bancos centrales omicron
Christine Lagarde, Jerome Powell y Haruhiko KurodaAlberto Sánchez

La irrupción de la variante Ómicron del Covid-19 y los riesgos para la economía mundial que entraña suponen un desafío adicional para los banqueros centrales. Las autoridades monetarias de todo el mundo deben monitorizar esta nueva derivada de la pandemia y su potencial impacto en el crecimiento global y las presiones inflacionarias, ya que se teme la ineficacia de las vacunas actuales, lo que podría desencadenar una nueva oleada de cierres y restricciones.

Ómicron ha golpeado al mundo a pocas semanas de las decisiones clave de los bancos centrales globales, con la Reserva Federal (Fed) posiblemente acelerando una reducción de su estímulo, el Banco de Inglaterra (BoE por sus siglas en inglés) potencialmente a punto de subir los tipos de interés, y el Banco Central Europeo (BCE) planeando preparar a la eurozona para una disminución del programa de compra de bonos de emergencia que está previsto finalice en marzo de 2022. Todo ello en respuesta al aumento de la inflación, que ha alcanzado un máximo de tres décadas en Estados Unidos, el más alto de la historia de la zona euro y un récord de 10 años en el Reino Unido.

Los economistas alertan de que los bancos centrales se hallan ahora ante el dilema de mantener el rumbo fijado y proseguir la paulatina reducción de sus estímulos, o usar Ómicron “de excusa” para ceñirse a la política ultralaxa que ha sido la tónica durante la pandemia, apunta Russ Mould, director de inversiones de AJ Bell. Sin embargo, sostiene este experto que es pronto para "saber qué puede significar la nueva variante vírica y si es más o menos transmisible, más o menos tratable con las vacunas actuales o más o menos peligrosa para quien tenga la mala suerte de contraerla”.

“Pero, a juzgar por el pasado, es poco probable que los responsables políticos se arriesguen, sobre todo teniendo en cuenta que los bancos centrales parecen considerar actualmente el desempleo como un riesgo mayor que la inflación, dada la búsqueda aparentemente constante de la Fed y el Banco de Inglaterra de más datos y claridad sobre el mercado laboral”, asevera Mould. Los analistas de Schroders también apuntan que la nueva variante “puede hacer que los bancos centrales retrasen el endurecimiento de la política monetaria”, lo que aún dejará a los banqueros centrales “más rezagados ante el acelerón de la inflación”.

Ha sido el presidente de la Fed, Jerome Powell, el primero en abordar este asunto. Y ha reconocido ante el Comité Bancario del Senado estadounidense que la variante Ómicron del Covid-19 y el reciente aumento de los casos de coronavirus suponen una amenaza para la economía y complican un panorama de inflación ya incierto. "El reciente aumento de los casos de Covid-19 y la aparición de la variante omicrón suponen riesgos a la baja para el empleo y la actividad económica y un aumento de la incertidumbre para la inflación", ha afirmado.

Sin embargo, no solo no ha alentado a que el mercado crea que van a frenar la normalización monetaria. El jefe de la Fed ha dicho que cree que la reducción del ritmo de las compras mensuales de bonos puede avanzar más rápidamente que el programa de 15.000 millones de dólares al mes anunciado a principios de este mes. Y espera que el tema se discuta en la reunión de diciembre.

Otros banqueros centrales, han exhibido una buena dosis de flema. El gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, dijo que la nueva variante no había cambiado su expectativa de que la economía japonesa volviera pronto al crecimiento, mientras que el gobernador del Banco de Francia, Francois Villeroy de Galhau, dijo que "presumiblemente no debería cambiar demasiado las perspectivas económicas".

“Dado que los bancos centrales han hecho todo lo posible en la parte anterior de esta crisis, se teme que esta vez sean menos capaces de actuar y que, de hecho, sigan por la senda del endurecimiento”, señalan desde IG Markets. En resumidas cuentas, la nueva variante “hace que la situación sea más difícil de evaluar para los responsables política monetaria, en un momento en el que la inflación se ha convertido en un gran problema político”, destacan desde Ostrum AM.

RETRASAR LAS SUBIDAS DE TIPOS DE LA FED

Desde AJ Bell ponen el acento en que los inversores ya toman posiciones ante un aplazamiento de las subidas de tipos de la Fed tras el último giro de la pandemia. “Hace tan sólo una semana, los mercados estadounidenses preveían una probabilidad cercana al 70% de que el primer aumento del tipo de interés de los fondos de la Reserva Federal se produjera en junio de 2022 (lo que no es un ritmo vertiginoso), según el servicio Fedwatch de CME”, comenta Mould.

"Ese porcentaje se ha reducido ahora al 48%, lo que arroja gran incertidumbre sobre junio, e incluso en julio sólo se considera que hay un 60-40 de posibilidades de que el Comité Federal de Mercado Abiertos actúe para endurecer la política”, concluye el experto.

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