• El PP lo hace para mantener una opción alternativa a la principal si las cosas se tuercen a última hora
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La frenética actividad mediática en vísperas electorales de la vicepresidenta del Gobierno y número dos de la lista madrileña del PP al Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, había levantado lógicos rumores de que aquel protagonismo inusitado tenía recámara.

El PP quiere equiparar en la campaña a Rajoy y a Soraya, y no precisamente para acumular fuerzas

Su designación, después, para representar al PP en lugar de Rajoy en el debate electoral a cuatro programado por Atresmedia para el próximo lunes incrementó los comentarios. Por último, este viernes han amanecido las calles de Madrid con los carteles de Rajoy y de Soraya en los postes institucionales que corresponden al PP.

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Con toda evidencia, el Partido Popular quiere equiparar en la campaña a Rajoy y a Soraya. Y no precisamente para acumular fuerzas -no tendría sentido: todo el mundo sabe quiénes son los principales candidatos de cada partido- sino para dejar abierta una puerta, para mantener una opción alternativa a la principal si las cosas se tuercen a última hora.

A día de hoy, las encuestas no son demasiado fiables -lo reconocen los propios sociólogos que las confeccionan- porque la actual situación no tiene precedentes, lo que impide que puedan aplicarse con solvencia correcciones empíricas dictadas por la experiencia (la famosa cocina), pero ya es seguro que no va a haber una mayoría absoluta y que la dispersión del voto ciudadano será grande.

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En estas condiciones, si el PP gana con holgura -digamos que con más de 130 escaños-, Rajoy no tendrá demasiadas dificultades en conseguir suficientes apoyos para formar gobierno, en minoría con pacto de legislatura (lo más probable) o en coalición. Pero si la victoria del PP es más ajustada, probablemente Rajoy no quiera, o no pueda, someterse a un pacto que necesariamente habría de ser duro de digerir para quien ha gobernado hasta entonces. Y entonces sería Soraya quien pactase con el socio elegido una fórmula de gobierno.

Nada hay que objetar a esta estrategia, que ya es lo bastante explícita como para que nadie pueda decir que ha habido alguna ocultación.

Antonio Papell

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