• Draghi evoca los compromisos adquiridos en el FMI contra las devaluaciones competitivas
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El presidente del BCE, Mario Draghi (izda.), y el de Estados Unidos, Donald Trump
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No es fácil que un banquero central hable sobre divisas. Y más difícil aún es que se refiera a un país concreto sobre su política cambiaria. Por eso resulta tan relevante que el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, haya criticado abiertamente a Estados Unidos por su proteccionista política en favor de un dólar más débil. Horas más tarde, desde Davos, el propio Donald Trump ha girado 180 grados el mensaje desde su Gobierno y apuesta ahora por "dólar fuerte".

El banquero italiano ha sido claro durante la rueda de prensa posterior a la primera reunión de política monetaria que el BCE ha celebrado en 2018 y en la que, como se esperaba, ha dejado los tipos de interés como estaban -los oficiales en el 0% y los de la facilidad de depósito, en el -0,40%- y en la que tampoco ha modificado las compras de activos, que seguirán a un ritmo de 30.000 millones de euros al mes "al menos hasta septiembre".

Pero no ha sido ahí donde se ha situado el protagonismo de la cita. Ese papel, en exclusiva, ha correspondido al euro. Mejor dicho, a su tipo de cambio. Más aún, al tipo de cambio entre el euro y el dólar, puesto que han sido el dólar y la política cambiaria de la Administración Trump las que han abierto el cajón de las alusiones de Draghi.

UNA MANO MENOS PODEROSA

El presidente del BCE ha comenzado tirando de manual. Primero, insistiendo en que la estrategia monetaria y la hoja de ruta de la entidad no han cambiado ni un milímetro, con lo que sigue siendo acomodaticia. Y segundo, con la intervención verbal habitual en la casa cuando el euro aprieta. "La volatilidad del euro es una fuente de incertidumbre que se monitorizará por las implicaciones que puede tener en la estabilidad de los precios", expuso Draghi.

No es cosa solo de que Draghi no pueda frenar al euro. Es que el de las divisas es un baile entre dos. Y la segunda parte, el dólar, se muestra cada vez más débil con el respaldo de la Casa Blanca

Hasta ahí, todo dentro de lo normal. Lo esperado. El problema es que el mercado pasó de estas palabras. Y el euro, que aguardaba al BCE en los 1,24 dólares, brincó de inmediato hasta los 1,253 dólares. No superaba los 1,25 dólares desde diciembre de 2014. El mercado, por tanto, ignoraba los intentos de la -en ocasiones- todopoderosa 'mano visible' de Draghi.

Aunque no era sólo eso. Es que el de las divisas es un baile entre dos. Y la subida del euro no es sólo cosa de la moneda europea y de que la mejoría económica de la Eurozona favorezcan su apreciación. También concierne al dólar. De hecho, ahora el peso de la evolución entre ambas monedas corresponde más al 'billete verde', que manifiesta una acusada debilidad acelerada en las últimas horas por las explícitas palabras que el secretario del Tesoro de EEUU, Steven Mnuchin, soltó en Davos: "Un dólar débil es bueno para Estados Unidos".

Si Trump ya había enterrado durante el año pasado la antigua consigna estadounidense en favor de un "dólar fuerte", Mnuchin echó una palada adicional por si acaso. Y el presidente del BCE, con esas palabras aún resonando en los mercados y en la marcha del euro, no se pudo resistir. "Draghi destacó que el reciente aumento del euro tuvo mucho que ver con las declaraciones de "otra persona"", subraya Samy Chaar, economista jefe de Lombard Odier. Esa "otra persona" no era otra que Mnuchin.

Lo que ocurre es que el de las divisas no es un mercado fácil de domar. Mueve más de 4 billones de euros al día, y cuando su maquinaria se pone en marcha, como ocurre ahora para posicionarse contra el dólar, es difícil que cambie de marcha. "La realidad es que, al menos en lo que concierne a las divisas, la capacidad de Draghi es limitada, porque la razón principal de la subida del euro contra el dólar es la debilidad del segundo más que la fortaleza del primero", afirma David Lamb, de FEXCO Corporate Payments en un comentario de mercado titulado gráficamente 'El euro sube por Draghi pierde ante Mnuchin'.

Con sus palabras, Mnuchin disipó cualquier duda con respecto al pretendido proteccionismo de Trump y su 'America First'. La cuestión es que, como recordó Draghi, "el lenguaje que algunos están empleando" influye en la evolución del cambio entre el euro y el dólar. Y que ese lenguaje contraviene lo acordado por los países en el Fondo Monetario Internacional (FMI), donde suelen fijarse los principios básicos de los asuntos relativos a la gobernanza y la estabilidad financiera mundial. En concreto, Draghi refrescó el comunicado de la Trigésima Sexta Reunión del Comité Monetario y Financiero Internacional, en el que se subrayaban otros tres mantras de costumbre en esto de las divisas. El primero, que "una volatilidad excesiva o la fluctuación desordenada de los tipos de cambio pueden tener consecuencias negativas para la estabilidad económica y financiera". "Nos abstendremos de realizar devaluaciones competitivas y no utilizaremos nuestros tipos de cambio con fines competitivos", expone el segundo. Y el tercero: "Reafirmamos nuestro compromiso de comunicar con claridad la orientación de las políticas, evitar las políticas aislacionistas y preservar la estabilidad financiera mundial".

Draghi entiende que todas estas buenas intenciones saltan por los aires con las palabras de Mnuchin. "Draghi lamentó que los comentarios de Mnuchin no están en línea con los procedimientos habituales que siguen los responsables gubernamentales cuando hablan sobre divisas", constata Claus Vistessen, economista jefe para la Eurozona de Pantheon Macroeconomics.

Y eso que la posición del secretario del Tesoro no es nueva. Ya la mostró al mundo a comienzos de 2017, poco después de que Trump tomara posesión oficialmente de la presidencia. Pero es que entonces el euro se movía en torno a los 1,06 dólares, y ahora, a fuerza de la recuperación económica europea, cuya influencia en la marcha del euro no es negada por Draghi, y de las palabras de Mnuchin, camina ya por los 1,25 dólares. Es decir, un 18% por encima.

¿'GUERRA DE DIVISAS 2.0'?

La duda reside en si la escalada verbal de las últimas jornadas ira a más, hasta el punto de que alumbre, como exponen los expertos de Robeco, una segunda ronda de la de la denominada 'Guerra de divisas', expresión que se puso de moda entre 2010 y 2016 para hacer referencias a las artimañas a las que recurrían los distintos países para intentar depreciar sus divisas.

En opinión de los expertos de Robeco, "el BCE no quiere verse empujado a un guerra de divisas". Eso sí, admiten que vista la primera reacción del mercado a las palabras de Draghi, y con el euro en los 1,25 dólares, "algunas fuentes procedentes del BCE aparecerán en los próximos días con un lenguaje más duro para limitar el potencial alcista de la divisa".

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