• El problema es que el primer ministro italiano ligó su futuro político al resultado de la votación
  • Renzi quiere implementar cambios que hagan que Italia sea un país más gobernable
  • Los detractores creen que con estas reformas el primer ministro tendrá demasiado poder
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El calendario no se detiene. Tampoco en los mercados financieros. Aunque la sorprendente y rutilante victoria de Donald Trump lo acapara todo, los inversores harían bien en no olvidarse de la siguiente cita electoral con capacidad para zarandear las cotizaciones, sobre todo en la Eurozona: el referéndum italiano del próximo 4 de diciembre.

De hecho, el mundo financiero, tan dado en los últimos tiempos al juego de palabras y expresiones, también ha encontrado la fórmula para bautizar el riesgo inherente a esta consulta. No es demasiado imaginativa, porque es la misma que se empleó en su momento con Grecia y luego con Reino Unido, pero precisamente por la relevancia de estos precedentes sí es lo suficientemente gráfica. La etiqueta no es otra que 'Italexit'.

"El problema es que el primer ministro italiano ligó su futuro político a la aprobación de los cambios", advierten los expertos de Link Securities

"Si las elecciones estadounidenses ya son un hecho del pasado, en pocas semanas los inversores se enfrentan a otro acontecimiento político que puede generar gran inestabilidad, sobre todo en la Zona Euro", advierten los analistas de Link Securities.

Y es que, el próximo 4 de diciembre, es decir, dentro de escasas tres semanas, Italia vota en referéndum la aprobación de los cambios constitucionales propuestos por el Gobierno de Matteo Renzi. El pasado mes de abril la Cámara de Diputados de Italia aprobó la reforma constitucional impulsada por Renzi que contempla, entre otros aspectos, limitar los poderes del Senado y acabar con el "bicameralismo" perfecto (es decir, la Cámara alta y baja dejarán de tener el mismo rol y competencias). La reforma fue aprobada por 361 votos favorables y 7 en contra. Los principales partidos de la oposición, como el Movimiento Cinco Estrellas o Forza Italia, decidieron abandonar la cámara antes de la votación. Posteriormente, en septiembre, el Consejo de Ministros fijó finalmente la fecha del referéndum -4 de diciembre-, fundamental para dar apoyo final a la reforma.

"El problema es que el primer ministro italiano ligó su futuro político a la aprobación de los cambios", advierten los expertos de Link Securities. John Mauldin escribía en Forbes el pasado mes de agosto que, si finalmente los italianos votaban "no" Europa podría estar "ante la muerte del euro". Desde Link añaden que una votación negativa dejaría a Renzi en una situación de "gran debilidad" y ello afectaría "a uno de los temas que más preocupa en Europa, la reestructuración del sistema bancario italiano".

O lo que es lo mismo, en un mercado sobrado de incertidumbre y emociones fuertes, el resultado de la consulta amenaza con añadir más convulsión al panorama financiero e incluso con volver a poner en entredicho el futuro del euro. Italia es la tercera economía de la Eurozona, y cualquier duda sobre su permanencia en la 'moneda única' debilitará las costuras de la divisa europea.

UNA GRAN PREOCUPACIÓN

La salud de los bancos italianos preocupa, y mucho, a Europa. En los últimos test de estrés a la banca de finales del pasado mes de julio todas las entidades del Viejo Continente, a excepción de la italiana Monte dei Paschi, superaron el examen con relativa holgura. Hubo, eso sí, un grupo de entidades que se quedaron en una situación comprometida, por debajo del 8% el capital en el peor de los escenarios (un umbral de seguridad que los reguladores empiezan a reclamar como mínimo) y entre ellas había otro banco Italiano, Unicredit (7,1%). Las otras tres fueron Deutsche Bank (7,8%), Commerbank (7,4%) y Barclays (7,3%).

La derrota de Renzi pondría en cuestión el saneamiento aún pendiente en la banca italiana

Frente al examen que se hizo a la banca en 2011, que buscó la recapitalización del sector, y el de 2014, que pretendía verificar la calidad de los activos, el examen que se hizo a la banca en 2016 buscaba sacar a la luz la morosidad acumulada en los balances bancarios. Este aspecto ponea en entredicho a la banca italiana, con aún carga con 200.000 millones de euros en préstamos morosos.

A finales del mes pasado, Fitch rebajaba la perspectiva de los bancos italianos Intesa Sanpaolo, Credito Emiliano, Mediobanca y Banca Nazionale del Lavoro de estable a negativa. Según esta agencia, "estos cuatro bancos son sensibles al deterioro del entorno operativo en Italia y la perspectiva soberana del país".

LAS ENCUESTAS NO ACOMPAÑAN

La cita del 4 de diciembre se vuelve más relevante aún si se tiene en cuenta que las encuestas no acompañan. Una victoria del Gobierno que, en un principio parecía segura, ahora no lo es en absoluto. Una encuesta del instituto italiano Eumetra señalaba que, a medida que el número de indecisos iba bajando, la ventaja del "no" había aumentado en 10 puntos.

El objetivo de Renzi con esta reforma es conseguir que Italia, que ha tenido 63 gobiernos en los 70 años desde el nacimiento de la República, sea un país más gobernable

The Economist recuerda que, a diferencia de David Cameron en Reino Unido, que decidió convocar el referéndum para el Brexit en Reino Unido, Matteo Renzi no tuvo más remedio que tomar esta medida después de fracasar en el Parlamento en su intento por conseguir los dos tercios necesarios para avalar los cambios que buscaba.

El objetivo de Renzi con esta reforma es conseguir que Italia, que ha tenido 63 gobiernos en los 70 años desde el nacimiento de la República, sea un país más gobernable. La esperanza de vida de los gobiernos italianos les hace muy difícil implementar las reformas. Además, el poder de las dos cámaras es igual, por lo que los proyectos de ley deben pasar por ambas y ser aprobados de forma idéntica en cada una de ella. El proyecto de Matteo Renzi reduciría drásticamente el poder del Senado. La reforma también busca eliminar las superposiciones en las responsabilidades de los gobiernos centrales y regionales.

Los críticos argumentan que, cuando se adopte esta nueva ley, la reforma daría al primer ministro demasiado poder. El jefe de gobierno tendría cinco años de mandato con una mayoría parlamentaria garantizada, libre incluso de la amenaza de una rebelión en sus propias filas.

"Lo que preocupa a los inversores no es tanto que Italia pueda perder una oportunidad única de separar sus poderes, sino que la salida de Renzi podría convertir al país en un nuevo foco de desorden político y provocar una crisis más amplia en la economía de la Unión Europea. Italia es el eslabón débil: tiene deudas del 132,7% del PIB y un sector bancario ahogado por deudas incontables después de años de lento crecimiento", añade The Economist.

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