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Uno de los petroleros atacados en el Estrecho de Ormuz en los últimos días

El Estrecho de Ormuz se ha convertido en uno de los puntos más calientes del escenario geopolítico mundial. Según cálculos aproximados, el 24% de la producción mundial de petróleo es transportado a través de este brazo de mar que separa el norte de Omán y el sur de Irán.

La política de máxima presión sobre el país persa establecida por Donald Trump desde que llegó a la presidencia, y que se ha endurecido en los últimos meses, ha provocado una serie de incidentes que, según anticipa el mercado, puede desencadenar un enfrentamiento armado en la región.

Así lo afirma Félix Arteaga, Investigador principal del Real Instituto Elcano, en un artículo titulado 'Máxima presión en el Estrecho de Ormuz'. Según este experto, Trump "sigue empeñado en una política de acoso total (maximun pressure) para que Irán abandone la senda nuclear, el apoyo a los grupos revolucionarios y su programa de misiles balísticos".

Tras abandonar el pacto nuclear firmado por las principales potencias mundiales y que permitió al régimen persa volver a vender petróleo en los mercados internacionales (es uno de los países con mayores reservas), la Administración Trump ha bloqueado las exportaciones de crudo iraníes y ha amenazado con imponer sanciones a los países que mantengan relaciones comerciales con Teherán.

Y no sólo eso. Según Arteaga, Trump "ha aprovechado su estrategia de acoso para respaldar a los rivales regionales de Irán y cerrar con ellos ventas masivas de armamento, lo que alimenta una espiral armamentista en Oriente Medio". Sin embargo, EEUU no ha conseguido sus objetivos y es Irán quien ha comenzado a responder.

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Y la respuesta más importante a esa máxima presión de EEUU es obstaculizar el tráfico de petróleo que pasa por el Estrecho de Ormuz. Ya lo hizo en 2012 y anteriormente y lo está volviendo a hacer en las últimas semanas. Los ataques a varios petroleros "han devuelto a los mercados de energía el fantasma de una subida de los precios".

Para Arteaga, es improbable que Irán pueda forzar el cierre del Estrecho, porque ello implicaría un enfrentamiento militar directo con EEUU que el régimen persa perdería claramente. "Pero es el riesgo de una escalada militar en la zona, más que el del cierre o la perturbación temporal del tráfico marítimo en el Estrecho, lo que comienza a preocupar a los analistas", señala.

No obstante, aunque evite un enfrentamiento militar directo, Irán cuenta con capacidad para causar daño a las fuerzas militares desplegadas en la zona y además tiene el respaldo directo de la Rusia presidida por Vladimir Putin, quien ya se ha posicionado a favor de Teherán. Además, hace unos días confirmó que suspenderá la aplicación de algunos de sus compromisos incluidos en el pacto nuclear con las grandes potencias.

En este escenario, para Arteaga "el riesgo sustancial no es el de la perturbación ocasional del trafico energético por el Estrecho, sino que la escalada derive en un enfrentamiento armado que ninguna de las dos partes desea, pero al que puede conducir su dinámica de acción y reacción".

Sin embargo, es una situación en la que nadie gana: "el presidente Trump no consigue cambiar la política exterior iraní, Irán no puede aliviar su estrangulamiento económico, los aliados de los anteriores sufren daños colaterales y los mercados aplazan, pero no descartan, una nueva ola de subidas en los precios de la energía", concluye el Investigador principal del Real Instituto Elcano.

En este escenario, la retórica y los incidentes siguen sucediéndose. Después de que Irán haya derribado un dron estadounidense en el Estrecho, Donald Trump ha señalado que el régimen persa "ha cometido un gran error". Al ser preguntado sobre si bombardeará el país, el presidente ha comentado que "pronto lo descubrirán".

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