• En tanto Ciudadanos y Podemos conseguirían una representación menor

Las encuestas del CIS y de las empresas demoscópicas privadas anuncian que, si no cambian las tendencias, en las próximas elecciones generales nadie obtendrá mayoría absoluta de escaños en el Congreso de los Diputados y cuatro partidos de ámbito estatal competirán por la primacía. Habrá, además, otras fuerzas estatales de menor relevancia (IU, UPyD) y, como siempre, competirán también las formaciones nacionalistas y regionalistas.

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Entre los cuatro actores principales y si se cumplen las previsiones, PP y PSOE serían hegemónicos, en tanto Ciudadanos y Podemos conseguirían una representación menor, que resultaría sin embargo decisiva a la hora de inclinar la balanza del lado progresista o conservador. Podemos se halla inequívocamente a la izquierda, en tanto Ciudadanos está demostrando una posición centrista ya que pacta indistintamente con el PP y con el PSOE después de las elecciones locales y regionales del 24 de mayo.

Aquí se ha establecido un pacto no escrito de que, en lo que se refiere al gobierno de la Nación, sólo puede legítimamente gobernar la formación más votada.

Así las cosas, es probable que sean teóricamente posibles varias coaliciones de gobierno, en las que podría participar o no la formación más votada. Y ésta es la gran pregunta que hay que lanzar a bocajarro: ¿sería concebible, posible y/o razonable que se constituyese un gobierno en que no participase la formación más votada?

En teoría, desde luego. En una democracia parlamentaria forma gobierno legítimamente quien consigue una mayoría que lo respalde. La teoría de que siempre debe formar gobierno la lista más votada es absurda, ya que en las instituciones deben prevalecer los bloques ideológicos sobre los partidos individuales. Y es muy razonable que, como está ocurriendo, se formen mayorías de renovación frente a situaciones degradadas por la corrupción en ciertos territorios y localidades.

Sin embargo, aquí se ha establecido un pacto no escrito de que, en lo que se refiere al gobierno de la Nación, sólo puede legítimamente gobernar la formación más votada.

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LOS ANTECEDENTES...

En 1996, Aznar encabezaba la lista más votada, del PP, con sólo 156 escaños. El PSOE de González ocupó la segunda plaza, con 141. A continuación, se situaron Izquierda Unida (Anguita) con 21; CiU con 16; PNV con 5 y otros partidos menores lograron otros 11 escaños. González hubiera podido intentar hacerse con el gobierno pero declinó expresamente tal posibilidad y cedió desde el primer momento el testigo a Aznar, quien tardó más de dos meses en alcanzar el pacto del Majestic con CiU que le permitió llegar a La Moncloa.

En más de una ocasión, González ha explicado después su comportamiento y su convicción de que su proceder fue el obligado en aquella coyuntura. Y esta debe seguir siendo su opinión actualmente, por lo que sus epígonos tendrían que tenerla en cuenta. De cualquier modo, resultaría muy saludable que Rajoy y Sánchez aclararan con gallardía este asunto nada banal antes de las elecciones generales. Los electores sabrían entonces a qué atenerse con toda claridad.

Antonio Papell

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