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Después de Ucrania, una nueva guerra tiene en vilo al mundo. El conflicto desatado en Oriente Medio tras el ataque de Hamás a Israel ha reavivado los temores sobre la seguridad global ante la idea de que la contienda pueda extenderse por la región si se demuestra que Irán ayudó a financiar y planificar el asalto. Por el momento, es difícil predecir cómo se desarrollarán los acontecimientos, pero los estrategas de Rabobank advierten que "tendrá repercusiones en los ámbitos fiscal, monetario e industrial".

"Se trata de un panorama muy complejo y dinámico, con muchos actores externos y es un polvorín donde se lanzan cerillas", explican desde la entidad neerlandesa.

No obstante, una vez que comienzan los enfrentamientos es imposible saber cómo terminarán, pero los analistas de Rabobank ponen el foco en algunos desarrollos lógicos que serán claves.

En primer lugar, el ataque contra Israel cambiará no sólo la política del país, sino también la de Oriente Medio, lo que tendrá eco en toda la región y el mundo.

"El acuerdo de paz histórico entre Arabia Saudí e Israel y una garantía de defensa estadounidense son historia, al menos hasta que esté claro quién es el vencedor de este conflicto", añaden.

Asimismo, los corredores comerciales y los ferrocarriles planeados entre India, Oriente Medio y Europa han terminado por el momento.

En este sentido, si el conflicto se extiende por la región, se acelerará la bifurcación global y el 7 de octubre puede resultar tan trascendental como el 11 de septiembre.

"Se culpa a Irán por haber ayudado a planificar y financiar el ataque del 7 de octubre. Esto sólo se suma a la evidencia de un eje emergente formado por Rusia, Irán (y Siria, Hamás en Gaza, los hutíes en Yemen, Hezbolá en el Líbano y las milicias en Irak), Corea del Norte y China", indican desde Rabobank.

Es más, queda por ver si Arabia Saudí mantendrá su reciente acercamiento con Irán después de que este último destruyera las esperanzas de Riad de un acuerdo de paz con Israel y EEUU.

Además, el gasto militar se disparará. "A medida que Rusia pasa a una economía de guerra, Europa ya no puede ayudar a Ucrania sin las armas estadounidenses; sin embargo, ahora Estados Unidos podría necesitar echar mano de sus menguantes reservas de armas y de su marchita base de producción militar-industrial para ayudar a Israel; y esto porque el Pentágono quiere girar hacia Asia, donde China puede superarlo en todos los frentes", subrayan los expertos de la firma con sede en Países Bajos.

En definitiva, la guerra "tendrá repercusiones importantes en los ámbitos fiscal, monetario e industrial", y luego impactará en los mercados.

"Pocos de los participantes actuales tienen algún recuerdo de haber vivido una genuina economía de guerra extendida. La heurística histórica es que los impactos sobre los déficits fiscales (más altos), la inflación (más altos), los precios de las materias primas (más altos), los mercados de activos (más bajos) y los mercados de divisas (más salvajes) no se parecen a los que vemos en tiempos de paz", indican en Rabobank.

IMPACTO ENERGÉTICO

A pesar de que se desconoce la magnitud que alcanzará el conflicto entre Israel y Hamás, las contiendas bélicas tienden a escalar y, en este caso, actores como Rusia pueden ganar más "desestabilizando las cosas" que ayudando a mantener el orden.

Del mismo modo, otros actores pueden ver la oportunidad de actuar contra EEUU, atado militarmente en dos frentes.

Desde este punto de vista, el impacto energético puede ser diferente en función de tres escenarios de guerra.

Si el enfrentamiento se mantiene entre Israel y Hamás, en la Franja de Gaza, ambos actores son minúsculos en los mercados energéticos y no producen petróleo.

"Israel cerró temporalmente Tamar. Si el conflicto se mantiene contenido, los mercados energéticos se ajustarán rápidamente. La pérdida de Tamar restará apoyo al gas europeo, pero el efecto será moderado", apuntan en Rabobank.

