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La economía de China ha pisado el freno en los últimos meses. El crecimiento del PIB en el segundo trimestre fue únicamente de un 0,4%, muy por debajo de las expectativas, y los PMI de agosto confirman que la mala tendencia continúa, ya que tanto el índice Caixin/Markit como el PMI manufacturero han mostrado que la actividad en las fábricas chinas está en contracción. El gigante asiático fijó su objetivo de crecimiento para 2022 en el 5,5%, un cálculo “muy optimista” para algunos expertos. Además, en lo que va de año el Shanghái Composite, ha caído un 12% y podría desplomarse otro 20% más, según Morgan Stanley. ¿Cómo se ha llegado a esta situación? La “receta” de este desastre económico cuenta con varios “ingredientes”, pero dos destacan por encima del resto: el desplome del mercado inmobiliario y los confinamientos masivos.

En primer lugar, el sector inmobiliario ha sido uno de los principales motores del crecimiento de China en las últimas décadas. Según Rabobank, el peso relativo del sector en el PIB chino es del 25% y su cuota ha ido aumentando “desde la privatización del sector en los 90” a lo largo de los años. “Los gobiernos locales, que tenían dificultades para cumplir sus objetivos de crecimiento, estaban dispuestos a ofrecer al sector inmobiliario incentivos financieros para construir con el fin de registrar cifras de crecimiento favorables”, explican desde el banco neerlandés. Esto, indican, ha llevado gradualmente a un exceso de oferta en el mercado inmobiliario.

Sin embargo, igual o más importante es el funcionamiento del sistema de preventa. “Los compradores de viviendas pagan una cantidad por adelantado (que suele rondar el 30% del valor de la vivienda) antes de que se construya”, cuenta Teeuwe Mevissen, estratega senior de la firma holandesa. Así, tanto las autoridades locales como los bancos tienen que controlar el uso de estos fondos por parte de los promotores inmobiliarios y solo después de que se cumplan ciertos hitos pueden acceder a ellos. Sin embargo, en la práctica ocurre que los bancos dan acceso a estos fondos mucho antes de que se alcancen estos objetivos.

“Los promotores inmobiliarios han utilizado estos fondos para adquirir nuevos terrenos que utilizarían como garantía para obtener nuevos préstamos de los bancos para iniciar los proyectos”, relata Mevissen, “A continuación, los promotores inmobiliarios recibirían nuevos anticipos, tras lo cual el proceso que acabamos de describir vuelve a empezar”. Para el experto de Rabobank, este sistema cada vez tenía más características de un “esquema Ponzi” o estafa piramidal, ya que “solo una parte de los pagos iniciales se utilizaba realmente para la construcción del edificio”. Pero el problema va más allá.

ACERÍAS Y BONOS SE HUNDEN

El sector siderúrgico y el inmobiliario están íntimamente relacionados en China. Tanto es así que Li Ganpo, fundador de Hebei Jingye Steel Group, la séptima compañía que más toneladas de acero produjo en 2021 según datos de la World Steel Association, lanzó un aviso muy claro el pasado junio: si el sector inmobiliario no remonta, un tercio de las acerías chinas podrían declararse en quiebra. Se calcula que un tercio de la demanda nacional de acero procede del sector inmobiliario de China.

“No es de extrañar, por tanto, que el PMI del sector siderúrgico chino haya caído otros 3,2 puntos desde junio, situándose en un nivel de sólo 33 puntos, lo que indica unas perspectivas nefastas para la industria siderúrgica china”, afirman desde Rabobank. Pero no es el único sector afectado.

La crisis inmobiliaria china, apuntan los expertos de la firma neerlandesa, tiene un mayor impacto todavía en los precios de las acciones y los bonos. “Con algunas excepciones —como el segundo mayor promotor inmobiliario, Vanke—, muchos bonos (en el extranjero) de promotores inmobiliarios chinos cotizan por debajo de los 10 centavos, lo que indica que los inversores apenas esperan recuperar sus inversiones”, explican.

