MADRID, 20 (EUROPA PRESS)

El golfista español Sergio García cerró este viernes hundido y dudando de su ilusión por competir el Abierto Británico que se está disputando en Carnoustie, donde encadenó su cuarto 'major' sin pasar del corte después de dos jornadas en las que no logró cambiar la mala dinámica de altibajos desde que alcanzara su sueño profesional en Augusta 2017.

"No lo sé", respondió al ser preguntado por si había perdido la ilusión y la alegría por jugar al golf. El de Borriol firmó una escueta rueda de prensa ante los periodistas españoles en el recorrido escocés, donde sus gestos y palabras sí hablaban de un duro pesar, lejos de divertirse jugando al golf.

Sergio García debutó ayer con una aciaga primera jornada en 75 golpes, cuatro sobre par. Todo le salió mal al español, que probó todos los obstáculos del campo, y este viernes se llevó otro golpe. El campeón el año pasado del Masters llegó a ponerse dos bajo par de cara a los últimos tres hoyos, el gran desafío de Carnoustie.

En el 16, el español firmó un 'doble-bogey' que no había digerido aún cuando llegó a la rueda de prensa. "Espectaculares (sensaciones), otro corte fallado", dijo con un sarcasmo que no ocultaba su malestar. Sergio llegó a la cuna del golf con algo de respiro tras su paso por Alemania y Francia, pero en una mala dinámica de juego.

No fueron suficientes esas jornadas aleatorias, para cambiar el paso a un momento delicado, que sin embargo comenzó con su mayor sueño, ganar un 'Grand Slam'. El éxito profesional y la alegría familiar, con boda y paternidad, dieron paso a una carrera de tumbos, con malas actuaciones y dañinos cruces con aficionados.

El juego se resintió en especial en los 'major', donde acumuló por primera vez en su carrera tres cortes fallados, ahora cuatro. El castellonense no tenía la clave de lo ocurrido. "En todo, los últimos tres meses la cosa está complicada. He dado golpes malos, algunos golpes buenos, y al final, a casa", afirmó.

Sergio García se despidió así de su regreso a Carnoustie, donde en 2007 desaprovechó un 'putt' de poco más de dos metros para ser campeón. Sus declaraciones y tono recuerdan al "no soy suficientemente bueno para ganar un 'grande'" que dijo en 2012, en medio de otra crisis de juego e identidad por culpa de la obsesión por entrar en una elite a la que sin duda pertenece.

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