Si la guerra implica a Israel (EEUU)-Gaza-Líbano-Siria-Jordania-Egipto, el foco estaría en el Canal de Suez, uno de los grandes puntos el comercio mundial. A través de él transitan el 15% del comercio global, el 4,5% del petróleo crudo mundial, el 9% de los productos refinados y el 8% de los buques cisterna de GNL.

"El oleoducto SUMED corre paralelo al Canal y transporta alrededor del 80% del petróleo enviado desde Medio Oriente a Europa. Si el oleoducto detiene sus operaciones debido al conflicto, o el Canal queda bloqueado por un buque cisterna o portacontenedores destruido, la ruta alternativa alrededor del Cuerno de África añade dos semanas de tiempo de viaje logístico, con un costo significativo. Cualquier expansión de la guerra a la península del Sinaí y la región de Suez corre el riesgo de desencadenar acontecimientos de este tipo", alertan los estrategas.

En el caso de que los países involucrados en la contienda fueran Israel (EEUU)-Hamas-Líbano-Siria-Jordania-Egipto-Irán-Arabia Saudí/Golfo, la situación sería más complicada ya que, actualmente, Irán produce 3 millones de barriles por día de crudo, y aproximadamente la mitad se exporta a China.

"Además, ha reclamado el dominio sobre el Estrecho de Ormuz, otro importante cuello de botella para mercado energético global por el que transita el 17% de los flujos mundiales de petróleo, así como el GNL de Qatar. Nos mantendríamos por encima de los 100 dólares el barril de crudo en un escenario en el que Estados Unidos imponga sanciones férreas al petróleo iraní y al mismo tiempo proteja a los petroleros 'aliados'", comentan los analistas.

IMPACTO ALIMENTARIO Y AGRÍCOLA

Teniendo en cuenta los tres escenarios de guerra anteriores, la guerra en Oriente Medio también tendría un impacto alimentario y agrícola.

Israel-Gaza: Israel es un importante exportador de potasa y fósforo. En 2022 exportó el 6% de la potasa del mundo y el 8% de los fertilizantes fosfatados.

"Queda por ver cuánto de esos volúmenes comerciales se verán afectados en los próximos meses. Israel también es un importador menor de cereales, carne, lácteos y aceites vegetales", aseveran en Rabobank.

Con todo, los agricultores de todo el mundo podrían sentir un impacto algo negativo debido al posible aumento de los costes de la energía y los fertilizantes.

Israel (EEUU)-Gaza-Líbano-Siria-Jordania-Egipto: Líbano no es un exportador o importador importante, pero la región más amplia de Oriente Medio y África del Norte (MENA) es un importante exportador de fertilizantes y un importante importador de cereales y animales vivos, así como un destacado importador de lácteos y carne.

"Si el conflicto se extiende a Egipto en particular, podría provocar temporalmente una caída de los precios de los cereales debido a preocupaciones sobre la demanda", dicen los estrategas.

Israel (EEUU)-Hamas-Líbano-Siria-Jordania-Egipto-Irán-Arabia Saudí: los problemas de exportación de fertilizantes y de importaciones de cereales se volverían aquí mucho más serios.

Alrededor del 30% de las exportaciones mundiales de fertilizantes nitrogenados provienen de MENA (los cinco principales: Qatar, Arabia Saudí, Egipto, Omán, Argelia), con más del 25% de las exportaciones mundiales de fertilizantes mixtos (los tres principales: Marruecos, Arabia Saudí, Israel) y alrededor el 10% de los fertilizantes potásicos (los tres principales: Israel, Jordania, Egipto) y casi la mitad de las exportaciones de fertilizantes fosfatados (los cinco principales: Marruecos, Israel, Egipto, el Líbano y Túnez).

"Aún más importante que las exportaciones directas podría ser el impacto del aumento de los costes de la energía en la producción y suministro global de fertilizantes nitrogenados. Sus precios son muy sensibles a los aumentos de los precios de la energía", avisan los expertos de la entidad neerlandesa.

En resumen, "una guerra que se intensifique más allá de Israel-Gaza probablemente tendrá una amplia gama de efectos desestabilizadores, tanto directos como indirectos. La geoeconomía, la geopolítica y los mercados podrían experimentar una bifurcación, polarización y una volatilidad violenta mucho más extremas", concluyen en Rabobank.

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