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Ángel Ron y Emilio Saracho, expresidentes de PopularIrakli Tavberidze

Llegó el gran día en que los dos últimos presidentes del Banco Popular, Ángel Ron y Emilio Saracho, comparecen en el Congreso para explicar el hundimiento de la entidad. Ambos tratarán de echar balones fuera y de culpar a otros. En el caso de Ron, el demonio es Del Valle, que le echó para hacerse con el control del Popular sin lanzar una OPA. Y también Saracho, que según Ron hizo lo posible por hundir la cotización y no supo gestionar la crisis. "A mí no se me habría ido el banco por la liquidez", asegura. En cuanto a Saracho, la bicha es Elke König, la presidenta de la JUR, quien provocó el pánico de los depositantes al decir en dos entrevistas que el Popular estaba en riesgo de resolución.

Como explico en el libro 'De los Borbones a los Botines: auge y caída del Banco Popular', la resolución del Popular tiene muchos culpables. Y ya se sabe que cuando la culpa es de todos, no es de nadie. Pero no es así en este caso. Aunque sean varios, están muy bien identificados. Y hasta el propio Luis Valls debe incluirse entre los responsables.

Pero si hay que señalar un culpable principal, sin duda es Ángel Ron: él fue el responsable de que el Popular llegara tarde y mal a la burbuja inmobiliaria y, cuando estalló, emprendió una huida hacia delante de ocultación y negación de la realidad hasta que fue insostenible. Perdió un tiempo enorme en que podía haber salvado el banco con medidas que habrían sido dolorosas, pero nunca tanto como su resolución. Y desperdició oportunidades como la fusión que le ofreció La Caixa o el rescate con dinero público en 2012, que le habría permitido traspasar todo el ladrillo a Sareb. Incluso se embarcó en operaciones que empeoraron todavía más la situación, como la compra del Pastor.

En esta actuación -a la postre letal para el Popular-, Ron tuvo como cómplices o cooperadores necesarios al Banco de España, que permitió todo esto y fue incapaz de prevenir y evitar el desastre, y a PWC, que auditó al banco durante 30 años sin ponerle salvedades.

SARACHO NUNCA DEBIÓ ACEPTAR LA PRESIDENCIA

¿Y Saracho? Aunque su responsabilidad no es comparable a la de Ron, cometió dos grandes errores. El primero fue aceptar el puesto (por qué lo hizo es uno de los grandes misterios de esta historia) cuando debería haber sido consciente de la verdadera situación del Popular por los informes de JP Morgan y por su estudio del banco en los meses entre su nombramiento y su incorporación efectiva. Su segundo gran error fue perder un tiempo precioso antes de poner en marcha su doble operación ('dual track') de ampliación de capital y subasta del banco para salvarlo. Porque al final se quedó sin margen para completarla.

En la subasta que puso en marcha Saracho, ningún banco ofreció un precio positivo por el Popular. En cuanto a la ampliación, no había inversores suficientes para cubrir los 5.000 millones que necesitaba como mínimo. Si se hubiera llegado a lanzar la operación, ¿los habría encontrado? Es posible, pero la fuga de liquidez lo impidió. Y ahí tiene razón en su queja: la estampida fue culpa en buena medida de las declaraciones de Elke König y de las retiradas de depósitos de organismos públicos como la Seguridad Social, la CNMC o la propia Sareb.

Algunos medios pretenden halagar el oído de los afectados por la resolución haciéndoles creer que había otras soluciones en las que no habrían perdido su dinero. O que el informe de Deloitte está censurado porque daba un valor positivo al banco. Y eso es falso salvo algunas cosas, como diría Mariano Rajoy. Si nadie ofrecía un precio positivo por el Popular, era imposible venderlo por más de un euro dijera lo que dijera Deloitte. Las cosas valen lo que alguien está dispuesto a pagar por ellas. Y si nadie ofrece más que un euro, valen un euro.

¿QUÉ PASÓ EN LUXEMBURGO?

Los únicos que podrían haberse salvado son los tenedores de CoCos y subordinada. Fue el Santander quien exigió que asumieran pérdidas (por eso se dice que el precio real no fue de un euro, sino de -2.000 millones); y la JUR y el Gobierno aceptaron porque la alternativa a la venta al banco presidido por Ana Botín era el corralito para los clientes de la entidad. ¿Si el Banco de España le hubiera inyectado liquidez habría habido tiempo para una solución que evitara esta pérdida? Puede ser, aunque eso es economía ficción. Eso sí, el exgobernador Linde debería explicar por qué se negó a inyectarla.

Volviendo a Ron, hay un nuevo elemento que de ha descubierto en los últimos meses por la Agencia Tributaria: el Popular tejió presuntamente una red de sociedades instrumentales radicada en Luxemburgo para ocultar su verdadera situación contable en la época de la huida hacia delante. A estas sociedades se traspasaban créditos morosos de inmobiliarias para que no aparecieran en la contabilidad oficial y no hubiera que provisionarlos, según la AEAT.

Ron debe explicar si esta red existió o no, porque las acusaciones son muy graves y las hace nada menos que Hacienda. Y encajan a la perfección con su estrategia de ocultación de la realidad del Popular. No parece que todo fuera culpa de Del Valle.

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