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El presidente ruso, Vladimir Putin.

El efecto 'positivo' de la guerra en Ucrania, por decirlo de alguna manera, ha sido la cohesión que ha demostrado Europa al enfrentarse a Rusia. Todos los países han ido de la mano con las sanciones y en su firme respuesta a Vladimir Putin, lo cual se ha valorado muy positivamente, ya que no era algo habitual ver a la Unión Europea (UE) actuar de forma tan consensuada.

Sin embargo, los expertos de Berenberg advierten de que este efecto de unión inicial podría acabar tornando en todo lo contrario. Aunque reconocen que, por un lado, la guerra de Putin está disminuyendo el atractivo electoral de los antiguos amigos de éste y, por tanto, de los partidos más radicales -populistas de derechas e izquierdas-, también consideran que la situación económica que atraviesan los ciudadanos podría volver a impulsar a estos partidos y, con ello, debilitar al conjunto de Europa.

"Las fuerzas contrarias a la corriente dominante están jugando la carta del enorme daño que están sufriendo los ingresos reales en los debates de política interna. Si consiguen influir en el debate y obtener buenos resultados en las elecciones, podrían exacerbar las tensiones políticas dentro de la UE con el tiempo", avisan desde la firma alemana. "La cohesión de la UE se enfrentará en el futuro a un grave desafío", añaden.

LA RESPUESTA DE LOS GOBIERNOS

Los gobiernos están reaccionando a la crisis del coste de la vida con gastos sociales adicionales, topes a los precios de la energía, recortes temporales de los impuestos sobre la energía y otras medidas similares.

Aunque el aumento de los precios de la energía y los alimentos incrementa los ingresos públicos -por ejemplo, mediante la recaudación adicional del impuesto sobre el valor añadido (IVA)-, es probable que los déficits fiscales sobrepasen la trayectoria prevista anteriormente, comentan estos analistas.

"Esperamos que esta tendencia continúe durante un tiempo. En consecuencia, es probable que la Unión Europea interprete las normas fiscales de Maastricht de forma aún menos estricta que en el pasado. La nueva suspensión de las normas fiscales para 2023, que la Comisión Europea propuso formalmente el 23 de mayo, puede no ser el final del proceso", comentan desde Berenbgerg.

En el futuro inmediato, estos analistas consideran que es posible que la política triunfe sobre los argumentos fiscales y añaden que, el que esto sea en última instancia un hecho positivo o negativo dependerá de si los países utilizan el espacio fiscal para aplicar también reformas estructurales favorables al crecimiento.

"De no ser así, los problemas de la deuda podrían reaparecer en el futuro, posiblemente con el foco en Italia antes de las próximas elecciones previstas para el 1 de junio de 2023", avisan.

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