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El presidente de la Generalitat, Quim Torra, en una imagen de archivo.David Zorrakino - Europa Press

La sentencia del procés, las protestas por las condenas de los líderes soberanistas y, sobre todo la violencia que se ha vivido esta semana en Cataluña, han vuelto a agrandar la brecha entre los socios de Govern. El independentismo más moderado, encabezado por ERC y los críticos del PDeCat, ya no esconde su rechazo al president de la Generalitat, Quim Torra, que está semana ha acabado muy cuestionado por su papel en la crisis catalana. Le afean su gestión de los altercados en las calles, su tardía condena a la violencia y sus salidas de tono, como marcharse de una reunión con otros consellers para unirse a una de las 'marchas por la libertad' soberanistas.

El presidente vicario se le ha atragantado a muchos de sus compañeros de bancada desde que asumió el papel de ser una especie de 'metatron' del expresident de la Generalitat, Carles Puigdemnto, huido de la Justicia española. En el pasado sus diferencias con diversas personas del entorno del exlíder autonómico acabaron apartando a la exportavoz del Gobierno, Elsa Artadi, que ahora ocupa un cargo de regidora en el Ayuntamiento de Barcelona. Y sus constantes exabruptos han sido motivo de más de un disgusto entre sus compañeros de gobierno.

Esta semana, su comparecencia en el Parlament en el pleno para abordar la reacción a la resolución del Tribunal Supremo sobre la causa del 1-O ha sido la gota que ha colmado a punto de colmar el vaso de sus compañeros. Torra se quedó completamente solo con la propuesta de otro referéndum antes de acabar la legislatura, que hizo durante la sesión en la cámara catalana. ERC y la CUP rechazaron la idea y reconocieron no tener ni idea de que el president anunciaría unos planes que les provocaron un hondo malestar, según fuentes conocedoras.

"ERC ya no soporta más a Torra", se exclaman a Bolsamanía, pero los republicanos no se atreven a abandonar el Govern y dejar solo a su jefe por el coste electoral que supondría. Al contrario, "le presionan para que dimita y juegan a su desgaste mientras mantienen sus cargos institucionales", lamenta un diputado del Parlament.

El clamor de elecciones crece por momentos. Los partidos constitucionalistas hace semanas que las reclaman y piden la cabeza del president, pero los recientes acontecimientos han hecho flagrante las carencias del actual líder catalán y ERC ya no esconde que quiere ir a las urnas. Ha sido uno de los históricos dirigentes del partido de Oriol Junqueras, Joan Tardà, quien ha vuelto a reclamar la convocatoria electoral.

"Convocar elecciones cuanto antes mejor para generar un Govern que represente mayorías más amplias y un Parlament con mayores consensos. Lo decíamos hace semanas y hoy es del todo urgente", ha escrito en las redes sociales Tardà.

Entornos empresariales presagian que la convocatoria electoral autonómica llegue en primavera y fuentes parlamentarias aducen que "el hecho de convocar elecciones no solucionará el problema, pero forma parte de la solución". "Un president que tarda 72 horas en condenar los actos violentos en la región, que se le ha ido de las manos la situación, que se pone de perfil, que lidera un gobierno abiertamente dividido y que propone volver a hacer lo mismo sin el apoyo, ni siquiera, de su gobierno, debe dimitir y convocar elecciones", expresan. Y remachan que "el Govern no está en condiciones es de asumir con garantías la gestión de la situación".

El problema es que las encuestas no auguran que la suma de fuerzas constitucionalistas y soberanistas cambie con unas nuevas elecciones. Si acaso, se vería un trasvase de votos dentro del independentismo, donde la balanza se decantaría ahora hacia ERC. No obstante, los republicanos no moverán ficha hasta pasado el 10N y se acabe de dirimir quién ocupará La Moncloa en la próxima legislatura y con qué apoyos.

TORRA SE AFERRA A SU SILLA

Y, entretanto, la cintura de Torra es épica. El president lo encaja todo y, de hecho, ha declarado que "en estos momentos y visto lo que está pasando, lo último que nos podemos permitir son unas elecciones", porque se requieren instituciones fuertes y firmes para seguir avanzando, algo que asegura que aceptan todos los actores, incluida ERC.

Está "muy a gusto" en su Govern, y también con los republicanos, ha explicado, y con el vicepresidente del ejecutivo, el republicano Pere Aragonès, con quien tiene muy buena relación.

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