Así, con la huida de los inversores extranjeros del mercado de bonos inmobiliarios, cualquier financiación para el sector inmobiliario tendría que proceder del sector financiero o del gobierno local. “Debería ser obvio que el sector financiero no está aprovechando la oportunidad de refinanciar el sector inmobiliario, a pesar de los repetidos llamamientos de los reguladores para que aumenten los préstamos”, afirman desde Rabobank.

Más allá de la crisis actual, el sector se enfrenta a profundos desafíos al tiempo que el modelo de crecimiento que ha sostenido la economía china durante décadas muestra signos de tensión. Leland Miller, director ejecutivo de China Beige Book, señala a ‘Bloomberg’ que “con la propiedad habiendo perdido su manto como motor de crecimiento preeminente, las materias primas clave como el acero ya no tienen el beneficio de un acceso a un crédito infinito”. El principal obstáculo para acero y bonos es el gran número de inmuebles sin terminar, algo que también ha causado el descontento de la población.

LA REBELIÓN DE LAS HIPOTECAS

Recientemente, un número cada vez mayor de compradores de viviendas dejó de pagar sus hipotecas por estos proyectos inacabados. “Lo que empezó con un pequeño grupo de ciudadanos rebeldes que se negaban a pagar sus hipotecas, se ha extendido a al menos cientos de proyectos en no menos de 100 ciudades”, explica Mevissen.

La situación se ha complicado, especialmente en las provincias de Henan y Hunan. Y por si no fuera suficiente, cientos de contratistas se unieron a las filas y se niegan a pagar sus deudas debido a las cantidades pendientes que les pertenecen a los promotores inmobiliarios.

La propagación del boicot hipotecario llamó rápidamente la atención de Pekín. El pasado julio, la Comisión Reguladora de Bancos y Seguros de China (CBIRC) instó a las entidades financieras a conceder préstamos a proyectos inmobiliarios cualificados y a satisfacer las necesidades de financiación de los promotores cuando sea razonable.

“Aunque los bancos chinos afirman que su crédito en riesgo actual asciende a 2,1 billones de yuanes y que, por tanto, sería controlable, es probable que esta cifra subestime gravemente la verdadera dimensión del problema”, afirman desde Rabobank. Según cálculos del banco neerlandés, si solo el 1% de los créditos inmobiliarios pendientes para viviendas individuales estuvieran en riesgo de impago, esta cifra se situaría ya en 388.000 millones de yuanes.

“Algunos estiman que 2,1 millones de hipotecas podrían verse afectadas y el importe total de los préstamos morosos asciende actualmente a 2,85 billones de yuanes”, señala Mevissen, quien subraya que aproximadamente más del 25% de la morosidad podría atribuirse al sector inmobiliario. De ser así, esto supondría una deuda de 750.000 millones de yuanes (110.000 millones de dólares), según cálculos de la firma holandesa.

“El mercado está valorando actualmente 130.000 millones de dólares de pérdidas y dos tercios de los bonos ‘offshore’ en dólares cotizan por debajo de los 70 centavos de dólar”, señala Rabobank, al tiempo que subraya otro importante reto del sector: la pronunciada caída de las ventas. Un ejemplo: en mayo de 2021, Sunac China, uno de los más importantes promotores inmobiliarios, ingresó 70.800 millones de yuanes; a cierre del mismo ejercicio en 2022, la caída de los ingresos fue del 82%, hasta los 12.900 millones de yuanes.

CHINA NO AFLOJA FRENTE AL COVID-19

Mientras buena parte del mundo ha optado por la vía de convivencia con el SARS-CoV-2, China se mantiene firma en su política de tolerancia cero contra la enfermedad. En los últimos meses, el gigante asiático se ha apresurado a confinar bloques de apartamentos, barrios, distritos y hasta ciudades enteras si ha sido necesario. Todo con tal de cortar la expansión del virus. Sin embargo, esta política ha dejado su huella en el país.

