private equity

Los mercados privados cada vez están cogiendo más fuerza en todas las conversaciones con inversores. La subida de tipos de interés que hemos vivido ha desencadenado en la necesidad de buscar alternativas a los activos tradicionales para obtener rentabilidades que permitan a los inversores cumplir sus objetivos financieros. En este artículo nos centraremos en la forma que consideramos más eficiente de acceder a los mercados privados y, en concreto, al private equity, esto es, la inversión en compañías privadas que no cotizan en bolsa.

Durante la última década y media hemos vivido una época sin precedentes en los mercados financieros. Tras la crisis financiera global de 2008, el Banco Central Europeo (BCE) comenzó a bajar el tipo de interés de referencia con el objetivo de minimizar los daños en la economía de la eurozona. A la crisis financiera global le siguió la crisis del euro y, una vez que el BCE situó los tipos de interés incluso en terreno negativo, en 2015 anunció otras medidas expansivas de política monetaria con el objetivo principal de volver a la senda del crecimiento económico.

A lo largo de este periodo, los inversores no tenían tanta necesidad de prestar atención a las valoraciones de los activos porque el sistema estaba inundado de liquidez. Tanto era así, que el dinero en circulación en la economía se duplicó en el periodo comprendido entre 2015 y 2022.

En todo este tiempo, los ahorradores invertían en activos tradicionales, como son la renta fija y la renta variable, arrastrados por la corriente TINA (del inglés There Is No Alternative o 'no hay alternativa') pero, además, la realidad es que ha sido un activo rentable este tiempo en términos generales, entre otras razones, por la liquidez que inundaba el sistema.

Una vez superada la crisis del COVID-19, llegó la guerra de Ucrania y la inflación comenzó a repuntar con fuerza. El BCE no tuvo otra opción que empezar a subir los tipos de interés con fuerza y la valoración de los activos comenzó a ajustarse.

Así las cosas, los bonos soberanos, que llevaban casi siete años en rentabilidades cercanas a cero, se han vuelto un activo atractivo para los inversores. Un claro ejemplo es la rentabilidad de la letra del Tesoro español a tres meses, que supera el 3,5% según los datos de la última subasta de octubre.

La realidad en estos momentos sigue siendo complicada para los inversores de activos tradicionales. Si bien los bonos están volviendo a ofrecer rentabilidades interesantes, la inflación es en muchos casos superior a estas rentabilidades y sigue mermando los ahorros de los inversores en términos reales. Además, la tradicional cartera 60-40, compuesta por un 60% de renta variable americana y un 40% de bonos del Tesoro estadounidense a 10 años, tuvo en 2022 una rentabilidad negativa cercana al -18%.

Dadas las circunstancias, estamos volviendo a vivir aquella corriente TINA de la que hablábamos, pero con las valoraciones en algunos activos mucho más ajustadas. Esto provoca, esta vez, que la única alternativa para los inversores sea buscar otro tipo de activos con los que puedan obtener rentabilidades que les permitan superar la inflación y cumplir sus objetivos.

Como adelantábamos, una clase de activo que mejora el binomio rentabilidad-riesgo en la mayoría de las carteras de los inversores en el largo plazo son los mercados privados. No es casualidad que la demanda por parte de los inversores en estos activos esté creciendo año a año. Los activos de capital privado gestionados en 2021 ascendían a más de cinco billones de dólares estadounidenses y, según el proveedor de datos financieros Preqin, esta cifra se duplicará en 2026.

Una de las formas más eficientes de acceder al private equity es la inversión a través de un fondo de fondos. Este tipo de vehículo ofrece al inversor acceso a una cartera de diversos fondos, favoreciendo la diversificación y teniendo acceso a fondos generalmente inaccesibles para la mayoría de los inversores.

El éxito en las estrategias de private equity depende, en gran medida, de la capacidad de identificar a los mejores gestores (más aún en periodos de tipos de interés elevados), con la dificultad de que estos gestores estrella son los más inaccesibles para los nuevos inversores.

Por este motivo, contar con la gestión profesional que brindan los fondos de fondos permite a los inversores participar de las rentabilidades de los mejores fondos del mercado.

Además, construir y gestionar un programa de inversión en mercados privados bien diversificado por estrategia, geografías o añadas requiere de mucha experiencia, capital y dedicación exclusiva. Una vez más, el fondo de fondos ayuda a los inversores a invertir en programas bien diversificados, contando con una gestión profesionalizada y sin la necesidad de destinar tantos recursos.

Sin embargo, para acercarse a los mercados privados con éxito, el inversor debe contar con un asesoramiento de calidad para acometer una inversión en este tipo de activos. Aunque defendemos que se trata de estrategias que mejoran el binomio rentabilidad-riesgo en la mayoría de las carteras, también hay que tener en cuenta que se asumen una serie de riesgos que podrían no ser adecuados para todo tipo de inversores.

En definitiva, el entorno es cada vez más complejo y esto hace que el inversor tenga la necesidad de buscar clases de activos y estrategias que complementen su cartera de activos más tradicionales, como pueden ser el private equity y otras estrategias dentro de los mercados privados. Con este propósito, contar con un asesoramiento de calidad y una gestión profesionalizada aportará al inversor el valor añadido que precisa para cumplir sus objetivos financieros.

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