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En agosto de 2011, a pocos inversores les habría parecido una buena idea apostar por un valor caído en desgracia como Bank of America en lugar de por una de las empresas más atractivas de Wall Street por aquel entonces, Apple. Sin embargo, eso fue exactamente lo que hizo Robert Arnott, fundador de la asesoría financiera Research Affiliates.

En los siguientes meses, Apple logró convertirse en la empresa con mayor capitalización bursátil de la historia y comenzó un fulgurante ascenso hasta alcanzar un valor de un billón de dólares en el verano de 2018. Bank of America, por su parte, logró frenar sus caídas e iniciar un firme, pero lento ascenso desde mediados de 2012.

Sus caminos se mantuvieron divergentes hasta que, tras el hundimiento de las tecnológicas en la segunda mitad de 2018 y la mayor caída en una sesión en la historia de Apple de este jueves, Bank of America (20,6%) puede decir que ha aumentado su valor más que la empresa dirigida por Tim Cook (18,6%) desde aquel lejano agosto de 2011.

Esto no contradice el hecho de que Apple ha generado muchos más beneficios que Bank of America en este tiempo, pero, como subraya Mark Hulbert en una columna en Market Watch, no es a eso a lo que se apuesta en bolsa.

“No se apuesta a quién es la mejor empresa, sino a si el valor puede hacerlo mejor de lo que los inversores esperan colectivamente de la compañía y ese es completamente otro asunto”, explica Hulbert.

APOSTAR A CABALLO PERDEDOR

Apple no ha sido el único valor que ha protagonizado un rápido ascenso y en el que muchos inversores han acabado quemándose por quedarse demasiado tiempo. Tras tocar máximos en julio de 2018, la red social ha perdido casi un 40% de su capitalización bursátil.

En un plazo más largo, cuando Facebook estaba empezando su rápido ascenso en julio de 2015, Chevron era otro valor poco atractivo, con su capitalización a niveles apenas superiores a los de la crisis de 2008. El colega de Arnott Chris Brightman optó por apostar a largo plazo por la petrolera y, desde entonces, Chevron ha subido un 13,2% frente al 11,3% protagonizado por Facebook.

Una vez más, la clave no es qué empresa ha generado mayores beneficios, sino la que ha multiplicado en mayor medida el valor de su acción. En una analogía hípica, Hulbert expone que, si la bolsa fuera una carrera de 10 caballos, sería más rentable apostar por el caballo que llega séptimo y se esperaba que llegara último, que apostar por el caballo que llega segundo, pero se esperaba que fuera el vencedor.

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