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En los últimos meses, tanto la inflación general como la tasa subyacente han ido siguiendo una tendencia a la baja en la zona euro. Sin embargo, aunque el escenario de los precios pinta mejor, todavía puede empeorar y "es probable que la volatilidad sea mayor en la próxima década". De hecho, puede que veamos una inflación más alta que la que estábamos acostumbrados antes de la pandemia.

"En nuestro pronóstico base proyectamos que la inflación general y básica caerán aún más. Dicho esto, el último kilómetro es el más difícil", señalan en RaboResearch. En su opinión, los riesgos se siguen inclinado al alza.

"Una de las principales lecciones aprendidas en los últimos años es que hay que mirar más allá de la superficie y más allá de los impulsores tradicionales de la inflación para ver qué nos depara el futuro. Desde esa perspectiva, la lista de riesgos es casi interminable, desde la situación en el Mar Rojo, la fragmentación geopolítica en general, las próximas elecciones en muchos países, hasta la posible importación de presiones deflacionarias derivadas de la débil economía y el colapso inmobiliario en China", explican.

Su previsión apunta a que la inflación promediará el 2,6% en 2024 y el 2,4% en 2025, pero, ¿cuáles son las premisas clave que forman los pilares de esta estimación para el Índice de Precios de Consumo (IPC) de la zona euro?

Consideran que la energía contribuirá relativamente poco a la inflación en 2024, "ni negativa ni positivamente", debido a las caídas pasadas o efectos de base. "En términos subyacentes, es probable que esté ligeramente por encima de los promedios históricos tanto en 2024 como en 2025 debido a un repunte de los precios mayoristas de la energía a lo largo de 2024. La mayor eliminación gradual de las medidas de apoyo a la energía también tendrá cierto impacto al alza en la medida de inflación interanual", dicen.

En cuanto a los alimentos, esperan que los precios seguirán contribuyendo significativamente a la inflación en 2024, pero disminuirán progresivamente y caerán aún más en 2025. En promedio, calculan que se necesitan entre 18 y 24 meses para que un shock de los precios de los alimentos básicos se filtre completamente a los precios al consumidor.

"El menor coste de las materias primas debería compensar en parte los mayores salarios en el sector. Es probable que la menor demanda de alimentos y bebidas por parte de los consumidores desde septiembre del año pasado apoye esta tendencia. Puede que el repunte del gasto de los consumidores que pronosticamos para el segundo semestre de este año siga siendo modesto e insuficiente para revertir este proceso", afirman.

Respecto a los bienes energéticos, ven posible que la inflación caiga aún más en los próximos meses, debido a la debilidad de la demanda mundial, niveles de inventario que se consideran satisfactorios en la mayoría de los sectores y la transmisión de menores costes de insumos.

Por su parte, las previsiones cuentan con que la inflación subyacente, en términos más generales, también se desacelere, pero de manera lenta, "ya que vemos una serie de fuerzas opuestas. Dado que el crecimiento de la demanda se mantendrá por debajo de la tendencia hasta mediados de 2024, se espera que la inflación de los servicios caiga, pero solo lentamente debido a su alto contenido laboral y su lento crecimiento de la productividad".

Con este panorama, los expertos exponen que una disminución sostenible de la inflación hacia el nivel del 2% depende de un mayor enfriamiento del mercado laboral o de una restricción por parte de las empresas a la hora de trasladar los aumentos de costes pasados o futuros a los usuarios finales. Eso sí, siempre que no haya más shocks del lado de la oferta.

En general, esperan que el crecimiento de los costes laborales se reduzca de poco más del 5% en 2023 a alrededor del 4,25% este año y al 3,75% el próximo.

"Si bien no parece que se esté produciendo una espiral punitiva entre salarios y precios, la rentabilidad no ha disminuido tanto como cabría esperar dada la débil situación económica. Si los márgenes de ganancia se reducen lentamente en el futuro, también sería otra razón para esperar que la inflación subyacente disminuya lentamente. Esto también significa que las empresas podrían utilizar una recuperación demasiado rápida de la demanda en medio de un mercado laboral ajustado para mantener o incluso reconstruir sus márgenes. Si eso sucediera, no sólo podría frenar el proceso de desinflación en los sectores intensivos en mano de obra, sino que incluso podría conducir a una reaceleración de la inflación básica y de servicios", añaden.

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