• Echegoyen no ha vendido más inmuebles porque habría aumentado las pérdidas
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Jaime Echegoyen, presidente de Sareb

Las cuentas de Sareb en su séptimo año de vida (le quedan ocho) no pueden ser más desalentadoras. Lejos de mejorar gracias a la recuperación del mercado inmobiliario, las pérdidas aumentaron un 55% en 2018 hasta 878 millones, lo que reduce su capital a apenas 2.600 millones... frente a unas pérdidas latentes adicionales de 5.092. La buena noticia es que, gracias a las normas contables de Guindos, este quebranto no reducirá sus fondos y no será necesario que el Estado y la banca pongan más dinero.

El banco malo que se quedó con el crédito promotor y los inmuebles de las cajas de ahorros rescatadas nació con unos fondos propios de 4.800 millones (el 45% aportado por el Estado a través del FROB y el 55% por los bancos teóricamente sanos y algunas empresas): 1.200 de capital y 3.600 de deuda subordinada. La pérdida acumulada oficial en estos siete años es de 2.193 millones, que, restados a esos 4.800 iniciales, dejan un remanente de unos 2.600 millones. En 2016 los 1.200 de capital se agotaron y hubo que convertir la subordinada en acciones.

Frente a ello, la propia sociedad que preside Jaime Echegoyen reconoció este jueves que tiene unas pérdidas latentes en su cartera de 5.092 millones, que achaca al "sobreprecio pagado en el momento de la adquisición de los activos". Es la primera vez que Sareb reconoce que el traspaso de los activos tóxicos de las cajas se hizo a un precio excesivo, algo que ya hizo desde el principio la Comisión Europea.

Es preciso aclarar que la pérdida acumulada real de Sareb es mucho mayor que la oficial, pero los constantes cambios de su normativa contable le han permitido reformular las cuentas de ejercicios anteriores y minimizar esos quebrantos, hasta el punto de apuntarse incluso un pequeño beneficio (retroactivo) en 2014 y 2017. Es imposible calcular el agujero acumulado debido a estos cambios, pero supera con creces los 5.000 millones.

NO HABRÁ QUE PONER MÁS DINERO POR MUCHO QUE PIERDA

De estas modificaciones contables, la más importante sin duda fue la que aprobó el actual vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, a finales de 2016 para frenar la sangría de pérdidas del FROB. Su decreto otorgaba dos grandes ventajas para Sareb: no debía reconocer las pérdidas latentes en la cuenta de resultados ni tampoco en el capital -los 5.092 millones acumulados-, y estas pueden compensarse en el balance con las provisiones dotadas en años anteriores. Es decir, ese agujero no se registra como pérdida ni tampoco merma el patrimonio de la sociedad, algo inaudito en la legislación contable internacional.

En la práctica, esto evita que el Estado y los bancos tengan que poner más capital. Incluso si las pérdidas llevaran a Sareb a tener patrimonio neto negativo, cosa nada descartable a este paso, no entraría en causa de disolución.

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ECHEGOYEN SE QUEJA DE LOS PRECIOS DE TRASPASO

Pero por más maquillaje y artificios que se utilicen, la realidad es tozuda: el banco malo sigue perdiendo dinero porque el Gobierno y el Banco de España decidieron traspasar el ladrillo de las cajas muy por encima de su valor real para no incrementar las pérdidas de las entidades y, en consecuencia, el dinero público necesario para su rescate; y porque el mercado no permite vender estos activos todavía por encima de ese valor (y es dudoso que alguna vez vaya a permitirlo).

Precisamente, Echegoyen se quejó ayer de "la fuerte concurrencia que se ha registrado en el mercado mayorista, no solo en términos de volumen, sino de precio, con unos niveles de descuento que la compañía no puede ni debe asumir". Es decir, los bancos están vendiendo numerosas carteras de créditos e inmuebles con enormes descuentos porque ya han provisionado la pérdida de valor en todos estos años y porque lo hacen con fórmulas que les permiten no tener que apuntársela por completo.

"Esta compañía no puede hacer nada para aumentar su volumen y compensar unos ingresos del pasado que han ido desapareciendo y, por tanto, tenemos un margen de maniobra que comparado con el de la banca es prácticamente cero", explicó Echegoyen. Y ello por culpa de los altísimos precios a los que se traspasaron los activos, fijados por el Banco de España con Miguel Ángel Fernández Ordóñez como gobernador.

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