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OMT

El cambio climático ya está aquí y sus consecuencias son evidentes. ¿Hay marcha atrás? Según varios estudios, la humanidad se encuentra en un código rojo al que es muy difícil cambiar el rumbo, pero desde todos los sectores puede ponerse un granito de arena para intentar mitigar su impacto. También desde el de la inversión. Para ello, bancos, gestoras y clientes deben trabajar conjuntamente.

Para que los bancos y los gestores de activos cumplan sus compromisos y de alinear sus carteras con los objetivos climáticos globales, "deben trabajar estrechamente con sus clientes y comprometerse con las empresas en las que invierten, respectivamente, para apoyar su transición, y la transición de la economía real, y no sólo centrarse en aquellas que ya son bajas en carbono". Es una de las conclusiones que se desprenden de un informe elaborado por el responsable de Investigación sobre ESG e Inversión Sostenible, Roland Rott, y la analista ESG de La Française Stephanie Lipman.

Consideran que el punto crítico para destacar es que el objetivo debe ser la reducción de las emisiones en el mundo real y no sólo la disminución de las emisiones de la cartera financiada, "lo que puede lograrse fácilmente mediante la gestión de la cartera y la desinversión".

Para los bancos, esto significa productos y servicios financieros ecológicos a medida para apoyar la transición de los clientes a las nuevas tecnologías, modelos de negocio y estilos de vida. Esto significará cosas diferentes para cada banco, dependiendo de la composición de su base de clientes. A modo de ejemplo, los préstamos a empresas, tanto la financiación basada en actividades para proyectos específicos orientados a la sostenibilidad medioambiental como los préstamos basados en indicadores clave de comportamiento que vinculan el tipo de interés a objetivos medioambientales específicos para motivar el progreso durante un periodo de tiempo determinado.

También, en la banca comercial, hipotecas verdes que ofrezcan tipos preferentes para las viviendas que cumplan unos requisitos mínimos de eficiencia energética, o líneas de crédito para que las pyme actualicen sus flotas de vehículos con modelos eléctricos. En cuanto a los servicios de asesoramiento en materia de ESG, recomiendan trabajar con los clientes corporativos para desarrollar una hoja de ruta de transición con objetivos y plazos claros y medibles, y ayudarles a acceder y conseguir el capital para cumplirlos mediante, por ejemplo, la estructuración de la deuda y el capital, y más obviamente la emisión de bonos verdes o vinculados a la sostenibilidad.

"Es posible que estos productos y servicios, y los activos e ingresos resultantes, no encajen bien en el rígido marco de la taxonomía en su forma actual, ni se reflejen adecuadamente en un ratio de activos verdes, pero eso no los hace menos importantes", destacan.

LA BANCA SOSTENIBLE SERÁ ALGO HABITUAL

En última instancia, más allá de la propuesta de un cliente específico, al evaluar los esfuerzos de transición de un banco, los expertos señalan que lo que buscamos son pruebas de que estas consideraciones están estimulando la innovación y se traducen en una nueva forma de hacer negocios. "La banca sostenible se convertirá en algo habitual". Evidentemente, añaden que los gestores de activos y los inversores que invierten en instrumentos del mercado público no tienen la misma capacidad que los bancos para estipular las condiciones de uso y captación de capital, lo que significa que, a nivel de cada empresa, hay que centrarse en la asignación de capital y el compromiso con las empresas participadas.

Los gestores y los inversores desempeñan un papel fundamental en la asignación de capital en la economía y, por tanto, tienen la oportunidad de considerar desde el principio, independientemente de su tamaño, la financiación de la transición en el desarrollo del producto, explican.

En la práctica, esto implica un enfoque de inversión necesariamente orientado al futuro. Las estrategias orientadas a la transición deben tener en cuenta la trayectoria futura de una empresa o participación determinada, es decir, su potencial para "ecologizarse" y reducir su propia huella de carbono, o para proporcionar los medios para que otros lo hagan. Lo más importante es que den prioridad a esta progresión por encima de una puntuación o calificación ESG puntual.

Más allá de la asignación de capital, opinan que los gestores e inversores deben comprometerse con las empresas en las que invierten, tanto colectiva como individualmente, y ejercer el derecho de voto en cuestiones relacionadas con el clima. Aunque los métodos son diferentes, el objetivo subyacente es el mismo: apoyar y fomentar los esfuerzos de adaptación y mitigación del cambio climático en todos los sectores y geografías.

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