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La volatilidad y carnicería que se está viviendo en las últimas jornadas en el mercado de las criptodivisas parecen estar dando la razón a los críticos y a aquellos que han negado con contundencia que el bitcoin deba usarse como cobertura contra la inflación. Por su principal característica, la desvinculación de gobiernos riesgos políticos, a menudo la creación de Satoshi Nakamoto ha sido vista como una reserva de valor y cobertura contra otras áreas de las finanzas. Sin embargo, es precisamente la ausencia de relación con la economía real lo que la inhabilita como una opción válida contra el repunte de los precios, según expertos.

"A medida que afloran los temores inflacionistas, los inversores podrían preguntarse legítimamente si la criptomoneda podría proporcionarles cierta protección, pero el historial de negociación del bitcoin es demasiado corto y volátil como para demostrar su relación con la inflación”, comenta Laith Khalaf, analista financiero de AJ Bell. "No hay ninguna relación entre la inflación y la moneda. Ninguna”, afirmaba por su parte el célebre autor y estadista Nassim Taleb hace pocos días a ‘CNBC’.

De hecho, Taleb incidía en esta idea ya que “puedes tener hiperinflación y que el bitcoin vaya a cero”. Ciertamente, el precio de la criptodivisa “se ve impulsado por factores muy distintos a los fundamentos económicos”, prosigue Khalaf. A saber: “La evolución de las regulaciones, la adopción de las empresas y el Twitter de Elon Musk”. Así que “el bitcoin no proporciona la cobertura contra la inflación que los inversores podrían estar buscando”.

El retorno de las presiones inflacionarias es uno de los grandes temas de los mercados ahora mismo y los temores a una subida constante de precios mantiene el nerviosismo entre los inversores muy elevado. Los recientes datos del IPC de Reino Unido o de la eurozona no han hecho sino incrementar estos miedos, sin contar con las alzas de EEUU que mantienen a los inversores ansiosos.

Sin embargo, los expertos desaconsejan buscar consuelo en las criptomonedas. Cabe destacar que el gestor del fondo de inversión británico Ruffer, por ejemplo, ya ha vendido sus bitcoins tras haber cosechado un buen beneficio en unos pocos meses. Ruffer no es un fondo de inversión de alto riesgo, que podría esperarse que incursionara en las monedas criptográficas, sino que es un gestor de inversiones conservador que busca obtener rendimientos constantes a largo plazo a partir de una combinación diversificada de activos.

“El hecho de que un gestor de fondos tan exitoso, con una reputación de preservación del capital, haya considerado oportuno invertir en el bitcoin da cierto peso a los argumentos a largo plazo a favor de la criptodivisa”, valora Khalaf. Sin embargo, es importante destacar que Ruffer “sólo invirtió una pequeña cantidad de sus carteras en el bitcoin para proporcionar diversificación de otros activos convencionales”, aclara el analista de AJ Bell. Y añade: “También actuó como cobertura de parte de su exposición al oro, que puede verse presionado por el bitcoin, ya que ambos activos comparten muchas características”.

"Tanto el bitcoin como el oro son económicamente inertes, y en realidad ahí reside su atractivo para los inversores”, prosigue el experto. El hecho de que estos activos no se muevan al ritmo de las tendencias económicas, como las acciones y los bonos, significa que en realidad pueden proporcionar una pieza útil de equilibrio en una cartera mixta. Sin embargo, “algunos consumidores han estado comprando bitcoins al desnudo, sin el parapeto de una cartera diversificada”, se exclama Khalaf.

Una encuesta realizada en nombre de AJ Bell a principios de este año reveló que seis de cada diez poseedores de criptodivisas no tienen una cuenta de ahorro individual y sólo la mitad tienen una pensión. “Esto deja a estos inversores totalmente expuestos a las fluctuaciones del bitcoin y puede resultar en una pérdida significativa de capital que no se compensa con las ganancias en otros lugares”, lamenta el analista.

El oro tiene una historia comercial mucho más larga, y es una forma bien establecida de obtener diversificación de la cartera, que se ha abierto a los inversores minoristas en los últimos años gracias a la llegada de los ETF que ofrecen una exposición al metal precioso de bajo coste. El bitcoin, por el contrario, es el ‘chico nuevo en al oficina’ y puede que nunca alcance el mismo estatus que el oro.

En definitiva, el desde AJ Bell resumen que “el bitcoin puede utilizarse como una mínima diversificación de nuestra cartera si ya se cuenta las bases principales cubiertas. Pero lo máximo que debería invertir es una pequeña cantidad de la riqueza total y abrocharse el cinturón para un viaje lleno de baches".

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