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La banca suiza ya no es lo que era. Al menos así lo cree el Fondo Monetario Internacional (FMI), que ha reclamado al país que haga más inspecciones a las entidades financieras que operan allí y que ese trabajo sea realizado por la Autoridad de Supervisión de los Mercados Financieros de Suiza (FINMA por sus siglas en inglés), a la que reprende por la forma en que regula una industria que mueve millones. Según la institución que dirige Christine Lagarde, la práctica actual puede crear conflictos de interés.

Esas son algunas de las conclusiones de la última misión enviada por el FMI a Suiza para analizar las finanzas del país. Son, cuanto menos, llamativas, ya que la banca suiza se caracteriza por su estabilidad, privacidad y protección de los activos e información de sus clientes, y siempre se pone como ejemplo de buenas prácticas. No obstante, el Fondo Monetario Internacional cree que hay muchas cosas que mejorar, sobre todo en lo que concierne al regulador, al que sugiere intensificar las inspecciones 'in situ' de los bancos más grandes del país.

La reprimenda del enfoque seguido por la FINMA se debe a que, en opinión del FMI, la práctica actual de permitir que los bancos contraten auditores para las revisiones regulatorias crea conflictos de interés, dado que hay pocas firmas de auditoría y que estas también proporcionan servicios de consultoría a los bancos. "Para gestionar mejor los conflictos de interés y los problemas de objetividad, la FINMA debería tener la autoridad para contratar y pagar directamente a las empresas de auditoría por la supervisión de los bancos, y debería llevar a cabo más inspecciones 'in situ', especialmente de los bancos más grandes", decía este lunes uno de los miembros de la misión del FMI.

La duda es si el regulador suizo es lo suficientemente grande para acometer una tarea de esta envergadura. En Finma trabajan unos 500 empleados, a los que ahora el Fondo Monetario Internacional exige que regulen adecuadamente un sector que cuenta con 253 bancos, incluidos gigantes como UBS y Credit Suisse, empresas de inversión con 7.300 billones de dólares bajo gestión, y el 28% del total de los activos transfronterizos del mundo.

El problema es que el organismo que dirige Lagarde cree que es necesaria una supervisión mucho más rigurosa, dado que algunos de los mayores escándalos financieros de la última década, como el 1MDB en Malasia y el de Petrobras en Brasil, están directamente vinculados con bancos suizos. "Suiza tiene un sistema financiero muy grande y la de la FINMA es una actividad pequeña", señaló el FMI, que por eso reclama "recursos adicionales para cumplir con su creciente mandato".

Tal y como dice el Fondo en las conclusiones de esta misión, "la complejidad y el gran tamaño del sistema financiero suizo exigen una mejora continua de los marcos y capacidades de regulación y supervisión", y aunque ve "progresos considerables" a la hora de reforzar la supervisión, cree que aún "persisten importantes deficiencias". De hecho, el FMI señala que la FINMA debe mantener su autonomía porque de ello depende la "sólida reputación internacional del sector financiero suizo".

PEORES PREVISIONES

Aunque ese no es el único toque que ha dado el organismo de Lagarde a Suiza. También ha alertado sobre la desaceleración del crecimiento de la economía, que ahora espera que se sitúe en el 1,1% en 2019, aunque augura que en 2020 habrá una recuperación "moderada". El aumento de las tensiones comerciales y la incertidumbre en Europa debido al Brexit son los riesgos que acechan a la economía suiza, que en 2018 experimentó un crecimiento del 2,5%.

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