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Youtube y McDonald's han estado bajo el foco mediático esta semana por ser dos de las últimas grandes empresas que se han subido al carro del metaverso, el nuevo mundo (o mundos) virtual que está absolutamente de moda. Tanto, que un inmenso número de compañías e inversores otean su horizonte en busca de oportunidades de inversión y negocio en un momento en que esta tecnología está aún en pañales y en que firmas de inversión tan importantes como Fidelity se preguntan si merece la atención que se le está dando.

El escepticismo de la gestora, reflejado en un reciente informe, se justifica por la falta de madurez de este universo que, pese a que nació hace 30 años, se ha colocado en la vanguardia de los desarrollos de numerosas compañías “gracias al avance de la tecnología y la reciente implicación de grandes empresas”, señala Ramiro Martínez-Pardo, CEO de HeyTrade. El caso más obvio es el de Meta, la plataforma de redes sociales de Mark Zuckerberg, que hasta cambió el nombre de Facebook en honor al metaverso.

Pero no es la única y además de los pinitos que vayan haciendo otros gigantes en EEUU, como el brazo de contenido audiovisual de Alphabet, que ofrecerá vídeos en el metaverso, o la cadena de comida rápida que venderá menús virtuales, Asia es otro gran foco para esta industria. Así lo demuestra el interés de Netease, Baidu, Tencent o Samsung, que participa con otras 400 empresas coreanas en la Korea Metaverse Alliance.

Fidelity se preguntaba, acerca del rendimiento económico de todas iniciativas, si los usuarios que hoy en día consumen internet se trasladarán al universo virtual y, sobre todo, cuánto tiempo tardará hasta que pueda rendir plenamente en bolsa. Pero numerosos analistas creen que su impacto en la economía podría llegar a ser mayor que el que en su día tuvo el mismísimo Internet. “Resulta indudable es que aquellas empresas e inversores que sean capaces de imaginar e implementar nuevos modelos de negocio en esta nueva realidad se beneficiarán de una oportunidad única que hoy estamos simplemente empezando a vislumbrar”, afirma por su parte Martínez-Pardo.

Eso sí, el CEO de HeyTrade hace un llamamiento a “ser cuidadosos con la forma en la que la economía pudiera desarrollarse en el metaverso”. Y argumenta que en los últimos años hemos visto cómo las compras de activos digitales, sobre todo en los más jóvenes, se ha convertido en algo casi tan habitual como la compra de bienes físicos. “Si una mayor parte de nuestro tiempo lo invertimos en experiencias online, poseer ciertos bienes digitales tiene el mismo sentido que vestir determinada ropa como expresión de nuestra personalidad”, apunta. Pero el sentido de exclusividad de poseer cierto bien digital viene dado por su escasez, y ello choca con una de las ventajas de los mundos virtuales y la web: el coste marginal de reproducir esa información es prácticamente nulo. “Uno de los ejemplos más reciente son los terrenos del metaverso, donde estamos asistiendo en algunos casos a cierta fiebre del oro por adquirirlos”, observa el experto.

Establece Martínez-pardo paralelismos con los NFT, donde no resulta claro qué exactamente se adquiere desde un punto de vista legal y sin embargo existen transacciones de cientos de miles y millones de euros. “Esta escasez artificial puede tener sentido en determinados ámbitos e industrias, pero ¿por qué crear un terreno escaso en un espacio virtual donde no hay necesidad de limitarlo? Creo que todos deberíamos plantearnos estas cuestiones”, incide.

Otro aspecto relevante resulta la financiarización de (casi) todo. Una de las promesas de esta nueva revolución es la posibilidad de convertir a todo consumidor en inversor de las marcas y productos que consume. Al igual que en el caso de los bienes digitales, “esto puede tener sentido en ciertos ámbitos o industrias, pero resulta dudoso que una persona que no esté inmersa en estos temas quiera tener tokens de todo aquello con lo que interactúa en su día a día”, cuestiona el directivo de HeyTrade.

FASE DE EXPERIMENTACIÓN

Además de todo lo anterior, “el metaverso debe dar respuesta a la unión entre experiencias virtuales y físicas: es indispensable conseguir una tecnología que nos permita difuminar la línea que separa ambos espectros para ofrecer una experiencia realmente inmersiva al usuario, donde acciones en mundos virtuales tengan un reflejo en el mundo real”, subraya este analista. Y explica que la industria que se encuentra a la vanguardia de este proceso es la del 'gaming', donde tanto hardware como software llevan años avanzando a un modelo de negocio creado alrededor de la identidad de los jugadores.

Prosigue explicando que una de las tecnologías supuestamente prometedoras para alcanzar esa interoperabilidad y crear esos modelos de negocio son los wallets de criptomonedas, “tanto por su capacidad de autenticar la identidad de los usuarios como la de trasladar mis activos y monedero de una plataforma (o metaverso) a otra”.

En definitiva, “estamos todavía en una fase de gran experimentación y proliferación de alternativas sin haber convergido los usuarios en una solución única que sea accesible para la mayoría de la población: hasta que la usabilidad y el coste de las transacciones no se reduzca será difícil ver una adopción masiva”.

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