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Ricardo Rubio - Europa Press

En marzo de 2016, el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, perdió su primera sesión de investidura. Más de tres años después y con un renacer político, una moción de censura y unas elecciones ganadas en su haber, el líder del PSOE vuelve a pedir la confianza del Congreso en unas circunstancias similares a las de aquel entonces: sin asegurarse los apoyos necesarios. Aún cuando las negociaciones que se desarrollan contrarreloj con Podemos lograran el gobierno de coalición al que aspiran los morados, los socialistas tadavía necesitan al menos una abstención de uno de los partidos independentistas catalanes y de Bildu.

El principal escollo sigue siendo el partido de Pablo Iglesias. El desencuentro entre ambas formaciones ha marcado el ritmo de las conversaciones durante semanas, así que a horas de la investidura, y a pesar de que los equipos negociadores han estado trabajando con suma discreción el sábado y el domingo, después de que el mismo Iglesias se hiciera a un lado, Sánchez no ha atado el apoyo de los Podemitas. El jueves es la fecha límite.

En el partido tenían más que asumido que las aspiraciones de revalidar La Moncloa se iban a ver frustradas esta semana. "En estos momentos no tenemos esperanzas", explicaban fuentes socialistas a este medio en la mañana del viernes. El presidente del Gobierno en funciones había dejado caer su bomba: vetaba a Igleias. El rechazo a que el líder del partido formara parte del Gobierno sentó muy mal en Podemos, pero su secretario general anunció que se hacía a un lado: no sería un impedimento.

Los ánimos empezaron a cambiar en Ferraz y ya no lo dan todo por perdido porque creen que hay margen: "se puede mover todo muy rápido o no moverse nada", explican. Hay partido y se juega hasta el día 25 a las 18.00 horas.

No obstante, la espada de Damocles de la repetición electoral pende sobre sus cabezas. Estos son los tres escenarios que se pueden dar esta semana:

El primero, obviamente, es un acuerdo con Podemos. El reparto de ministerios es el trance más difícil a superar por los equipos negociadores liderados por la vicepresidenta en funciones Carmen Calvo y el diputado podemita Pablo Echenique. Los de Iglesias quieren un número de ministros proporcional a los votos obtenidos en los comicios del 28 de abril y que sea su formación la que nombre a los ministros que le correspondan, sin que puedan ser vetados.

De cumplirse esas condiciones, Podemos tendría uno de cada dos ministerios. Fuentes socialistas desvelaron la pasada semana que durante las negociaciones entre Sánchez e Iglesias, éste había exigido una vicepresidencia social, las carteras de Trabajo y Hacienda, así como parcelas de poder en el área de Comunicación. La misma Irene Montero podría ser la nueva vicepresidenta de un hipotético ejecutivo bicolor.

Si ambos partidos consiguen suscribir un acuerdo el camino para que Sánchez se mantenga en Moncloa quedaría allanado, puesto que los independentistas de ERC y de Bildu ya han avanzado que no bloquearán la investidura.

De hecho, y en segundo lugar, no se descarta una abstención de Podemos con el apoyo del PNV, Compromís, el Partido Regionalista de Cantabria, los independentistas catalanes de ERC y JuntsxCatalunya y EH Bildu. Así lo dejó caer la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo. No obstante, estos partidos no están por la labor de dar el 'sí' a Sánchez y el PSOE no ha negociado con ellos. De hecho, ERC ha dejado caer que se abren a apoyar un pacto entre los socialistas y Podemos.

SEPTIEMBRE O ELECCIONES

El tercer escenario, por el que apuestan todos los politólogos y analistas si fracasan las conversaciones con Podemos es que haya un segundo intento en septiembre. La primera votación de la investidura este 23 de julio activará los plazos que marca la Constitución para elegir un candidato que cuente con el apoyo del Congreso o, en caso contrario, disolver las cámaras y volver a celebrar elecciones.

Si alcanza un acuerdo con los de Pablo Iglesias, Sánchez sumaría los 42 votos a favor de Podemos y sus confluencias, en total 166 votos, la abstención de al menos ERC y Bildu le asegurarían ganar al bloque de la derecha (PP, Ciudadanos y Vox), que reúnen 147 votos, a los que habría que sumar los dos de Coalicion Canaria (CC) y otros dos de Unión del Pueblo Navarro (UPN).

Pero si Sánchez no recibe la confianza del Congreso en la primera votación, en la que necesita de mayoría absoluta para ser elegido, o en la que se celebre 48 horas después, el 25 de julio, donde le son necesarios más síes que noes, se abrirá un plazo de dos meses hasta el próximo 23 de septiembre para que los grupos políticos traten de alcanzar un acuerdo.

En estos dos meses, el presidente en funciones podría volver a intentar recibir la confianza de la cámara, ya que la Constitución establece que en ese periodo "se tramitarán sucesivas propuestas" de candidatos, igual que lo puede intentar hacer otro líder político, pero tiene que ser el Rey, previa consulta con los grupos políticos, quien lo proponga como candidato.

El decano del Colegio de Politólogos de Barcelona, Jordi Pacheco i Canals avisa que habrá que prestar mucha atención a las encuestas que se publiquen en los próximos meses, ya que si siguen mostrando un auge del PSOE en unos nuevos comicios en noviembre, "tienen alicientes para seguir aguantando la presión". En cambio, si arrojan una suma de las fuerzas de derechas, Podemos y los socialistas tendrán incentivos extra para alcanzar un entendimiento.

En este sentido, el politólogo cree que la formación morada se verá completamente entre la espada y la pared, ya que "se les puede llegar a atribuir a ellos que no se forme un gobierno de izquierdas".

En caso de que entre agosto y septiembre no haya fumata blanca, el Rey disolverá ambas Cámaras y convocará nuevas elecciones, que se celebrarían el 10 de noviembre, 47 días después de disueltas las Cortes.

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