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Por más que los banqueros centrales se empeñen en negarlo, el proteccionismo y la guerra comercial ya se han convertido en una guerra de divisas. China ha hecho caer el último velo al dejar de sostener al renminbi por encima del importante nivel de los 7 yuanes por dólar, precio que ha superado este lunes y que certifica, para muchos analistas, que el Banco Popular de China ha sacado la artillería en su conflicto arancelario con EEUU.

La divisa no se cambiaba de manos en estos precios desde mayo de 2008, en pleno apogeo de la crisis mundial, cuando el gobierno de Pekín decidió devaluar la moneda para encarar la debacle de los mercados financieros. Con todo, no es la primera vez que la moneda sufre desde que Donald Trump llegó a la Casa Blanca y situó a China como uno de los objetivos de sus políticas. En 2016, las ventas ya se apoderaron de la divisa, que siguió sufriendo a lo largo de 2017. La diferencia fundamental es que en ese momento, Pekín salió al mercado a comprar yuanes para frenar las caídas.

El Banco central chino ha gastado cientos de miles de dólares de su despensa de divisas durante los dos últimos años para evitar que el renminbi rompa la barrera de los 7 por dólar, pero "se ha hartado", indica Hussein Sayed, analista de FXTM. "El recrudecimiento de la guerra comercial les ha obligado a abandonar esta política", explica por su parte Craig Erlam, analista de Oanda. La última ronda de aranceles anunciada la semana pasada, de otro 10% sobre productos chinos por valor de 300.000 millones de euros, ha acabado con la paciencia del Gobierno de Xi Jinping que ha decidido darle a EEUU donde más le duele: en la moneda.

La administración Trump ha acusado reiteradamente a Pekín de manipular el yuan activamente para hacer sus productos más competitivos en los mercados internacionales -lo que es la definición exacta de la guerra de divisas-. Un renminbi más débil significa que las exportaciones chinas denominadas en dólares son más baratas, algo que ayudaría a frenar el efecto negativo de los nuevos aranceles estadounidenses, aunque el precio a pagar será un aumento del coste de las importaciones en un momento en el que Pekín sigue hablando de abrir sus mercados al mundo.

"De hecho, la divisa es un arma muy eficaz para amortiguar las consecuencias de estos impuestos", agrega. "Si el gigante asiático deja caer la moneda otro 8% desde los niveles actuales, su debilidad contrarrestará completamente la última ronda de tarifas", comenta Sayed. Si bien la depreciación del yuan tiene sus efectos negativos, como el incremento del riesgo de salidas de capitales, "mientras la devaluación sea ordenada, la volatilidad esté contenida y las actividades de especulación estén controladas, los riesgos se minimizarán", añade el analista.

El banco central de la segunda potencia mundial, obviamente, se ha defendido pero el momento de la depreciación no podía ser peor. Pekín había prometido “represalias” después de que Trump indicase que impondría tasas del 10% a productos chinos valorados en 300.000 millones de dólares a partir del 1 de septiembre.

En un comunicado emitido por el Banco Popular de China, las autoridades locales atribuyeron la medida al impacto del proteccionismo comercial y los aranceles sobre los productos chinos y declararon que el organismo "tiene la experiencia, la confianza y la capacidad para mantener el tipo de cambio del renminbi fundamentalmente estable y en un nivel razonable y equilibrado ".

Pero el banco central no oculta el vínculo entre la depreciación y los aranceles, lo que significa que ha “convertido la tasa de cambio” en un arma, según Julian Evans-Pritchard, analista de Capital Economics. Es más, "sugiere que el país asiático ha perdido toda esperanza de que ambas partes puedan reconciliarse", añade por su parte el equipo de análisis de Rabobank.

EL ARSENAL DE CHINA

"En lugar de enfriar el conflicto, Pekín ha decidido responder y no sólo con la moneda. El Gobierno ha vetado las importaciones de los productos agrícolas de EEUU", destacan estos expertos, uno de los puntos más conflictivos de las negociaciones para poner punto y final a la guerra comercial.

China todavía tiene algunas herramientas a su alcance para responder al último ataque de EEUU, ya sea mediante la citada detención de las importaciones de productos agrícolas, "la prohibición de las exportaciones de materiales de tierras raras o la suspensión de la compra de deuda de EEUU", explica Sayed.

Sin embargo, ninguna de estas tácticas es suficiente para compensar el impacto de los aranceles adicionales en más de 500.000 en productos chinos.

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