Quizá el confinamiento más famoso ha sido el de Shanghái, la capital financiera china. Desde el 14 de marzo se empezaron a imponer restricciones a la movilidad para luego cerrar por completo la ciudad entre el 1 de abril y el 1 de junio. Sin embargo, la ciudad ha seguido sufriendo el cierre localizado de edificios o barrios cada vez que ha habido un mínimo repunte de los casos. Además, se han establecido controles obligatorios periódicos para utilizar el transporte público o entrar en espacios interiores como oficinas o restaurantes.

Como resultado, la demanda de todo tipo de productos sigue estando muy por debajo de los niveles anteriores al bloqueo, mientras que algunos indicadores muestran que Shanghái. De acuerdo con distintos datos oficiales, las ventas al por menor en la ciudad cayeron un 4,3% en junio con respecto al año anterior y aumentaron un escaso 0,3% en julio, tras una caída media del 35% en los tres meses anteriores, a partir de marzo, cuando comenzó el brote. Según otros indicadores de Bloomberg, han hecho falta tres meses desde el fin del confinamiento para que el tráfico vuelva a su nivel habitual.

Ahora mismo, China está luchando contra la ola más amplia de coronavirus a la que se ha enfrentado el país desde 2021. El pasado 30 de agosto, las 31 provincias continentales registraron al menos un caso local de Covid-19 en los últimos diez días, lo que refleja la mayor exposición al virus desde al menos febrero de 2021, cuando las autoridades sanitarias nacionales empezaron a divulgar registros detallados sobre los lugares donde se producían diariamente infecciones asintomáticas.

Como era de esperar, los confinamientos masivos han comenzado. Desde este jueves, Chengdu, la metrópolis del suroeste con más de 21 millones de habitantes, está completamente cerrada. Es el confinamiento más grande desde el cierre de Shanghái y se produce después de que se notificaran poco más de 700 casos entre el lunes 29 de agosto y el jueves 1 de septiembre, según datos de la administración local recopilados por ‘Bloomberg’. Solo una persona podrá salir a hacer la compra una vez al día, siempre que tenga una prueba negativa, y todos los comercios estarán cerrados a excepción de supermercados, farmacias y hospitales. Cabe destacar que Toyota y Volkswagen tienen plantas de producción en la ciudad.

Por su parte, Shenzhen, sede de importantes tecnológicas como Huawei o Tencent, teme que sea la siguiente en ser completamente aislada. El pasado martes, Pekín impuso algunas restricciones, como el cierre del mayor electrónico del mundo, Huaqiangbei, y a cerrar más de 30 estaciones de tren y metro. Este viernes, las medidas se han ampliado: se han confinado seis distritos que aglutinan a la mayor parte de la población y el transporte público estará cerrado, mientras todos los residentes de Shenzhen deberán someterse a dos pruebas diagnósticas durante el fin de semana.

Sin embargo, aunque Chengdu y Shenzhen sean las urbes más afectadas, no son las únicas en sufrir las restricciones de Pekín. Tianjin y Shijiazhuang, cerca de la capital china, y Dalian, en el noreste, también están siendo objetos de medidas muy coercitivas. "Los focos de Covid-19 se están desplazando de varias regiones y ciudades remotas, con aparente menor importancia económica para el país, a provincias que importan mucho más para la economía nacional de China", explica Ting Lu, economista jefe para China de Nomura.

La estricta política anticovid china, su crisis inmobiliaria, la caída del sector acerero y la evidente ralentización de su economía han empujado al Shanghai Composite, el principal selectivo chino, a perder un 12% en lo que va de año y a alcanzar este viernes su nivel más bajo en cuatro semanas. Y lo peor, señalan desde Morgan Stanley, está por llegar: los índices podrían desplomarse otro 20% en los próximos seis a doce meses y permanecer a la baja durante mucho más tiempo si el hipotético escenario de estrés persiste. Como consecuencia más directa, once millones de personas podrían perder sus puestos de trabajo.

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