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Jerome Powell y Lael Brainard, en disputa por ser el nuevo dirigente de la Fed. © Alberto Sánchez

"En los próximos cuatro días". El presidente de EEUU, Joe Biden, se ha dado de plazo esta semana para nombrar al nuevo presidente de la Reserva Federal de EEUU (Fed), acortando el plazo anterior, que preveía que su decisión llegara alrededor de Acción de Gracias (25 de noviembre). Con la lista de candidatos notablemente reducida a sólo dos aspirantes: el actual presidente del banco central, Jerome Powell, y la gobernadora de la Fed Lael Brainard, única demócrata de la Junta de Gobernadores, Biden debe sopesar si abrir otro frente político o garantizar que no habrá sobresaltos en la Fed en 2022.

El mandato de Powell finaliza el próximo mes de febrero, una situación que ya de por sí "aumenta la incertidumbre en los mercados financieros sobre el cumplimiento del cronograma de reducción gradual de la compra de activos de la Fed y cuándo se producirá la primera subida de los tipos de interés oficiales", señalan los expertos de Singular Bank, "especialmente ante las perspectivas de un posible tono más moderado de Brainard".

Con todo, el propio Powell se considera un destacado miembro de las 'palomas' dentro del Comité Abierto de Política Monetaria (FOMC), con una postura claramente acomodaticia desde el inicio de la crisis del coronavirus. Por lo tanto, los expertos señalan que en términos de política monetaria, la diferencia es mínima. No obstante, Brainard, que lleva en su cargo desde 2014, se percibe como algo más amenazadora por el mercado, ya que es defensora de una regulación bancaria más estricta. Desde el punto de vista político, recibe apoyo del ala más a la izquierda de los demócratas, que además quiere a la Fed más involucrada en temas de cambio climático y justicia social.

Powell, en cambio, cuenta con el respaldo público de varios senadores demócratas y republicanos, incluida la mayoría de los republicanos del Comité Bancario -el organismo encargado de ratificar al presidente de la Fed- y el demócrata moderado clave Jon Tester, de Montana. Aun así, el presidente del Comité Bancario del Senado, Sherrod Brown, dijo que no tiene dudas de que el Senado confirmará a cualquiera de los dos candidatos.

Pese a esta afirmación, observadores del mercado indican que Brainard generaría fricciones en el Senado entre el ala izquierdista y el ala más moderada de los demócratas. De hecho, auguran una aprobación de Powell sin sobresaltos, algo que no pasaría con su rival, lo que podría desencadenar una guerra en el Senado de EEUU, en un momento en que hay numerosos frentes abiertos.

Además, Biden se arriesgaría a poner en duda la credibilidad de la Fed si su candidato no genera consenso en el Comité Bancario del Senado. "Esta es una de las razones por las que creemos que Joe Biden podría volver a nombrar a Jay Powell”, explica Gilles Moëc, economista jefe de AXA Investment Managers. “Que la Fed siga siendo creíble, ayuda a contener cualquier endurecimiento de las condiciones financieras impulsado por el mercado mientras esperamos que la inflación observada finalmente caiga”, añade.

En pocas palabras, lo que el mercado está fijando en este momento es un endurecimiento temprano y “preventivo” de la política monetaria, que no necesitaría ir muy lejos para evitar que la inflación se vuelva incontrolable”, señala. En este sentido, el experto concluye que “la clave, es que el mercado cree que Powell podría hacerlo sin provocar una pérdida masiva de la producción y eso es un resultado neto positivo”.

LOS RETOS

Sea quien sea el elegido, el próximo jefe de la Fed se enfrentará a decisiones difíciles e inmediatas sobre cómo hacer frente a las presiones de la inflación que se encuentran en su punto más alto en una generación. El IPC duplica ahora el objetivo del 2% de la Reserva Federal y está agriando rápidamente la opinión de los consumidores estadounidenses sobre sus perspectivas personales y las de la economía en general, a pesar del mayor crecimiento de la economía en 2021 desde principios de los años ochenta.

La Reserva Federal ya ha dado marcha atrás en una de las patas de su política ultralaxa, ralentizando las compras de bonos a gran escala que han estado realizando durante más de un año y medio para mantener los costes de los préstamos bajos y el buen funcionamiento de los mercados financieros. Esos mismos mercados apuestan cada vez más por que el siguiente paso -la subida de tipos- se iniciará a mediados del próximo año.

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