• Para las viviendas adquiridas antes de 2013 hay una deducción en el IRPF que es clave para la decisión
  • Los hipotecados que tengan inversiones deben comparar su rentabilidad esperada con el coste de financiación soportado
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Decidido. Voy a amortizar mi hipoteca para cancelar deuda la cuestión es: ¿Cómo elijo entre reducir los plazos o las cuotas? Como en casi todas las decisiones financieras, no hay una única respuesta. Pero sí una serie de claves para llegar a la opción más satisfactoria.

Un premio de la lotería, un colchón de ahorro o, simplemente, soy uno de los afectados por las cláusulas suelo y tengo expectativas de que mi banco me devuelva parte de lo cobrado de más tras la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TUE). Cualquier excusa es buena para evaluar la posición financiera. Y, a menudo, la hipoteca es un elemento central de ésta.

Así, ante una cantidad de dinero disponible, el hipotecado puede decidir entre poner a trabajar ese dinero -invertir- o amortizar la hipoteca -reducir su apalancamiento-. Los ingresos, los tipos de interés, la fiscalidad y la rentabilidad esperada son los elementos clave para elegir la mejor opción en cada caso. Pero si se elige la disminución de la carga de la deuda, hay que tomar una decisión adicional, en la que intervienen también los factores anteriores. Pagar menos cada mes, o reducir plazos para acabar lo antes posible con el 'trago' de cumplir con el banco.

La primera clave es la fiscal. La compra de una vivienda habitual -no vale para una segunda casa- realizada antes del 1 de enero de 2013 permite la desgravación de las cuotas hipotecarias en un 15% con una base máxima de 9.040 euros. El ahorro de impuestos puede alcanzar así los 1.356 euros anuales. Este límite en la deducción es tanto para las declaraciones de la renta individuales como conjuntas. “Una opción interesante es amortizar hipoteca para que las cuotas que queden finalmente se sitúen en 753 euros si es un hipotecado que realiza declaración individual, o 376,5 euros para un matrimonio con declaración conjunta”, señala Paula Satrústegui, directora de planificación financiera de Abante Asesores.

CUOTA SOSTENIBLE

Si es una familia a la que le cuesta llegar a final de mes, y la cantidad disponible no es muy elevada, consideramos que es mejor reducir cuotas para vivir más tranquilo

“Hay que estudiar cada caso. Si es una familia a la que le cuesta llegar a final de mes, y la cantidad disponible no es muy elevada, consideramos que es mejor reducir cuotas para vivir más tranquilo, especialmente si no hay plena seguridad sobre los ingresos futuros, ya que amortizar la hipoteca es fácil, pero ampliarla no tanto. Es mejor ser prácticos”, resume Pau Monserrat, economista de iAhorro.com.

En todo caso, una persona o familia con carga hipotecaria pero con ingresos suficientes -tanto en el presente como los previstos para el futuro- para afrontarla de forma desahogada siempre debe hacer números. Lo primero que debe tener en cuenta es que la reducción de cuota frente a la de plazos disminuye en menor medida el coste financiero ante un horizonte temporal de tipos de interés estables. Por ello, “recomendamos, si es posible, reducir plazos”, afirma Juan Villén, responsable de hipotecas de Idealista.

No obstante, también hay que tener en cuenta la evolución del euríbor, de la cantidad que queda por pagar frente a la renta disponible, y la inflación. “Si crecen los precios, la deuda pierde valor, porque se supone que los ingresos por salario evolucionarán acorde al IPC, con lo que es un incentivo para no acortar plazos”, indica. Mientras que para el índice interbancario al que se referencian la mayor parte de hipotecas a tipo variable, “es peligroso hacer predicciones, ya que no sabemos cuándo subirá hasta cuánto y si después de los primeros repuntes seguirá creciendo o caerá”, añade Monserrat.

En el entorno actual, con las expectativas de que durante los dos próximos años se normalice la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE) y empuje al euríbor al alza, a la vez que regresan niveles de inflación que se acercan en mayor medida al 2% que al 0% como en los últimos tiempos, la opción más recomendable desde el punto de vista financiero parece la de plazos. Siempre teniendo en cuenta lo anterior y si “la cuota es sostenible para el hipotecado”, insiste Monserrat. Es decir, lo primero es dormir tranquilos: “A veces es mejor ser prácticos y, aunque se paguen más intereses, reducir cuota. Además, así puedes generar un colchón ante cualquier imprevisto o, precisamente, si sube el euríbor más de lo esperado y se encarece la hipoteca”, agrega.

¿Y SI SOY INVERSOR?

El colchón al que hace referencia el economista de iAhorro.com enlaza también con la decisión inicial: invertir el dinero disponible o utilizarlo para reducir la deuda. Además de la consideración fiscal y, siempre antes que nada, la renta disponible frente a la carga soportada, la decisión más eficiente se produce tras comparar la rentabilidad esperada por este colchón con el coste de financiación. Pero si se elige aliviar el endeudamiento, hay que seguir teniendo este principio encima de la mesa.

Al reducir cuota, aumenta la renta disponible presente. Con los plazos se mantiene la posición económica actual. Así, una vez que está decidido usar el dinero extra para reducir la deuda, si el ahorro que supondría una menor cuota se invierte o 'coloca' en activos -ya sea en opciones conservadoras como depósitos o más agresivas como renta fija a largo plazo y renta variable- que ofrecen una rentabilidad potencial superior a los intereses que se van a pagar de más frente a la decisión de acortar plazos, financieramente compensa la disminución del pago mensual.

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