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Gigafactoría de Tesla en Berlín.TESLA

La innovación tecnológica ha sido, hasta hoy, una pieza clave en el desarrollo social, cultural y económico de la humanidad. En los últimos 30 años, hemos visto algunos de los avances tecnológicos más notables de la historia, que no solo han moldeado la forma en la que nos relacionamos con el resto de las personas y con el entorno, sino que nos han permitido adoptar un estilo de vida y disfrutar de unas comodidades que hace cincuenta años eran impensables. ¿Quién podría haber pensado en 1970 que todo el planeta estaría conectado a través de una red de alta velocidad inalámbrica con acceso prácticamente ilimitado a cualquier tipo de información?

El avance y crecimiento en la última década ha sido más rápido y exponencial que nunca, pues hemos visto nacer inventos que en apenas unos años se han convertido en la nueva norma. Buen ejemplo de esto es el iPhone de Apple, que desde su presentación en 2007 de manos del difunto Steve Jobs cambió por completo el mercado de la telefonía móvil. El dispositivo de Apple convirtió los ‘smartphones’ en una herramienta cotidiana para el ser humano, que ha transformado la forma en la que nos comunicamos y en la que las empresas desarrollan su actividad, impulsando también nuevos negocios que no se podrían entender sin estos instrumentos.

A este respecto, Holger Kahlert, especialista en soluciones indexadas de Credit Suisse, considera que este proceso es un reto a la vez que una oportunidad para la inversión, debido a que ningún sector económico puede escapar a sus efectos. Para el experto de la firma suiza, “esto podría llevar incluso a que todos los sectores, desde la agricultura hasta el transporte, lleguen a convertirse en sectores tecnológicos a medio plazo”. “El viaje hacia una economía reformada radicalmente e impulsada por la tecnología acaba de empezar”, sentencia.

MÁS ALLÁ DE INTERNET

Para Kahlert, las tendencias tecnológicas “van más allá de las empresas de internet de rápido crecimiento” e incluso de las de “marcada orientación tecnológica, como Amazon y Tesla”, ya que “abarcan, de un modo u otro, a todos y cada uno de los sectores”. Este experto subraya cómo durante la pandemia de coronavirus hemos sido testigos del veloz desarrollo de compañías relacionadas con la salud inteligente y de la inteligencia artificial. “Además, las empresas relacionadas con el blockchain, el internet de las cosas o la economía colaborativa se sitúan entre las compañías más innovadoras, a pesar de no pertenecer en un principio a la categoría de empresas tecnológicas”, añade.

El especialista de Credit Suisse señala que desde entonces estamos observando cambios tecnológicos que “en algunos casos podrían contribuir a una importante reestructuración de las cadenas de suministro globales, el consumo energético y la producción industrial”. Para Kahlert, esta circunstancia abriría la puerta a “una larga lista de posibilidades que ya serían viables en el futuro próximo” como, por ejemplo, la completa electrificación del sector del transporte.

“Los avances logrados en la producción gracias a la impresión en 3D tienen potencial para reducir los costes y crear nuevos materiales y componentes. Por su parte, los nuevos avances en la tecnología de baterías podrían permitir el suministro constante de energía renovable”, apunta.

CAMBIOS MÁS RÁPIDOS

Desde la firma suiza señalan que, si bien los inversores quieren participar en este proceso, esto no resulta sencillo ya que el ritmo al que se están adoptando los cambios se ha acelerado. “Dado que los consumidores pueden acceder a las innovaciones tecnológicas con mayor inmediatez, pero a su vez también pueden sustituirlas más rápidamente por otras nuevas, no pocos ciclos económicos se acortan considerablemente”, explica Kahlert.

El especialista de la firma suiza aporta datos concretos a este respecto: las tabletas o los smartphones, dispositivos nacidos en los últimos quince años, apenas necesitaron seis años para instalarse en el 50% de los hogares estadounidenses; por el contrario, otros inventos como la televisión a color, los ordenadores personales o internet llegaron a necesitar hasta 20 años para alcanzar esta tasa de uso. Y la diferencia es mayor cuanto más atrás vamos en el tiempo: se necesitaron 70 años para que los lavavajillas estuvieran presentes en la mitad de las casas norteamericanas.

Así, Kahlert señala que se presentan dos retos para los inversores que quieran participar en este proceso: por un lado, deben poder valorar qué tecnologías de futuro serán realmente importantes; por otro, deben ser capaces de reconocer qué empresas utilizarán estas tecnologías de forma provechosa.

El experto de Credit Suisse expone como una “opción eficiente” para invertir en la “tecnologización” los productos indexados, esto es, los que están orientados a la innovación de manera temática. “Su objetivo es reproducir lo más fielmente posible el índice de referencia. Los índices más innovadores en el ámbito de la disrupción tecnológica miran más allá del sector tecnológico con el fin de identificar aquellas empresas cuyos avances en investigación científica podrían lograr éxitos e innovaciones tecnológicas”, explica Kahlert, quien recomienda “participar en fondos indexados ampliamente diversificados que inviertan en empresas identificadas como innovadoras con un enfoque temático centrado en distintas ramas de la industria”.

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