• May y la UE acabarán por negociar "un tratado de libre comercio que reduzca la inestabilidad para las empresas", asegura Rabobank
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Veintiún meses han pasado desde que los británicos votaron a favor de abandonar el club Europeo. Doce meses por delante hasta que la cuenta atrás del Brexit se ponga a cero. En el tiempo transcurrido desde el 23 de junio de 2016, la economía del país liderado por Theresa May ha aguantado los vaivenes de las negociaciones entre Bruselas y Londres mejor de lo que muchos pronosticaban. Ha sido la libra quien se ha llevado la peor parte, actuando de termómetro y, a la vez, de barrera de contención del deshoje de la margarita entre May y los mandases de la Unión Europea (UE).

Lo peor ha quedado atrás y la promesa de un acuerdo de transición hasta 2021 ha aliviado la presión sobre la moneda, alejando el fantasma de un ‘Brexit duro’. Un desenlace que, sin embargo, “aún supone un riesgo” que mantiene a los inversores de todo el mundo en guardia por la falta de resoluciones tangibles entre los bandos negociadores, apunta Jane Foley, estratega de Rabobank.

A un año de que Reino Unido abandone la UE, hay varias cuestiones aún sobre la mesa. No en vano, tal como señaló el jefe negociador de la UE, Michel Barnier, a mediados de marzo, dicha transición se certificará únicamente cuando el acuerdo final se concrete. Pero para alcanzar el anhelado consenso aún quedan asuntos por resolver, siendo el más candente de ellos qué tipo de relación comercial mantendrán la UE y el país británico en el futuro. Con la fecha límite de octubre de este año para tener acabado el borrador de este contrato futuro, May todavía tiene por delante la tarea de enfrentarse con el Parlamento, su propio partido y Bruselas.

May todavía tiene por delante la tarea de enfrentarse con el Parlamento, su propio partido y Bruselas

LA POLÍTICA SE MANTIENE DIVIDIDA

No será hasta inicios de 2019 que las Cámaras británica y europea votarán el tratado de salida. Tiempo que, a la vista del camino recorrido, se antoja insuficiente para acabar de solucionar el problema de la frontera con Irlanda. Este escollo, que se ha revelado como una piedra monumental en el camino, podría sortearse con una propuesta de permanecer en la unión aduanera y ofrecería a la UE una opción viable para arrancar el compromiso de ‘los Veintisiete’. Pero May tiene el reto de mantener su línea roja intacta: poner fin a la libertad de circulación de ciudadanos con el Brexit.

Será el Parlamento de Reino Unido quién tendrá la última palabra. “Los puntos de vista entre los diputados acerca de qué forma debe acabar adoptando un acuerdo comercial con la UE son variados”, explica Foley. Y no solo hay diferencias entre tories y laboristas, sino en el mismo partido conservador se siguen dando divergencias y el acuerdo alcanzado a mediados de marzo con el bloque europeo es considerado por la línea dura de su partido “como una capitulación de May”, explica la analista de Rabobank.

Los socialdemócratas de Jeremy Corbyn, por su parte, saben sacar tajada de las “profundas discrepancias en el seno de los conservadores”, prosigue Foley, y han anunciado una batería de enmiendas a la propuesta de la ‘premier’ británica, cuyo objetivo es volver a poner la unión aduanera sobre la mesa.

LA ECONOMÍA COSE LA OPINIÓN PÚBLICA

Pero donde la política ha fracasado estrepitosamente, es la economía lo que mantiene a la opinión pública cerca de sus posiciones de hace 21 meses. “El decente rendimiento del país ha impedido que los británicos den un giro de 180 grados respecto a su decisión de junio de 2016”, asegura la analista del banco de inversión holandés.

La última encuesta de ‘What UK Thinks’ sugiere que el 45% de la población cree que el Reino Unido se equivocó al votar a favor de abandonar la UE, frente al 43% que sostiene que fue la decisión correcta. La conclusión de algunos medios británicos como ‘The Telegraph’ es que los estrechos resultados a favor de los ‘remainers’ sobre los ‘brexiters’ son similares a los que arrojaban los sondeos antes del referéndum. Por lo tanto, de repetirse hoy los resultados, no cambiarían.

El que se haya evitado el desastre no significa que todo sea de color de rosa. Los últimos datos del PIB han revelado que la británica es la economía que viaja en el vagón de cola del G-7 -por debajo de Japón e Italia-, aunque Foley defiende que “se ha desempeñado mejor de lo que muchos detractores vaticinaban después de la votación”. El crecimiento para 2017 se ha revisado al alza hasta el 1,8%, desde el 1,7% anterior, aunque el ritmo de expansión se ha ralentizado a mínimos desde 2012 y se ha ubicado por debajo del récord del 1,9% de 2015 y 2016.

Con una inflación rozando el 3%, con la libra que aún se ubica un 5,8% por debajo de sus niveles de la primera mitad de 2016 contra el dólar y más de un 14%, contra el euro, y en el contexto de un fuerte crecimiento mundial, el ratio de inversión en el Reino Unido también se ha recuperado desde el referéndum, añade la experta. Dicho esto, de acuerdo con el gobernador del Banco de Inglaterra (BoE por sus siglas en inglés), Mark Carney, la entrada de fondos es menor de lo que ‘debería ser’ dado el lastre creado por la incertidumbre política. Como lo es el crecimiento que en circunstancias normales podría haberse estirado hasta el 2%.

Los inversores que, a un año del Brexit, siguen encontrando dificultades para comprar la libra

PERO LA INCERTIDUMBRE SIGUE REINANDO

No obstante, la situación dista mucho de ser ideal para los inversores que, a un año del Brexit, siguen encontrando dificultades para comprar la libra. El incremento de tipos de interés del BoE del mes de noviembre, junto a la promesa de que el precipicio no se abre bajo el Gobierno de May en el plazo de 12 meses, han mejorado el panorama para la divisa y “ya nadie se atreve a hablar de paridad con el euro”, señala Foley.

No obstante, desde el gigante de los gestores de fondos, el jefe de investigación macroeconómica de Amundi, Didier Borowski, lanza el aviso de que la “incertidumbre política no se ha disipado”. Recoge ‘Bloomberg’ sus advertencias con respecto a la divisa y los mercados británicos hacia los que son “muy cautelosos” con su exposición ya que “todavía estamos en el medio de la nada y no tenemos mucha claridad sobre el acuerdo final“.

Desde el punto de vista de los flujos de capitales, “un desenlace final que dejara al Reino Unido muy alineado con la UE eliminaría una gran incertidumbre y, por lo tanto, sería positivo para la libra”, asegura Foley. La opinión de la estratega de Rabobank es que May y la UE acabarán por negociar “un acuerdo de libre comercio que reduzca la inestabilidad para las empresas, apoye el crecimiento y haga innecesaria una frontera dura en toda la isla de Irlanda”.

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