• El banco central traslada la sensación de que todo dependerá de la política de Trump
  • Las rebajas fiscales y los estímulos del presidente marcarán el ritmo a la Fed
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Trump. Donald Trump. Aún no ha llegado a la Casa Blanca y ya lo condiciona todo. Hasta la estrategia de la Reserva Federal (Fed). Porque la sombra del presidente electo se proyectó completamente en la rueda de prensa que la presidenta de la entidad, Janet Yellen, ofreció al término de la reunión en la que el banco central de EEUU elevó el precio del dinero.

Lo hizo siguiendo lo previsto. Aumentándolo en un cuarto de punto, hasta situarlo entre el 0,50% y el 0,75%. Se trata del primer y único incremento de 2016 y del segundo en una década, tras el ejecutado en diciembre de 2015. Al tratarse de una medida tan sensible, esta vez el Comité Federal del Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglés) respaldó la decisión de manera unánime. Sin fisura alguna.

Como la medida estaba tan descontada -la Fed la había telegrafiado-, la auténtica atención del mercado se centró en las nuevas previsiones sobre los tipos de interés que difundió la entidad. E hizo bien, porque fue verdaderamente lo más interesante y novedoso que arrojó el último cónclave monetario del año por parte de la Fed. En septiembre, esas previsiones contemplan entre dos y tres subidas de los intereses en 2017; en diciembre, encajan de manera firme con tres repuntes durante el próximo año. De ser así, el precio del dinero terminaría 2017 entre el 1,25% y el 1,5%.

O lo que es lo mismo, aunque en el comunicado oficial la institución mantuvo su intención de proceder sólo a un ajuste "gradual" de los tipos, lo cierto es que anticipan un 'gradual menos gradual' para 2017.

¿SERÁ VERDAD?

El matiz reside en que la Fed no ha resultado demasiado creíble en los últimos tiempos en este terreno. Porque la melodía suena conocida. Es clavada a la que sonó a finales de 2014 y de 2015. En ambos momentos, la sensación fue que en el año posterior la Fed subiría los tipos en varias ocasiones. Pero no ocurrió nada de eso. En 2015 sólo elevó los tipos una vez, y fue en diciembre. Y lo mismo en 2016: sólo ha elevado los tipos una vez, y ha vuelto a ser en diciembre.

La Fed tiene intención de subir los tipos varias veces en 2017. Sin prisas, pero varias veces. La melodía suena conocida. Es clavada a la de finales de 2014 y 2015. Pero esta vez todo está marcado por una poderosa e incalculable novedad: Donald Trump

En los dos últimos años, siempre ha habido algo que truncado las intenciones de la Fed. En 2015, las dudas propias, con un crecimiento aún demasiado poco convincente en EEUU, y las ajenas, derivadas de la caída del petróleo y otras materias primas y su impacto en los mercados emergentes y de la incertidumbre que alimentó China tras sus devaluaciones de agosto. Y en 2016, los nuevos sustos del petróleo y China a comienzos de año y la tremenda sacudida provocada por el Brexit. De un modo u otro, siempre ha irrumpido algún acontecimiento que ha acabado evidenciando que, puestos a equivocarse, la Fed de Yellen prefiere hacerlo quedándose corta, para no arruinar a la recuperación, aun a sabiendas de que los bajos tipos actuales pueden alimentar excesos y desequilibrios financieros.

PERO AHORA LLEGA TRUMP...

Por eso, los tres incrementos que las propias previsiones de la Fed reflejan todavía deberán pasar el contraste de la realidad. Pero, aun con todas las prevenciones derivadas de la experiencia acumuladas en los dos últimos años, 2017 llega con un nuevo elemento con capacidad más que suficiente para condicionarlo y alterarlo todo: Donald Trump.

Su triunfo en las elecciones de noviembre ha fabricado más expectativas de inflación en EEUU y en todo el mundo, de manera prácticamente inmediata, que las que los bancos centrales han sido capaces de generar con sus históricas descargas monetarias de los últimos años. Esas expectativas se sustentan en dos pilares: los estímulos fiscales que pretende poner en marcha y los políticas proteccionistas.

Se espera tanto de ellas, que Yellen soportó varias cuestiones al respecto en la rueda de prensa de este miércoles. La presidenta de la Fed se mostró cauta. Emplazó a esperar en qué se concretan las promesas de Trump, no entró a valorar qué tipo de estímulos fiscales adoptará ni qué influencia tendrán y, sobre todo, negó que la Fed esté actuando ya por detrás de la curva, la expresión técnica con la que se define que alguien está actuando por detrás de los acontecimientos. "Estamos muy preocupados acerca de que tanto la Fed como los mercados todavía no aprecian totalmente la profundidad de los riesgos alcistas sobre la inflación que se pueden sentir en 2017 a través del mercado laboral", avisa Ian Shepherdson, economista jefe de Pantheon Macroeconomics. "La reunión de la Fed de marzo -la siguiente en la que revisará sus previsiones y ofrecerá una rueda de prensa- será muy interesante, por decirlo de forma suave, en caso de que el Congreso acepte la rebaja de impuestos", añade. "Si la Administración [Trump] promulga un considerable estímulo fiscal y de gasto que refuerce la actividad económica y la inflación, de manera subsecuente las previsiones de la Fed reflejarán mayores subidas de los tipos", exponen igualmente de Barclays. "La cuestión reside en cómo reaccionará el Comité en caso de las políticas de inflación sitúen la inflación más allá de lo esperado", precisa Ranko Berich, responsable de análisis de mercado de Monex Europe.

O lo que es lo mismo, el matiz -poderoso- que puede provocar que esta vez sea diferente y que, en efecto, la Fed eleve los tipos más de una vez en 2017 es el presidente electo. Todo, por tanto, queda supeditado a Trump.

...EN EL ÚLTIMO AÑO DE YELLEN

De hecho, hasta la propia presidencia de la Fed depende ya de él. Porque Yellen afronta en 2017 el último año entero de los cuatro de los que consta su mandato, iniciado en febrero de 2014. O lo que es lo mismo, a lo largo del próximo ejercicio, Trump deberá decidir si propone o no un segundo mandato a Yellen y Yellen deberá meditar si deja esa decisión en manos de Trump o si, por el contrario, toma la iniciativa para renunciar a un segundo mandato.

Por lo visto durante la campaña, Yellen no reúne las condiciones que a Trump le gustaría que tuviera 'su' máximo dirigente de la Fed. Por eso, se da por hecho que Yellen no repetirá y que, por tanto, será efectivamente su último año. Aunque Trump también puede seguir los pasos de su admirado Ronald Reagan. Pese a que en un comienzo no sentía demasiada simpatía por el entonces presidente de la Fed, Paul Volcker, le propuso para un segundo mandato que aceptó, y Volcker terminó siendo un notable aliado para el republicano.

Así de alargada e influyente es ya la sombra de Trump. Aún no ha llegado a la Casa Blanca y ya lo condiciona todo. Incluso a la mismísima Fed. Algo -mucho- está cambiando. Y promete emociones más que fuertes en 2017.

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