European Central Bank (ECB) president Mario Draghi

La división que existe en el seno del Banco Central Europeo (BCE), y que ha quedado de manifiesto con la publicación de las actas de la última reunión, la del mes de septiembre, ha incrementado las dudas del mercado. Sobre todo porque a pesar de que el organismo se muestra decidido actuar, no hay unanimidad sobre cómo hacerlo. Las diferencias son muy acusadas y eso hace pensar que cada vez se cuestionará más al banco. Además, añade presión a la nueva presidenta, Christine Lagarde, que asumirá el cargo en noviembre.

"Lagarde tiene trabajo por hacer" teniendo en cuenta las "graves divisiones existentes en el seno del BCE", dicen los expertos de Berenberg. Bajo su punto de vista, "algunos desacuerdos son normales y pueden ser saludables, pero el BCE debe tener cuidado". Y avisan: para que las medidas del banco central sean eficaces la sucesora de Mario Draghi "tendrá que calmar el debate y colmar las lagunas cuando asuma su nuevo cargo".

El problema, resaltan por su parte los analistas de Danske Bank, es que hay "desacuerdo sobre cómo actuar". "Los mercados siguen cuestionando la capacidad y la voluntad del BCE para hacer todo lo que sea necesario", dicen los expertos de esta firma danesa, que recuerdan que en las actas no se contemplan los problemas que pueden generar un posible Brexit sin acuerdo o un recrudecimiento de la guerra comercial EEUU-China, lo que da a entender que el BCE no actuará, al menos de forma "inminente".

De hecho, en Danske no esperan nuevas medidas, más allá de las adoptadas el pasado 12 de septiembre, cuando el BCE retomó la compra de activos (QE). "Esperamos que se mantenga al margen en la reunión del 24 de octubre, pero la reciente caída de las expectativas de inflación aumenta la probabilidad de que el BCE tome nuevas medidas en la reunión de diciembre (o a principios del año que viene), aunque todavía no está claro en qué consistirán", señalan.

La preocupación ha llegado tras confirmarse lo que era ya un secreto a voces: que en el seno del Consejo del BCE los desacuerdos son importantes. Los miembros 'halcones', partidarios de una política menos acomodaticia, expresaron sus reservas respecto a los distintos aspectos del paquete de medidas de estímulo anunciado por Draghi, concentrando sus críticas en el regreso del BCE a los mercados de deuda, mientras que su oposición fue menor respecto a la necesidad de bajar los tipos de interés. De hecho, algunos se mostraron partidarios de acometer un recorte de 20 puntos básicos, a -0,6%, en lugar de optar por una reducción más pequeña, con la condición de que se excluyera del paquete de medidas el nuevo QE.

Como dicen desde Berenberg, "la pluralidad de opiniones dentro de los bancos centrales es esencial, pero también lo es la identidad corporativa". Y es que, a pesar de que haya diferentes puntos de vista, hay que recordar que una vez se haya tomado una decisión "todos los representantes deberían centrarse en explicar conjuntamente la decisión al público, más que en destacar las diferencias", que es lo que se ha conseguido con las actas. "Últimamente el BCE no ha hablado con una sola voz", que es lo que ayudaría a transmitir sus mensajes "de forma más eficaz", señalan los expertos de la firma de análisis alemana.

Hay que recordar que desde la reunión de septiembre diversas informaciones sugerían la existencia de un amplio desacuerdo. Varios miembros del Consejo del BCE, como el holandés Klass Knot, se han opuesto abiertamente al paquete de medidas acordado, mientras que otros -la alemana Sabine Lautenschlaeger- se han marchado al estar en claro desacuerdo con los estímulos aprobados, ya que durante mucho tiempo se había opuesto a retomar la compra de bonos. "El desacuerdo relativamente generalizado con el último paquete limita el margen para maniobra a corto plazo", afirman desde Danske Bank.

Una idea que ya ha dejado entrever el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, que en una entrevista esta semana ha dicho que este tipo de paquetes solo deberían usarse una vez al año y no con demasiada frecuencia, ya que eso socava su eficacia. Como dicen los analistas de Danske, "dado que la caja de herramientas convencional del BCE parece cada vez más vacía, el compromiso del banco central de pensar de forma aún más poco convencional debería incluir finalmente también medidas que estimulen la demanda de la economía".

ENVIAR SEÑALES CLARAS

Los desafíos a los que se enfrenta el Banco Central Europeo son cada vez mayores, dado que las perspectivas de crecimiento, que se han debilitado, y las de inflación, que han disminuido notablemente, ponen al organismo en una situación delicada. Por eso, dado que "hay mucho en juego", el banco central "debe enviar señales de política claras", porque solo así podrá hacer su trabajo "de la manera más eficaz posible en un entorno económico mundial difícil".

Son palabras de los expertos de Berenberg, que apuntan que la tarea más urgente de Lagarde una vez tome posesión del cargo el 1 de noviembre consistirá en "persuadir a los responsables de la toma de decisiones para que se pongan de acuerdo sobre una combinación de políticas más equilibrada entre los ámbitos monetario, fiscal y estructural" si quiere tener posibilidades de calmar el ambiente.

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