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El vicepresidente del BCE, Luis de Guindos.

Los bancos españoles no solo tienen recursos para contener la morosidad y evitar problemas de solvencia (los créditos ICO y las moratorias de crédito), sino que también cuentan con un truco para amortiguar la caída del beneficio por culpa de la crisis. Es el llamado 'carry trade', que básicamente consiste en tomar dinero prestado en el BCE e invertirlo en deuda pública. En ambos casos los tipos son negativos, pero hay una notable diferencia que se embolsan como beneficio las entidades.

Las condiciones de la liquidez extraordinaria del BCE, los llamados TLTRO (operaciones de financiación a plazo más largo con objetivo específico, en español), permiten a los bancos financiarse a cuatro años a un tipo de interés de entre -100 puntos básicos (-1%) y -50 puntos básicos (-0,5%), en función del crédito que concedan a las pymes.

El 'carry trade' consiste en coger ese dinero e invertirlo en un activo sin riesgo que dé un interés mayor (en este caso, menos negativo). Sin ir más lejos, pueden hacerlo en el bono español y, para que no haya un desfase de plazos, pueden coger el de 4 años. Ayer su rentabilidad cerró en el -0,21%, también negativo.

De esta forma, las entidades ganan la diferencia entre el -0,5% o el -1% que les pagará el BCE por prestarles dinero (recuerden que hablamos de tipos negativos, un mundo en el que el que presta dinero paga por ello en vez de cobrar) y el 0,21% que ellos pagarán al Tesoro español por sus bonos. Si encima invierten en bonos de un país más solvente, como Alemania, el tipo de sus bonos será menos negativo y esa ganancia será menor.

Estamos hablando de rentabilidades pequeñas, pero si estas operaciones se hacen en grandes volúmenes, los bancos pueden ganar mucho dinero. No sería la primera vez: en la crisis financiera también fue un recurso utilizado ampliamente por el sector gracias a las facilidades que también dio entonces el BCE. E históricamente lo han hecho los grandes inversores internacionales financiándose en una divisa con tipos más bajos para invertir en deuda de otra divisa con intereses más altos.

La autoridad monetaria que preside Christine Lagarde exige que, para financiarse al tipo más bajo, las entidades mantengan su volumen de crédito a pymes y autónomos, condición que no tendrán problema en cumplir gracias a los préstamos avalados por el ICO.

AL GOBIERNO TAMBIÉN LE INTERESA

Esta operativa también le viene muy bien al Gobierno, porque tiene que emitir una cantidad inmensa de deuda para financiar el fuerte incremento del déficit público provocado por el confinamiento. Y necesita que los bancos se la compren, aparte de los inversores institucionales extranjeros -siempre con la garantía de las compras del BCE-. De momento, lo está consiguiendo: la prima de riesgo sigue bajando gracias al fondo anunciado por Francia y Alemania, y a los nuevos estímulos del BCE. De hecho, esta semana el Tesoro ha aprovechado esta coyuntura para emitir un bono sindicado a 20 años por 12.000 millones.

Por supuesto, no todo el mundo gana. Esa deuda habrá que devolverla algún día, por lo que esta práctica supone un impuesto para las generaciones futuras. Y el BCE en algún momento tendrá que dejar de comprar deuda y reducir su balance, algo que nadie sabe cómo se podrá hacer (si es que alguna vez es posible). Pero, mientras tanto, los bancos ganan dinero y el Gobierno emite deuda sin coste. Todos contentos.

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