theresa may media scrum
Downing Street

Vuelta al punto de partida. O casi. La primera ministra británica, Theresa May, encara una nueva ronda negociaciones con Bruselas con el objetivo de obtener concesiones de los Veintisiete sobre el punto de la salvaguarda en la frontera con Irlanda. La 'premier' se ve forzada a quebrar la firme oposición del bloque comunitario a revisar el Tratado de Retirada para evitar 'in extremis' el escenario que todo el mundo quiere evitar: un Brexit sin acuerdo.

Ni el Parlamento británico, ni el Gobierno de May ni la Unión Europea (UE) desean que se ejecute el Artículo 50 el Tratado de Lisboa -por el que el Reino Unido dejará de pertenecer al club europeo- sin que medie un acuerdo. Pero por ahora ninguno de los actores "está haciendo demasiado por evitarlo", indican los expertos de Oxford Economics. Por lo tanto, a cada segundo que pasa en la cuenta atrás del divorcio, el llamado Brexit duro se hace más y más palpable.

Casi todas las firmas de inversión han incremetado en mayor o menor medida las posibilidades de que el desenlace sea un salto al vacío de Reino Unido, aunque el porcentaje se mantiene en el 15% para Goldman Sachs y en una cifra similar para Danske Bank. No obstante, los economistas consultados coinciden en señalar que la "incertidumbre se mantiene elevada", aunque los expertos de la entidad danesa creen que "lo más probable es que el pacto alcanzado en noviembre o una variante de este encuentre vía libre en el Parlamento"; con todo, mantienen entre sus previsiones que el proceso se detenga con un nuevo referéndum.

Opinan, sin embargo, que tanto la Comisión Europea como el Consejo Europeo se mostrarán más abiertos a negociar "ahora que la Cámara de los Comunes por fin ha mostrado una mayoría en algo". Y ese algo es que quieren obtener garantías de que el país no quedará indefinidamente atrapado en el llamado 'backstop' irlandés.

Pero las primeras reacciones de los presidentes de ambos organismos Jean-Claude Juncker y Donald Tusk han echado un jarro de agua fría a cualquier expectativa de revisión del pacto existente. Y han agitado el fantasma del Brexit caótico. No obstante, Martin Beck, analista de Oxford Economics apunta a que se trata de un farol, ya que la UE "afronta una gran paradoja si no afloja en su obstinación". "La resistencia a ceder en el asunto de la salvaguarda en la frontera on Irlanda acabará por provocar justamente aquello que tratan de evitar: una frontera dura entre Reino Unido y su país vecino".

Asimismo, prosigue Beck, "forzar a que Reino Unido acepte un acuerdo que carece de apoyo en el Parlamento y en el país arriesga a que las relaciones entre Londres y Bruselas queden irremediablemente envenenadas". Además, "el historial de negociaciones de los Veintisiete demuestra que les gusta esperar hasta el último momento para aflojar en sus posturas", agrega el economista, por lo que apurarán el calendario hasta el 26 de febrero, que es la fecha límite para que la Cámara de los Comunes vuelva a votar el acuerdo, modificado o no, entre la premier y las instituciones europeas.

A primera vista, la derrota por 230 votos del actual acuerdo presentado ante los parlamentarios el 15 de enero sugiere que la primera ministra enfrenta la tarea hercúlea de tratar de revertir esta opinión. Una posible vía para aumentar el apoyo sería eliminar o diluir las partes más polémicas del acuerdo, en particular alrededor de la salvaguarda irlandesa. De hecho, el Gobierno y la mayoría de los parlamentarios apoyaron la enmienda propuesta por el parlamentario conservador Graham Brady para que se sustituya el llamado 'backstop' por "arreglos alternativos" (indefinidos).

La 'premier' presionará a la UE en ese sentido a lo largo de esta semana y se comprometió a hacer una declaración sobre el progreso el 13 de febrero, a la que seguirán los votos de la Cámara de los Comunes el día siguiente.

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