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Miles de manifestantes han salido a las calles de las ciudades francesas este sábado por quinto fin de semana de consecutivo de manifestaciones en todo el país contra el gobierno de Emmanuel Macron, a pesar de que las autoridades han recomendado no participar tras el ataque con arma de fuego en Estrasburgo a principios de esta semana y que se saldó con dos muertos.

Unos 8.000 agentes de policía han sido desplegados este sábado en París. Hasta el momento se han practicado 85 detenciones en París y se han constatado 230 acciones de protesta en todo el país. No obstante, la participación es menor que la semana pasada por la sombra del atentado de Estrasburgo y por el anuncio por parte del Gobierno de la subida del salario mínimo interprofesional en 100 euros y bajada de algunos impuestos.

El manifestante, Loic Bollay, de 44 años, ha declarado a Reuters que las protestas están siendo más moderadas que en las semanas anteriores, pero advierte que el movimiento de los chalecos amarillos continuaran hasta que el Ejecutivo galo no aborde las quejas de los manifestantes. "Desde el ataque de Estrasburgo, está todo más tranquilo, pero creo que el próximo sábado y los sábados siguientes ... volverá", ha dicho, en alusión a la confluencia de huelguistas.

Fuentes policiales han estimado que la participación sobre las once de la mañana ha sido de unos 16,000 manifestantes en toda Francia, excluyendo a París, en comparación con los 22,000 el mismo tiempo el 8 de diciembre.

El viernes, el presidente Macron pidió un regreso a la calma en Francia después de casi un mes de protestas "Francia necesita calma, orden y un regreso a la normalidad", señaló Macron tras la reunión de líderes de la Unión Europea en Bruselas.

Asimismo, en un discurso televisado a la nación el lunes, Macron anunció aumentos en los salarios de los trabajadores más pobres y recortes de impuestos para los jubilados en concesiones futuras destinadas a terminar con el movimiento, pero los chalecos amarillos aseguraron que mantendrían la presión.

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