• Pablo Iglesias debería modular su discurso, rebajar el tono y buscar complicidades con la izquierda moderada
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Intervención de Pedro Sánchez tras ganar las primariasEUROPA PRESS

La moción de censura de Unidos Podemos contra Rajoy, condenada de antemano al fracaso, fue ideada por Pablo Iglesias, considerado un hábil estratega político, con un objetivo bien claro: cuando el PSOE se hallaba en el pozo de provisionalidad consecuente a la defenestración de Pedro Sánchez, Podemos debía aprovechar la oportunidad de convertirse en el gran actor de la izquierda, tomando la iniciativa frente a una débil Susana Díaz, supuesta vencedora en el forcejeo de las primarias, que habría de cargar con la división interna y con el reproche permanente de haber posibilitado a Rajoy el acceso al Gobierno.

En este escenario, la moción, convertida en un duro alegato contra Rajoy, fácil de enjaretar con los numerosos casos de corrupción que sitúan al Partido Popular en la peor posición posible, podía haber sido francamente eficaz, no para cumplir sus fines –la estabilidad de Rajoy acaba de comprobarse al haberse aprobado los Presupuestos— pero sí para definir a medio y largo plazo un nuevo equilibrio político en la izquierda y provocar definitivamente el ‘sorpasso’, toda vez que Díaz no era una buena candidata en gran parte del territorio español y habría dejado un vacío a su izquierda en el espectro ideológico.

El propio Iglesias ha reconocido en varias ocasiones durante la moción que no podrá provocar el cambio en solitario

Pero Iglesias equivocaba su pronóstico: Sánchez ganó con holgura las primarias y el PSOE, de nuevo ubicado claramente en la izquierda, no sólo no deja un vacío por babor sino que arrincona a Unidos Podemos en la extrema izquierda y se superpone peligrosamente a los sectores más moderados de Podemos (el errejonismo, excluido en Vistalegre II).

El propio Iglesias ha reconocido en varias ocasiones durante la moción que no podrá provocar el cambio en solitario, que necesitará a ‘otros’ para conseguirlo, en clara alusión al PSOE. Y Rajoy le ha hecho ver que “aquí ya hay algunos que se van recuperando”, también en referencia a los socialistas… Así las cosas, la moción puede haberse convertido en un búmeran para Podemos: su estridencia, su propensión al ruido y a la radicalidad, sus alusiones a la ineficiencia del sistema vigente podrían contribuir al confinamiento de Podemos en el mencionado nicho que ocupan el PCE e Izquierda Unida desde hace cuarenta años. Podemos se ha demostrado incapaz de contribuir siquiera a la solución de los graves problemas abiertos —ante la cuestión catalana aparece dividido, con su ala izquierda favorable al referéndum ilegal— y sus propuestas socioeconómicas populistas, muy trilladas, no convencen a la mayoría.

Una gran parte de la clientela de Podemos estaba formada por quienes “no tenían nada que perder” a causa de la gravísima crisis y se aferraban a un clavo ardiendo. La mejoría de la situación hace que cada vez haya menos gente en este escalafón de desheredados. De ahí que Pablo Iglesias debería modular su discurso, rebajar el tono y buscar complicidades con la izquierda moderada que, a fin de cuentas, es la que está en condiciones de protagonizar la alternancia cuando llegue el momento.

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