• Ha desaprovechado la ocasión para liberalizar y reducir el gasto público
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La opinión mayoritaria es que Rajoy sacó a España de la crisis y casi de la quiebra, y que ha conseguido que vuelva a crecer mucho más que Europa. Es cierto, pero su gestión económica tiene importantes lunares que dejan grandes hipotecas para el futuro del país; en especial, el rescate a la banca y las pensiones. Pero además, ha desaprovechado la bonanza para reducir el gasto público, rebajar impuestos y liberalizar mercados. Y el paro sigue siendo muy alto.

Cuando Mariano Rajoy llegó al poder a finales de 2011, tenía dos enormes desafíos encima de la mesa: reducir el brutal déficit público que se había generado con la doble recesión en la etapa de Zapatero y arreglar el desaguisado bancario, los dos motivos que llevaron la prima de riesgo hasta 600 puntos básicos en junio de 2012 y amenazaron con obligar a España a salir del euro. Fue capaz de evitarlo y ese es el gran éxito de su legislatura.

Ahora bien, lo hizo con un coste muy elevado. Optó por rescatar con dinero público a las entidades quebradas (casi todas cajas de ahorros gestionadas por políticos) en vez de dejarlas caer, por miedo al enorme impacto que habría tenido en la economía que se perdieran los depósitos que superasen 100.000 euros. Aparte de la mala experiencia de la quiebra de Lehman Brothers en Estados Unidos. Como era imposible financiar la cantidad necesaria (finalmente fueron 41.000 millones), tuvo que pedirla a Europa. Y aunque fue hábil para que no computara como déficit ni deuda públicas, es un dinero que hay que devolver con impuestos porque ya está claro que solo se va a recuperar una pequeña parte.

Una hipoteca que es aún mayor por el desastre de Sareb, el banco malo. El FROB ya ha tenido que ser rescatado con 3.000 millones por las pérdidas generadas en un proyecto que nació muerto por los altísimos precios al que se realizó el traspaso del ladrillo de las cajas inviables. Este año Sareb ha reconocido que sus accionistas, empezando por el Estado, perderán al menos el 70% de su inversión.

NI REFORMA DEL GASTO NI DE LAS PENSIONES

Pero quizá el mayor reproche que se pueda hacer al Gobierno de Rajoy es que no se ha atrevido a coger por los cuernos los verdaderos toros de nuestra economía. Logró reducir el déficit con una fuerte subida de impuestos, pero no recortó el gasto (pese a lo que sostienen los partidos de izquierdas y los sindicatos). Eso pudo explicarse entonces por la crisis, pero cuando llegó la recuperación tampoco quiso meter mano al despilfarro del dinero público, lo que le impidió revertir el aumento impositivo pese a la mejora de la recaudación.

Y encima, estuvo el episodio de la amnistía fiscal, declarada inconstitucional a posteriori y cuya recaudación fue ínfima por el diseño que se le dio (que permitía que la regularización saliera incluso a devolver). La idea era que ese dinero se repatriase y pagara impuestos en España. Pero el agravio comparativo que supone una medida como esta para los que cumplen la ley supuso otro borrón en su hoja de servicios.

¿Y qué decir de las pensiones? Todo el mundo es consciente de que el sistema actual es insostenible aunque solo sea por causas demográficas. El PP dio un pequeño primer paso para su reforma en 2013, pero este año lo ha sacrificado en el altar del PNV para que apoyara los presupuestos. Y mira para lo que le ha servido. Otra hipoteca para el futuro que un Gobierno del PSOE apoyado con Podemos no va a solucionar.

PARO EXCESIVO Y SALARIOS BAJOS

Aunque es innegable que la vuelta al crecimiento y la reforma laboral han permitido reducir el paro, una tasa del 18% con una economía que avanza al 3% sigue siendo intolerable. Y eso, con unos salarios que siguen siendo muy inferiores a la media de la zona euro y con un poder de compra mucho menor por nuestro elevado nivel de precios.

Este es el gran problema estructural de España y no hay soluciones fáciles ni rápidas. Pero los avances del PP han sido claramente insuficientes. Y al final, eso es lo que más importa.

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