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Olaf Scholz, candidato del SPD a la cancillería alemana.

El periodo de Angela Merkel en el poder, con las elecciones a la vuelta de la esquina (26 de septiembre), llegará pronto a su fin. El próximo canciller, avisan desde Scope Ratings, tendrá que hacer frente a la falta de inversión en Alemania que se ha visto en los últimos años.

En la actualidad, el país germano se encuentra muy cerca de quedar rezagado respecto a otras economías desarrolladas.

La estricta disciplina fiscal desde la crisis financiera de 2008 ha contribuido a mantener el nivel de deuda de Alemania (rating: AAA/Estable) en una trayectoria descendente. Sin embargo, la pandemia ha puesto de manifiesto el déficit de inversión de Alemania en varias áreas clave, causado por la persistente falta de inversión del sector público en las últimas décadas. "Estimamos que el déficit de inversión asciende a unos 410.000 millones de euros, es decir, el 12% del PIB de Alemania en 2019", calculan desde Scope.

Eiko Sievert, economista de Scope, explica que "si se orienta adecuadamente, la inversión del sector público puede ser muy eficaz para impulsar la inversión del sector privado. Esto puede ayudar a mantener la competitividad de Alemania a través de mejoras en la productividad para ayudar a contrarrestar la disminución de la población en edad de trabajar”, añade.

En campos como la educación, la digitalización y la transición a una economía más neutra en carbono, Alemania podría quedarse atrás respecto a otros gobiernos. El tamaño de la brecha de inversión resulta "significativo" pero no insalvable, aunque será difícil de cubrir mediante reasignaciones presupuestarias, dadas las crecientes presiones de gasto en vista del perfil demográfico del país.

Los principales partidos políticos de Alemania han reconocido la importancia de aumentar la inversión pública en sus programas de cara a las elecciones federales. A pesar de coincidir en muchos aspectos, según ha observado la agencia, al parecer éstos difieren en prioridades de inversión, la escala y la financiación de las iniciativas de inversión.

"Las propuestas para aumentar las inversiones pueden apoyar el potencial de crecimiento de Alemania. Sin embargo, en la práctica, las promesas de gasto por motivos políticos sólo tienen sentido si también existen oportunidades de inversión adecuadas en las que las inversiones públicas puedan mejorar la productividad a largo plazo", indica Sievert.

El freno de la deuda alemana ha ayudado a situar los ratios de deuda de las administraciones públicas en una trayectoria descendente desde la crisis financiera. Las leyes de freno de la deuda federal y estatal han limitado los déficits estructurales al 0,35% del PIB al año, y al 0% para los gobiernos estatales. El Bund activó el año pasado la cláusula general de excepción de su límite de endeudamiento en respuesta a la pandemia, que se espera que se aplique de nuevo a partir de 2023. El próximo Gobierno alemán decidirá, por tanto, el calendario y las particularidades del restablecimiento de la regulación del freno de la deuda de Alemania, que también tendrá importantes implicaciones a nivel europeo.

"Aunque el aumento de las inversiones es necesario, el límite a la deuda de Alemania garantizará la disciplina fiscal a largo plazo. Habrá que seguir explorando diferentes opciones de financiación de ese aumento de la inversión pública, que deben seguir centrándose en el aumento del potencial de crecimiento del país", concluye Julian Zimmermann, analista de Scope.

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