• Europa no permitirá a Reino Unido dejar la puerta abierta y disfrutar de sus beneficios
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A Theresa May se le acaba el tiempo. A apenas 311 días de la salida 'oficial' de Reino Unido de la Unión Europea (UE), el debate sobre la frontera entre las dos Irlandas continúa siendo el principal foco de desacuerdo. No solo entre ambos bloques, el pobre e indeciso mensaje de la primera ministra comienza a impacientar a los miembros más euroescépticos de su partido y el rotativo británico 'Sunday Times' especula con unas elecciones adelantadas este mismo año.

Lo único claro es que nadie quiere una frontera rígida en Irlanda del Norte. Un problema político y sentimental olvidado con el paso de las décadas y que el Brexit amenaza de nuevo. La oferta europea se basa en mantener a Irlanda del Norte dentro de la Unión Aduanera, algo inadmisible en opinión del Ejecutivo británico, en un escenario que partiría en dos el terreno del Reino Unido, "rompiendo la unidad institucional", afirmaba tajante la líder 'tory' en marzo.

Y a partir de aquí, silencio. El bloque británico no ha conseguido desde entonces hacer una propuesta en firme sobre la situación futura de la frontera en Irlanda, en una nueva ronda de negociaciones que da comienzo este martes en Bruselas durante 48 horas y que quizás de alguna pista sobre la intención del Gobierno de las islas. Las últimas palabras de May en Bulgaria la semana pasada, frente a la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente frances, Emmanuel Macron, dieron a entender una salida más suave, con la posibilidad incluso de extender los acuerdos comerciales entre ambos bandos más allá de 2020.

Un mensaje mal recibido por ambas partes, con el representante europeo, Donald Tusk, catalogando las declaraciones como "desorientantes" y agitando las entrañas del partido conservador en la Cámara de los Comunes. No obstante, Theresa May habría conseguido convencer a su gabinete sobre la nueva estrategia, con problemas especialmente frente al Ministro de Relaciones Exteriores, Boris Johnson, y el Ministro de Medio Ambiente, Michael Gove, dos de las voces más partidarias de un divorcio tajante y limpio, que parece alargarse cada vez más.

El problema de estirar la relación de Reino Unido dentro de la Unión Aduanera es el mismo de siempre. Incapacita a las islas para negociar acuerdos independientes frente a terceros en materia comercial, uno de los puntos principales en la campaña pro-divorcio, y que más impacienta a los sectores más radicales del partido conservador. Y la Unión Europea no permitirá 'medias tintas'. Tusk y su consejo han reiterado desde el inicio de las negociaciones que no permitirá una relación beneficiosa para las islas, que permita a May elegir a dedo los frutos de la UE, sin cerrar la puerta del todo.

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