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Santiago Abascal - VOXIrakli Tavberidze

La irrupción de Vox en el panorama político tras las elecciones andaluzas es, sin duda, el determinante para el desenlace de los comicios de este domingo, los más inciertos desde los de 2004. Además de los escaños que obtenga el partido de Santiago Abascal, ha provocado un corrimiento de tierras en las otras cuatro grandes fuerzas que puede deparar casi cualquier cosa. Además, no hay que descartar grandes bandazos de última hora con un número tan alto de indecisos.

El caso de Vox será estudiado por los sociólogos -ya han aparecido los primeros 'libros-exprés'- y viene a cubrir un vacío que tenía España respecto a la mayoría de los países occidentales: la ausencia de un partido ultranacionalista populista de derechas. Esa tendencia siempre ha existido, pero había sido absorbida por el PP por la relación que se establecía con la nostalgia del franquismo.

Ahora, el partido de Santiago Abascal se ha liberado de esos complejos y ha encontrado un líder que arrastra a las masas. La base de su ideología es compartida con el resto de partidos de extrema derecha de otros países: el rechazo a la inmigración. Pero aquí ha tenido un detonante sin el cual no habría logrado tanta fuerza: la reacción del resto de España al desafío independentista catalán, sobre todo a los ataques supremacistas de sus partidarios. Sin 1-O no habría Vox.

Sobre esta base, se ha subido a la ola de la demagogia y del populismo propios de estos partidos y está cosechando un gran éxito. Todo apunta a que Vox obtendrá, como mínimo, los 37 escaños que le otorgaba el CIS. Pero hay sondeos y estudios de algunos politólogos que le conceden más de 80. Si se cumplieran estos pronósticos, España experimentaría un vuelco político que no se ha visto desde la victoria de Felipe González en 1982.

IMPACTO EN PP, PSOE, PODEMOS Y CIUDADANOS

El gran perjudicado del 'efecto Vox' es, claro está, el PP. Si hasta ahora sufría una fuga de votos por su izquierda hacia Ciudadanos, ahora también tiene una vía de agua abierta a su derecha. Y puede sufrir un vuelco histórico: los diferentes sondeos dicen que puede perder incluso la mitad de los 137 diputados que obtuvo en 2016.

Por el contrario, el beneficiado de este movimiento es el PSOE, por dos razones: primero, porque el miedo a la ultraderecha moviliza a los votantes de izquierda, que en gran número se quedaron en casa en 2016; y segundo, porque muchos se apuntarán al 'voto útil' a Pedro Sánchez, aunque no les termine de convencer, en detrimento de Podemos.

Por eso, el partido de Pablo Iglesias es paradójicamente uno de los grandes perdedores de la entrada de Vox, que agrava una tendencia a la baja alimentada por la purga de varios de sus dirigentes y el famoso chalet de Galapagar. Ciudadanos también sufre en parte esa fuga de votantes, en su caso los que provenían del PSOE. Tampoco le ayuda a retenerlos la foto de Colón de Albert Rivera con Abascal y Pablo Casado.

INDECISOS, DEBATES Y BANDAZOS DE ÚLTIMA HORA

Este análisis no estaría completo si no tenemos en cuenta otra serie de factores. El más relevante es la enorme cantidad de indecisos: más del 40% de los que tienen decidido votar no sabían a quién iban a hacerlo en el último CIS. Esa decisión de última hora puede provocar enormes cambios sobre lo que pronostican unas encuestas que, por otra parte, nunca han acertado en España.

En dicha decisión pueden influir los dos debates celebrados esta semana en televisión. La impresión generalizada es que Rivera e Iglesias salieron reforzados en detrimento de Sánchez y, en menor medida, de Casado, que supo reaccionar a tiempo y mejorar en el segundo. Aunque hay muchas teorías sobre la eficacia o no de los debates sobre los resultados electorales, no hay ninguna certeza.

Por último, es posible que se dé un efecto de voto útil pero de derechas. Es decir, que muchos ciudadanos que piensan votar a Vox 'con las tripas' pueden pensar en el último momento que es más sensato votar al PP si el objetivo es echar a Sánchez. Por eso, Casado ha centrado buena parte de su campaña en demostrar que dividir el voto de derechas solo favorece al PSOE. Este fenómeno también puede restar apoyos a Ciudadanos.

Todo lo anterior convierte a estas elecciones en las más imprevisibles desde, al menos, las de 2004. Pero aquellas sufrieron el duro impacto de los atentados del 11M y entonces no existían ni Podemos, ni Ciudadanos, ni Vox.

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