• La mejoría del resultado impulsada por el negocio tradicional y la integración de BPI...
  • ...será sometida al contraste del impacto potencial de la crisis política
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Gonzalo Gortázar, consejero delegado de CaixaBank, y Jordi Gual, presidente de la entidad (CaixaBank)EUROPA PRESS
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La banca es el sector de los sectores dentro del Ibex. Por eso siempre concita una atención especial. Pero esta vez, si cabe, la expectación será aún mayor. A los desafíos que ya afrontaba se suma la inestabilidad procedente de Cataluña, que pone el foco en la industria bancaria y en especial en algunas entidades. Como CaixaBank.

La entidad presidida por Jordi Gual debería afrontar de lo más tranquila las cuentas trimestrales que presentará este martes antes de la apertura del mercado. La mejoría del negocio bancario, con la actividad comercial al frente, y la integración del portugués BPI embellecerán las cifras del banco, como ya ocurrió en los seis primeros meses del ejercicio. Pero es que, como si no bastara con lidiar con unos tipos de interés en el 0% y con el euríbor a 12 meses en negativo, con las exigencias regulatorias y con el desafío de la digitalización, CaixaBank deberá hacer sitio a otro 'asunto' que apartará el foco de esas cifras para centrarlo en el impacto potencial de la crisis catalana. Para empezar, ya hay efectos, como el simbólico hecho de que la entidad presentará sus resultados en Valencia, donde ha mudado su sede.

La cuestión política restará protagonismo a las cifras. Y eso que el consenso de mercado espera que reflejen una sustancial mejoría. El margen de intereses trimestral crecerá cerca de un 15%, hasta los 1.192 millones de euros, en línea con las cifras ya obtenidas en la primera mitad del ejercicio. En total, en los nueve primeros meses del año alcanzará, siempre según las expectativas del mercado recogidas por FactSet, hasta los 3.541 millones, también un 15% mejor que el del mismo periodo de 2016.

Entre julio y septiembre, el margen bruto alcanzaría los 2.083 millones, frente a los 1.890 millones del mismo periodo de 2016. En el acumulado de los nueve primeros meses, el margen bruto crecería un 7%, hasta los 6.363 millones.

En cuanto al beneficio neto, en el trimestre aumentaría un 47%, hasta los 489 millones. Hasta septiembre, las ganancias totales se estirarían hasta los 1.328 millones, un 37% por encima del resultado logrado en los nueve primeros meses de 2016. Estas cifras avalarían los pronósticos vigentes para el conjunto del año, que recogen un beneficio de 1.680 millones en 2017.

Las previsiones del consenso de mercado contemplan igualmente una reducción de los créditos dudosos desde los 15.492 millones registrados en junio hasta una cifra próxima a los 15.200 millones. También mejoraría la ratio de capital CET1 fully loaded, la más seguida por el mercado, que subiría del 11,5 al 11,8%. Los inversores también estarán pendientes de la rentabilidad. En junio, la rentabilidad sobre el capital (ROE) de CaixaBank mejoró al 5,4%, por encima del 4,5% de diciembre y del 5,1% de marzo.

LA POLÍTICA YA COTIZA

Todo ello compartirá protagonismo, inevitablemente, con la profunda crisis política abierta en Cataluña, en la que el sector financiero está contando con un papel protagonista. Los dos principales bancos catalanes, CaixaBank y Banco Sabadell, han anunciado en las últimas semanas la mudanza de su sede social en un entorno en el que la incertidumbre ha alentado la fuga de depósitos y en el que, de hecho, la semana pasada Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural hicieron un llamamiento para que los catalanes retiraran efectivo de las entidades como señal de protesta.

El consejero delegado de entidad, Gonzalo Gortázar, se expondrá inevitablemente a estas cuestiones en las comparecencias que realizará este martes ante los analistas y los periodistas. En especial, sobresalen tres asuntos. El primero, la intensidad de la salida de depósitos que ha podido sufrir el banco. El segundo, el impacto que la prolongación de la tensión puede tener en las cuentas de la entidad. Y el tercero, la propia posición de CaixaBank con respecto a la complicada situación a la que ha llegado la crisis política.

Por ahora, lo cierto es que la tensión política ya se ha dejado sentir en las acciones de CaixaBank en las últimas semanas. Tras cerrar a 4,5 euros el 8 de agosto, ahora cotizan a 3,83 euros, con lo que han corregido un 15% en dos meses y medio. Como consecuencia, el valor vuelve a cotizar por debajo de su valor en libros, aunque por muy poco -0,96 veces-. Pese a ese descenso, aún acumulan una subida del 21% en 2017 y todavía tienen un recorrido sustancial por delante, porque el consenso de mercado le otorga un precio objetivo de 4,38 euros. un 15% por encima del precio actual. Además, el 46% de los analistas aconseja comprar sus títulos, frente al 12% que recomienda venderlas.

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