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Cuando se ciernen nubarrones sobre la lira turca, el Ibex coge el paraguas. La exposición de valores como BBVA, Mapfre y Técnicas Reunidas a los vaivenes de la moneda causa que los inversores siempre mantengan un ojo en su evolución, que ahora mismo no sólo no es buena, sino que apunta a una nueva debacle. La divisa otomana ha tocado un mínimo de dos meses frente al dólar, en las inmediaciones de 6,9 liras por dólar, golpeada por los datos de inflación, que ha arrojado su lectura más alta desde agosto de 2019, y los analistas avisan de que no es el único indicador macro negativo.

De hecho, la recuperación que ha experimentado la lira desde su mínimo histórico del mes de mayo "no se sostiene a causa de los fundamentales", alertan los analistas, que, de los precios al consumo a las reservas de divisas del banco central, "no justifican su reciente comportamiento". La moneda está "sobrevalorada" actualmente, según Can Selcuki, director de Istanbul Economics Research y se avecina un nuevo crash, peor del ocurrido la primavera pasada, insisten otras fuentes consultadas.

A principios de mayo, cuando la crisis del coronavirus ya se cebaba en la economía mundial, la moneda se desplomó hasta 7,25 liras por dólar, en medio de una huída de capitales del país y de una contracción del granero de divisa extranjera del supervisor económico otomano. Este dato no ha mejorado desde el mes de marzo. El banco central informó que las reservas brutas de divisas cayeron a 51.420 millones en la semana que finalizó el 26 de junio, por debajo de los 53.220 millones de la semana anterior. El informe semanal de dinero y banca también mostró que las reservas internacionales netas cayeron de 31.460 millones a 29.080 millones. Las reservas de oro también han disminuido.

La despensa de divisas de la que dispone el banco central para apuntalar la moneda lleva en contracción casi cuatro meses, a medida que el regulador monetario ha intentado apuntalar la moneda y protegerla de la ruina financiera. Aunque los formuladores de políticas no pudieron evitar el colapso de la lira a un mínimo histórico, la divisa ha remontado en los últimos dos meses, pero los analistas de Moody’s Investor Services prevén que en el futuro se siga hundiendo.

Debido a la reducción de las reservas extranjeras, una inflación más alta -12,62% en junio- una deuda en aumento y una devaluación de la moneda, se avecina un colapso peor que el de primavera. Lo único que podría evitar que la inflación explote es un incremento en las tasas de interés más altas, pero el presidente Recep Tayyip Erdogan y el banco central han mantenido una visión no convencional y opuesta. Durante el año pasado, Erdogan eligió reducir los tipos de interés para impulsar el crecimiento y el gasto para estimular la economía, especialmente después de que el coronavirus paralizara Turquía.

El banco central de Turquía mantuvo su tasa de interés de referencia sin cambios en el 8,25% durante su última decisión de política monetaria a fines de junio, tras nueve reducciones consecutivas desde un máximo del 24% durante el primer semestre de 2019.

Todo este panorama lleva a Moody's a señalar "nuevas preocupaciones del mercado" sobre la política económica de Turquía y pronosticó "una contracción económica del 5% en 2020, con la desaceleración concentrada en la primera mitad del año, seguida de una recuperación relativamente lenta de los estándares turcos de alrededor del 3,5% en 2021 como consecuencia de varias restricciones estructurales". El Fondo Monetario Internacional también ve que la economía de Turquía se contraiga un 5% este año, después de que se expandió solo un 0,9% el año pasado.

Los riesgos de financiación externa siguen siendo la principal debilidad crediticia de Turquía, escribió Fitch en un informe la semana pasada. "La caída de las reservas de divisas desde finales de febrero, sumada a la débil credibilidad de la política monetaria y las tasas de interés reales negativas, aumentan los riesgos de nuevas presiones externas". Sin embargo, la agencia considera que estas intervenciones terminarán pronto. "Dado el bajo nivel de reservas, no anticipamos mayores intervenciones netas por parte del banco central y creemos que el ciclo de flexibilización de la tasa de interés de política se ha acercado a su fin", escribieron sus analistas, y agregaron que la emisión renovada de deuda gubernamental tendrá un "efecto estabilizador".

Pero con un presidente impredecible que con frecuencia expresa su desdén por el endurecimiento de la política del banco central, Fitch avisó de que "todavía vemos el riesgo de nuevos recortes en las tasas de interés".

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