• Todo indica que prosperará un gobierno de centro-derecha respaldado por PP y C's
  • Rajoy se equivoca si piensa que mediante pactos podrá mantener una clara continuidad de sus políticas
  • El cambio que con seguridad impondrá Ciudadanos es más bien de maneras de gobernar, de estilo
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Este martes tendrá por fin lugar la reunión entre el PP y Ciudadanos. No se entiende que hayan tenido que transcurrir más de dos semanas desde el 26J para que Rajoy y Rivera se encuentren, cuando desde el día siguiente de la consulta se sabía que este encuentro era clave para que pudiera comenzar a alcanzarse hacia la estabilidad.

Todo indica que, tras las dos elecciones celebradas, prosperará un gobierno de centro-derecha respaldado por PP y C’s

Ciudadanos y Podemos, los “nuevos partidos”, son el resultado de la indignación social generada por la inoperancia y los errores abultados de los “viejos partidos” (inoperancia y corrupción). Y todo indica que, tras las dos elecciones celebradas, prosperará un gobierno de centro-derecha respaldado por PP y C’s, cuya cooperación no será fácil -C’s existe en buena medida por la ineficiencia del PP- pero viene impuesta por la soberanía popular, que ha forzado el final de las mayorías absolutas y exige por tanto el pacto y la coalición. De hecho, el centro-derecha obtuvo el 26J 182 diputados: 137 del PP, 32 de Ciudadanos, 5 del PNV y 8 de Convergencia.

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Así las cosas, se equivocaría Rajoy si pensase que mediante pactos podrá mantener una clara continuidad de sus políticas. Es cierto que el país está creciendo a buen ritmo, pero también lo es que a costa de una lacerante desigualdad, que habrá que restañar a toda costa. Y no es ocultable que tenemos un serio problema territorial en Cataluña y que existe una clara demanda de regeneración y de reforma constitucional que modernice las estructuras de este país.

Pues bien: este impulso hacia la equidad, hacia una negociación sincera con Cataluña -la mayoría social no es independentista pero está muy irritada con el Estado-, hacia la regeneración moral y la reforma constitucional deberá provenir íntegramente de Ciudadanos. Y Rajoy no tendrá más remedio que acatar el cambio y que adaptar su personalidad, tan inclinada a la prudencia, a estos nuevos tiempos. No será fácil pero no hay otro camino.

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Rajoy no tendrá más remedio que acatar el cambio y que adaptar su personalidad, tan inclinada a la prudencia, a estos nuevos tiempos. No será fácil pero no hay otro camino

Ciudadanos enunció un decálogo en sus campañas electorales que con toda probabilidad será la base de la negociación, y que es precisamente éste: recuperar 2.800 millones de la amnistía fiscal del PP exigiendo el 10% de lo repatriado a los defraudadores, que tan sólo pagaron el 3%; suprimir las Diputaciones; instaurar el llamado contrato único (que ya se llama de otra manera) con indemnizaciones progresivas por despido para todas las nuevas contrataciones; reforma de la ley electoral y de la de financiación autonómica; suprimir los aforamientos de los políticos y los indultos para delitos de corrupción; aumentar el permiso de maternidad de 16 a 26 semanas; firmar un pacto nacional para la educación; impulsar un plan contra la pobreza infantil; y eximir a los autónomos de pagar su cuota cuando sus ingresos no lleguen al salario mínimo.

Esta es la materia del debate, pero nadie debe equivocarse: el cambio que exige la ciudadanía y que con seguridad impondrá Ciudadanos es más bien de maneras de gobernar, de estilo. El rigor frente a la corrupción no podrá tener una sola fisura, y ha de cesar esa arrogancia insoportable de la mayoría absoluta, de forma que todas las decisiones han de cribarse en el filtro del consenso social.

Antonio Papell

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