ep archivo   un autonomo echa el cierre de su negocio
Ricardo Rubio - Europa Press - Archivo

Ya van unas cuantas prórrogas aprobadas y algunas expertos comienzan a preguntarse si los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) que empezaron a ponerse en marcha con motivo de las restricciones a la actividad económica por la pandemia del Covid-19 siguen teniendo sentido. Desde algunos sectores apuntan a que los ERTE están manteniendo con vida a empresas que de otra manera ya habrían desaparecido y que simplemente están siendo el preámbulo de algo inevitable: la llegada de los Expedientes de Regulación de Empleo (ERE).

Gobierno y agentes sociales acaban de hacer efectiva una nueva prórroga de los ERTE, esta vez hasta el 30 de septiembre. Sin embargo, surgen voces de que numerosas compañías están "sobreviviendo" gracias a las ayudas y exoneraciones, lo que les provee de una "falsa supervivencia", ya que realmente ya no son viables, y quizás sería mejor dejarlas "caer". Es lo que destaca el profesor de EAE Business School José Canseco, que señala además que desde hace meses, las empresas claman por algo: seguridad y certeza. También para los trabajadores.

En ambos lados existe el temor de que el ERTE se transforme finalmente en ERE. "Nadie, ni empresas ni las familias quieren verse inmersas en un ERTE", pero el final para muchas "es más que evidente: la muerte empresarial" y, como consecuencia, que aumenten las cifras de desempleo y el gasto en prestaciones, "un círculo vicioso", expresa, por su parte, el analista económico y profesor de EAE Business School Juan Carlos Higueras.

¿Qué hacer entonces? ¿Seguir con las prórrogas o dar por finalizado este instrumento pensado para proteger el empleo? Aquí hay opiniones encontradas y para todos los gustos. Como explican, existe el criterio de mantener los ERTE hasta septiembre para ayudar a aquellas actividades ligadas al turismo "que aún tardarán en recuperarse". Otra opción es mantenerlos hasta septiembre y prorrogarlos antes de su finalización si se mantienen los riesgos para determinadas actividades en ese momento. La última alternativa es prorrogarlos hasta final de año, lo que daría oxigeno a aquellas empresas en actividades de riesgo hasta su completa recuperación.

Ambos profesores consideran que ampliar el horizonte temporal en las ayudas a las empresas requiere por parte del Gobierno de una liquidez y una disponibilidad de recursos "que quizás no es sencilla de planificar y materializar". No obstante, si es por dinero, "hay muchos gastos que son innecesarios en este momento o, al menos no son prioritarios y que se pueden dedicar a esta partida clave para nuestra recuperación". En cualquier caso, "este mercadeo continuo entre agentes sociales y Gobierno debería acabar", opina Higueras.

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