el sector manufacturero español entrara en julio en territorio de contracción, algo que sucede por primera vez en un año y medio, según se refleja en el índice PMI. La demanda sufrió una reducción notable, tanto en el mercado nacional como internacional. Mientras que la confianza en el futuro cae bruscamente.

El índice PMI del sector Manufacturero español, elaborado por S&P Global, disminuyó por segundo mes consecutivo en julio, y se situó por debajo del nivel de ausencia de cambios de 50 por primera vez desde febrero de 2021. Después de tener en cuenta los factores estacionales, el índice registró 48,7, por debajo de 52,6 registrado en junio y su nivel más bajo desde mayo de 2020.

El deterioro de la salud del sector reflejó en gran medida una caída considerable de los nuevos pedidos debido a que la demanda se debilitó en un momento de fuertes presiones inflacionistas e incertidumbre económica generalizada. La producción y el empleo también registraron una contracción, mientras que las expectativas para la producción se desplomaron a un nivel similar al de marzo pasado, cuando la confianza cayó tras el comienzo de la guerra en Ucrania.

El sector manufacturero experimentó la mayor caída de los nuevos pedidos en más de dos años en julio. Las empresas encuestadas informaron que las ventas se han desplomado debido a un entorno cada vez más incierto, y algunas empresas prevén una recesión en la segunda mitad del año. Los altos precios también afectaron la demanda, mientras que factores similares también conllevaron a una disminución comparable en los nuevos pedidos de exportación.

Inevitablemente, la falta de nuevos pedidos tuvo un impacto negativo en la producción. La encuesta de julio mostró la primera contracción de la producción desde enero de 2021, ya que las empresas redujeron la producción en respuesta a la disminución de las cargas de trabajo. Cualquier exceso de producción sobre las nuevas ventas se destinó a completar los contratos existentes, que disminuyeron al ritmo más rápido en casi dos años. Las empresas también optaron por reducir sus inventarios de almacén como parte de las medidas de reducción de costes dadas las bajas expectativas de producción para los próximos doce meses.

De hecho, la confianza empresarial cayó en julio a uno de los niveles más bajos desde el apogeo de la pandemia de la COVID-19 en la primavera de 2020. La alta inflación, la guerra en curso en Ucrania y los temores de una escalada de una recesión económica en los últimos meses de 2022 sirvieron para socavar el optimismo. Dichas preocupaciones se trasladaron a las decisiones de contratación, ya que el nivel de empleo cayó por primera vez en diecisiete meses en julio.

LA INFLACIÓN MANTIENE SU TENDENCIA A LA BAJA

Respecto a los precios, la inflación de los costes de los insumos siguió elevada, aunque mantuvo su reciente tendencia a la baja hasta alcanzar su tasa más reducida desde febrero de 2021. Hubo algunos informes de que la disminución de la demanda de insumos (la actividad de compra entre los fabricantes españoles cayó por segundo mes consecutivo en julio) provocó cierta presión a la baja en la inflación.

No obstante, los combustibles y la energía siguieron siendo fuentes de inflación clave y, de nuevo, las empresas no tuvieron otra opción que aumentar sus tarifas a una tasa considerable.

Por último, los retrasos en las cadenas de suministro persistieron, reflejando los desafíos logísticos y de inventario existentes entre los proveedores. No obstante, el grado de alargamiento de los plazos de entrega fue el más débil registrado por el estudio desde finales de 2020.

Desde S&P Global Market Intelligence comentan que "la alta inflación, junto con la considerable incertidumbre económica a corto plazo actualmente existente en España y en todo el mundo, perjudicaron intensamente la economía manufacturera en julio. La demanda sufrió una reducción notable, tanto en el mercado nacional como internacional, lo que provocó una contracción en la producción por primera vez en un año y medio".

"Puesto que los pedidos pendientes de realización disminuyeron notablemente y la reducción de existencias se ha puesto ahora en marcha, la perspectiva a corto plazo para la producción es claramente a la baja. Dicha tendencia bajista también se observa en las expectativas de las empresas, que se desplomaron notablemente a un nivel similar al observado en marzo pasado, cuando empezó la escalada del conflicto en Ucrania", añaden.

Señalan también que las empresas "están cada vez más preocupadas por la continuación de la recesión económica en los próximos meses y, por ello, están tomando posiciones cada vez más defensivas, tal y como lo demuestran los recortes de empleo, de los inventarios y de las compras".

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